Real Madrid-Chelsea
Del pie de Vinicius a la cabeza de Benzema
El brasileño ha aprendido a levantar la mirada para alimentar de goles al francés y llevar al Madrid a la semifinal
Vinicius llegó de Brasil con una velocidad más que el resto de futbolistas. No le costaba correr, pero lo que le ha hecho mejor con el tiempo es que ha aprendido a parar. Ahora es capaz de frenar, levantar la cabeza y mirar a su compañero mejor colocado para encontrar, siempre a Benzema.
Lo hace imitando a Modric, con el exterior del pie, como hizo contra el Getafe. O con el interior, buscando el lugar exacto para que el francés salvara la eliminatoria que él solo ya había ganado en Stamford Bridge. ¿Qué hubiera sido del Madrid sin la cabeza de Benzema en esta eliminatoria? Por dentro y por fuera. La parte que usa para rematar los balones que le ponen sus compañeros, algunos de dificultad máxima, como en los dos goles de Londres, y la que utiliza para decidir que debe ir a presionar a Mendy cuando el portero del Chelsea tiene la pelota en los pies, como hizo en el tercer gol en el partido de ida. Como había hecho para ir a apretar a Donnarumma en los octavos de final contra el PSG.
El 2-3, el que llevaba al Madrid a la semifinal lo marcó ya con la condición física muy mermada, agotado y dolorido. Pero con las mismas ganas intactas para ir a buscar el balón que le puso Vinicius en la cabeza. Lejos quedan los tiempos en que reclamaba a Mendy que no se la pasara al brasileño porque parecía que jugaba con el contrario. Ahora se entienden y son la pareja que tiene al Madrid en la penúltima ronda de la Copa de Europa y a un paso de ser campeón de Liga.
El Real Madrid no tiene a Cristiano Ronaldo, pero ahora ya no lo echa de menos. Vinicius encontró el gol esta temporada y ya lleva 17 entre todas las competiciones. Sumados a los 38 de Benzema son 55. Una cifra que permite al Real Madrid pelear por todos los títulos hasta el último momento.
Tan imprescindible se ha hecho Vinicius que Ancelotti no se atrevió a prescindir de él en la Copa del Rey contra el Athletic después de un viaje transatlántico para regresar de los compromisos con su selección. El equipo parecía depender de él y ha asumido la responsabilidad como si estuviera acostumbrado.
Hace no mucho se hacían bromas con sus carreras y sus regates. «Es triatleta», decían, porque corre, hace bicicleta y después nada. Pero esa nada es ahora casi todo para el Real Madrid al lado de Benzema.
Y por detrás, Modric le da sentido a todo. Siempre atento en defensa y luminoso en ataque. Para rematar desde fuera del área para que el Chelsea se sintiera más pequeño cuando empezaba a estar aturdido o para poner un balón con el exterior en el pie de Rodrygo que valió el primer gol. Como recordándole a Vinicius de quién ha aprendido todo lo que sabe sobre el pase y el gol.
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