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Cinco minutos de toro, tres horas de pelea

Rompesuelas empezó su recorrido sin que los manifestantes fueran expulsados del recinto. La tensión aumentó tras el torneo: 15 heridos de carácter leve, un festejo declarado nulo y más enfrentamiento que fiest

"Rompe-suelas"antes de ser alanceado
"Rompe-suelas"antes de ser alanceadolarazon

Rompesuelas empezó su recorrido sin que los manifestantes fueran expulsados del recinto. La tensión aumentó tras el torneo: 15 heridos de carácter leve, un festejo declarado nulo y más enfrentamiento que fiesta.

Fiesta lo que se dice fiesta, poca. Dos horas antes de que arrancase ayer el Torneo del Toro de la Vega la tensión se cortaba en Tordesillas. Para acceder a esta zona, los que parecen de fuera son cacheados. Mientras los vecinos no sueltan sus bastones. A eso de las 09:00, al menos 200 manifestantes ocupaban sus posiciones, después se sumarían más. Sabían que no iban a poder impedir que se celebrase el festejo, pero lo volvieron a intentar. Año tras año su mensaje está calando. «Tordesillas, vergüenza nacional», «asesinos», fueron algunos de sus cánticos. Vecinos y antitaurinos ocupaban sus posiciones. Unos en frente de otros, hasta que la conglomeración borra la línea imaginaria creada a modo de separación. «No al aborto de la gallina», dicen unos jóvenes a los antitaurinos, tratando de ridiculizar su mensaje.

Cuando quedaba más de una hora para que arrancase el torneo, los manifestantes empezaron con sus cánticos. Los del pueblo les aplauden, tratan de silenciarlos. Algunos mayores piden a los jóvenes tranquilidad, pero pronto empiezan los gritos. Más que un festejo parece una lluvia de cánticos, de sentimientos viscerales contrapuestos. «Tengo 58 años y nunca me he perdido este torneo. Y ya son diez años teniendo que soportarlos. ¿Ves a aquélla con una lágrima pintada de rojo? Es para decir que la hemos pegado. Pero el pueblo está mentalizado. Y menos mal, porque los antitaurinos no llegan a 200 y somos 40.000 apoyando el festejo. Es una tradición que no se puede quitar porque a cuatro señoritos no les guste. Que se metan con el toro ‘‘embolao’’ y nos dejen tranquilos», afirmaba Gabriel, un vecino. A escasos metros los antitaurinos de Zamora, Galicia, País Vasco, Valencia o Mallorca volvían a entonar sus cánticos. «No me cabe en la cabeza que en el siglo XXI la gente se divierta con sangre de un inocente», decía Verónica, de Mallorca. Es el segundo año que se manifiesta contra este festejo. Se le nota nerviosa, pero no tanto como horas después iba a estarlo. Pero antes los antitaurinos se han concentrado pasada la rotonda, por donde el toro, que ya ha pasado el puente, intentará escapar. Tratan de impedir que los vecinos a caballo accedan, pero se abren paso. La gente sigue sin quitarse y unos lugareños les dicen «¡pisadlos!». Mientras, dos helicópteros de la Guardia Civil sobrevuelan la zona tomando fotos de lo que pudiera ocurrir. Quedan menos de cinco minutos para que suenen los petardos que preceden a la salida del toro. Lo sueltan, aunque la gente sigue manifestándose y ocupando el espacio por el que va a pasar el toro. No se divisan agentes en esta zona, aunque los hay. Dos, vestidos de paisanos, tienen que mostrar sus identificaciones para lograr que unos vecinos les dejen salir del recinto. No hubo que lamentar muertes, pero pudo haber pasado, salir de la zona del toro era difícil. «Si lo quieren tanto, que se queden», grita un vecino.

A las 11:05 Rompesuelas ha pasado por la rotonda. De nuevo, se oyen los gritos de «asesinos» y a las 11:10 dos petardos señalan que le han dado la puntilla al toro, aunque el torneo será declarado nulo, se han incumplido tres normas del reglamento. La fiesta de gritos se enciende. A un manifestante le pegan, a otro con una camiseta roja le dan dos veces en la cabeza y se ven bastones golpeando a alguien. Y entre los lloros de los antitaurinos, se ve cómo «llueve» una piedra. «No pararemos hasta la abolición», jalean. Es entonces cuando se ve un gran número de agentes de uniforme. «Cuando ha venido el toro no nos dejaban salir. Me han tirado una piedra en la cara, me han arrancado pelo», relata Verónica. El hinchazón cerca de la nariz empieza a subir. No será la única. También los hay del otro lado; un joven ha tirado algo a los vecinos. El resultado: 15 heridos de carácter leve atendidos por la Cruz Roja y un detenido puesto después en libertad, así como cinco actas por la comisión de actos contra la Ley de Seguridad Ciudadana y 11 denuncias por irregularidades del torneo y por no haber obtenido protección de las Fuerzas de Seguridad. «Vengo a ver el jaleo, no la fiesta», reconoce Manuel, de Valladolid, a las 11:55. Es el que más tiempo ha disfrutado, porque eso es hoy el Torneo del Toro de la Vega, cinco-diez minutos de fiesta y tres horas de gritos y peleas. Y poco ha pasado, para lo que podía haber sucedido.