Elba Benítez: «No se ha hecho nada para que los artistas vivan de su trabajo»
Elba Benítez / Galerista. Su espacio cumple 25 años, pese al «reducido tamaño del mercado español»
Comenzó su carrera como galerista al compás de su intuición, que le sirvió para convertir lo que hasta la fecha se trataba de un «hobby» en una profesión. Apasionada de su actividad, Elba Benítez confiesa su admiración por todo lo relacionado con la creatividad. Medita antes de contestar y responde con suma amabilidad. Es amante del diálogo, de la lectura y del teatro, disciplina a la que se hubiera dedicado de no ser una referencia en el mundo del arte contemporáneo. Veinticinco años cumple su galería, y lo celebra rodeada de buena compañía.
–¿Le gusta soplar velas?
–Me encanta y me trae recuerdos de la infancia. Es un milagro que hayamos llegado hasta aquí por las dificultades de este mundo. Ha sido una etapa en la que he aprendido bastante.
–Ahora pida un deseo.
–Quiero emplear el conocimiento que he adquirido para innovar en el mundo del arte contemporáneo. Tengo más seguridad.
–Se muestra muy segura de sí misma...
–Soy atrevida. A veces he sido incluso temeraria, pero cuando empecé la seguridad me la daba la ignorancia, más que el conocimiento. Los obstáculos que he tenido que superar han sido mi escuela. He aprendido sobre la marcha que esta profesión no era simplemente ejercer un «hobby». Siempre me he movido por la intuición para seleccionar a los artistas con los que he trabajado o para poner en marcha estrategias dentro de mi empresa y sobrevivir 25 años. He tomado muchas decisiones en solitario, aunque también he escuchado los consejos de las personas que me rodean.
–¿Qué podemos ver en «25 años»?
–Es una selección muy personal. La mayoría de las obras están ligadas a cada artista por una relación autobiográfica. Hablan de ellos o de su entorno. Algunas están hechas en la actualidad, pero otras se remontan al momento en el que decidí trabajar con ellos.
–¿Cuál es el mayor tesoro de su galería?
–Los artistas. Todos están en activo. Son como un manantial que sigue fluyendo. Para mí, el éxito de un artista es que un día esté en la historia, pese a que actualmente no se trate de ninguna celebridad. Guardo una relación muy buena con ellos, de intercambio de ideas. Nos respetamos mucho, aunque como en todas las relaciones donde intervienen las emociones tenemos nuestros altos y nuestros bajos. En la galería tienen cabida todos los formatos. Ahora mismo los visitantes pueden encontrar la producción artística más contemporánea, en consonancia con el tiempo que vivimos.
–¿Es éste un buen país para artistas?
–Resulta difícil sobrevivir si sólo se dependiera de nuestro país. Mis ventas en el exterior representan más del 80% y han llegado a suponer el 90%. El mercado español, en general, es poco arriesgado y muy reducido para la producción artística contemporánea.
–¿Falta dinero o conocimiento?
–Las dos cosas. Si los que manejan y administran la cultura tuvieran conocimientos artísticos pondrían los medios económicos necesarios para que pudiera desarrollarse. En España hay gente que valora el arte contemporáneo, pero no necesariamente lo compra. A mí me parece estupendo. Los galeristas somos agentes productores de cultura. Pretendemos que la gente adquiera un conocimiento de lo que se está produciendo actualmente, que se eduque visualmente. Para los que lo aprecian trabajamos con mucho placer. Para los que no, tratamos de contribuir a esa educación.
–¿Es necesario salir al extranjero para sobrevivir?
–El arte no tiene nacionalidades. Los artistas españoles se miden en el mercado global. La lectura que hace el público se realiza desde una óptica contemporánea. Pero es verdad que en España no se ha hecho prácticamente nada para que los artistas puedan vivir de su trabajo, con excepciones.
–¿El arte dialoga?
–Siempre, y no sólo con el mundo de la cultura. También con lo que ocurre a nivel económico, político o social. El arte, en general, es una herramienta para conocer el mundo. Nos da referentes, instrumentos y una mirada distinta para analizar la realidad. Y permite vivir experiencias que enriquecen a cualquier persona. Todo lo que se produce en el mundo de la cultura, del cine, de la literatura, de la ciencia o de la informática está contenido en el arte contemporáneo.
–¿Y también decora?
–Sí, hay gente que compra arte sólo para eso.
–No todo el mundo entiende las obras...
–El arte contemporáneo necesita un mayor conocimiento intelectual y una mejor preparación para descifrar las claves de las obras y poder disfrutar de ellas. Antes cualquier espectador podía hacerlo sólo a través de la emoción estética. Hoy las emociones pueden ser intelectuales, y quizá estéticamente no se cumple con esos cánones que, en teoría, debería tener una obra bella.
–¿Cómo se puede acercar a la sociedad?
–Las visitas a los grandes museos tendrían que incluirse en la actividad de las escuelas, al igual que el deporte. La educación es la base. De ahí saldrán los individuos que demandarán obras y conocerán la historia a través del arte.
–¿Puede considerarse el arte una inversión?
–El arte contemporáneo mueve mucho dinero. Hay arte que se produce altamente especulativo. Los que se dedican a comprar obras con esa visión pueden lograr bastantes ganancias.
–¿Hay arte en la calle?
–Sí. Pero lo que se produce para los espacios públicos no tiene ninguna calidad. En la mayoría de las ocasiones corresponde a decisiones políticas. Si hubieran consultado, tendríamos una mejor obra en los espacios públicos, que también es lo que enriquece las ciudades. Sin necesidad de ir a un museo, es el arte más democrático.
–Cuando ve un grafiti...
–Considero que son personas aficionadas a pintar, pero los artistas hacen de su don una profesión. Aunque cualquier estímulo a la creatividad me parece fantástico.
–¿Qué futuro da a las galerías?
–Sobrevivirán las que se adapten a su tiempo y al servicio que prestan. Los artistas las necesitan, ya que son las que los ayudan a hacer su carrera. Pero hoy en día el comercio del arte está concentrado en las ferias.
El lector
No puede hacerlo a diario, pero uno de sus mayores placeres es desayunar mientras lee el periódico. Sí, en papel. Pasa hojas a ritmo de sorbo, aunque sus continuos viajes muchas veces la obligan a consultar la versión on-line. Sigue la actualidad con atención, arremete contra el IVA cultural y lamenta que en España no haya más ayudas para los artistas.