Crítica de "Terrifier 3": el cuento de navidad más punk jamás filmado ★★★ 1/2

Bastan pocos minutos para darse cuenta de que “Terrifier 3” va en serio. Hay en ella una propuesta radical, y Damien Leone no parece haber sacrificado ni un centímetro de piel arrancada a cuajo por llevarla hasta las últimas consecuencias. Es este un macabro cuento navideño, y en verdad el prólogo sienta las bases de una película que cree ciegamente en su proyecto de resucitar el slasher más punk y underground, el que revisita “Black Christmas” sin olvidarse de “Maniac”, el que recrea la atmósfera de sórdida pesadilla urbana de “El destripador de Nueva York” como si la hubiera filmado el Abel Ferrara de “El asesino del taladro”.

Hay algo en el arranque de “Terrifier 3” que es pura abstracción: un horror descarnado, alérgico al relato, que establece una poética de lo abyecto difícil de encontrar en el cine de terror actual, y que contribuye a consolidar la iconicidad de Art the Clown -en feliz encarnación de David Howard Thornton, mimo del averno cuya boca es un pozo negro- ampliando sus malas vibraciones gracias a una ayudante demoníaca que a punto está de robarle protagonismo.

Esos primeros minutos son un resumen de todo lo que funciona en “Terrifier 3”, que pierde el norte cuando busca un argumento, una narrativa convencional a lo que, simplemente, es una colección de ‘set pieces’, a cuál más bárbara, sádica y extrema (un ejemplo de tantos: una sierra mecánica a modo de falo sodomita), que imagina el mundo como una de las pinturas negras de Goya, solo que teñida de sangre y decorada con piel a jirones.

El prólogo, inenarrable en su macabra abyección, avisa de que la película no es apta para almas sensibles.

Los intermedios narrativos no están a la altura de los dementes asesinatos de Art the Clown.