Salud
Un estudio abre la puerta al desarrollo de un tratamiento para minimizar la discapacidad asociada al ictus
Investigadores del Institut de Recerca del Hospital del Mar han identificado cinco microARN circulantes en sangre que podrían servir como marcadores de pronóstico, a partir de los cuales, además, se podrían diseñar potenciales herramientas para modificar dicho pronóstico
El ictus isquémico es la segunda causa de muerte en el mundo y la primera causa de discapacidad en adultos. Por el momento, se conoce que existen ciertos factores, como la edad del paciente, el sexo o la gravedad de este infarto cerebral, que condicionan el pronóstico. A mayor edad y más gravedad, el riesgo de sufrir secuelas de más importancia está aumentado, especialmente en hombres.
Sin embargo, se ha observado también que en personas con condiciones similares, es decir, misma edad, mismo género y similar gravedad del ictus, existen diferencias en cuanto al grado de discapacidad tras sufrir este episodio. Al respecto, se supone que la genética del individuo o, lo que es lo mismo, el ADN con el que nace y se mantiene toda la vida, juega un papel importante, así como también la epigenética, que son aquellos mecanismos que controlan la actividad de los genes y regulan que éstos se activen o desactiven, determinando así en cada momento qué parte del ADN se usa.
En este sentido, investigadores del Institut de Recerca del Hospital del Mar consideraron interesante estudiar el papel que juega el microARN, que es parte de la epigenética del individuo, en este contexto. "Estas moléculas resultan interesantes porque se pueden medir en sangre y además se pueden regular de forma artificial", comenta al respecto Isabel Fernández Pérez, investigadora predoctoral del Institut de Recerca del Hospital del Mar y médico adjunta de su Servicio de Neurología, razón por la cual .pusieron en marcha un estudio con el fin de "ver si el microARN se asocia a un diferente pronóstico en personas que han sufrido un ictus, lo que podría abrir una puerta a un futuro tratamiento para minimizar las secuelas y reducir la discapacidad en estos pacientes".
En busca de un marcador
Así, en una primera fase del trabajo, los investigadores analizaron muestras de sangre de 215 personas que habían sido atendidas en el Hospital del Mar tras sufrir un ictus entre el 2009 y el 2018 con el fin de medir más de 2.000 microARN circulantes y valorar la relación que éstos podían tener con las secuelas y discapacidad asociadas al mismo presentes a los tres meses de sufrir dicho episodio. Entonces, los investigadores comprobaron que en torno a unos 74 microARN mostraban valores elevados en aquellos pacientes con un peor pronóstico tras haber ajustado otras variables como la edad, el sexo o la gravedad del ictus.
En una segunda fase y con el fin de validar y afinar estos resultados, se estudiaron los 26 microARN más significativos con un una segunda cohorte de 191 personas de diversos centros y se pudo comprobar que existía una clara relación de cinco de ellos con un peor pronóstico. "Vimos que había cinco moléculas que en esta segunda corte también salían elevadas en aquellos pacientes con mayores secuelas y discapacidad", explica Isabel Fernández.
Estos resultados apuntan, pues, a la posibilidad de utilizar estas cinco moléculas como marcadores en sangre para predecir aquellos pacientes que van a ir peor y, en consecuencia, hacer una mayor control sobre los mismos o más rehabilitación, por ejemplo, pero también abren la puerta al hipotético desarrollo de un tratamiento que ayude a los pacientes a recuperarse mejor del ictus.
Nuevas opciones terapéuticas
Al respecto, la investigadora señala que "habrá que ver qué funciones hacen concretamente estos cinco microARN, que genes están regulando y qué vías están implicadas". "Lo que se ha visto hasta ahora es que parece que tienen una función en el crecimiento de las células, de las neuronas, así como en la formación de arterias y vasos, de manera que, de entrada, tiene sentido que se asocien con el pronóstico", indica Isabel Fernández, quien sin embargo señala que "aún hay que ver experimentalmente, en el laboratorio, si realmente la función que tienen influye en el pronóstico y, en una segunda fase, tratar de sacar de ahí algún tratamiento".
Y puesto que en este estudio se ha observado que el microARN aumentado se asocia con que el paciente vaya peor, "dicha terapia pasaría, hipotéticamente, por sintetizar un bloqueante, un antagonista del microARN, que lo frene y lo disminuya para que no afecte tanto al pronóstico", aunque a día de hoy existe una "limitación y es que en humanos aún no se ha utilizado ningún tratamiento con microARN", indica la investigadora, quien al respecto comenta que "por el momento, éste está en fase experimental en cáncer, que es donde más se utiliza".