Castilla y León
El doctor Abascal se moviliza en favor de los niños quemados y de la calle
Abascal acudió, en primera instancia, a operar al Hospital de quemados Viezma. Para él busca mejores equipos asistenciales. También persigue medios económicos para una casa rural en la que se atiende a los «niños de la glefa», que se drogan hasta en 21 zonas de Cochabamba. Igualmente pretende mejorar las condiciones de vida de las solidarias Hermanas de la Caridad de Teresa de Calcuta y procurar apoyo a la Fundación Creamos, que atiende a niños abandonados.
Valladolid- Apenas lleva dos semanas en Valladolid, pero sigue «conmocionado» por lo que ha visto en Cochabamba, en Bolivia. Alfonso Abascal, médico jubilado ha pasado un mes especialmente intenso en esa parte del cono sur. Su viaje se inició con una misión: curar a los niños quemados que se encuentran en el Hospital Viezma de Cochabamba. Una veintena de pequeños, a los que se atiende sin aparatos de anestesia, sin apenas instrumental y con poca medicación. «Allí -explica-, las condiciones son lamentables, cuando los niños pasan de once años, no tienen derecho a nada. Si sus familias son pobres, no pueden ni acercarse a un centro hospitalario».
Pero su experiencia no se quedó ahí. Abascal tuvo la oportunidad de conocer a un psicoterapeuta desintoxicador de drogadictos, vallisoletano, al que llama Pepe, que trata a niños de la calle, a los que allí se conoce por «polillas». También son conocidos como «niños de la glefa», que forman pandillas de chicos de entre cuatro y 25 años, presentes en hasta 21 puntos de la ciudad de Cochabamba. «La promiscuidad entre estos grupos lleva a que los niños a partir de trece años tengan hijos, que inhalan glefa al tomar el pecho de sus madres; también serán drogadictos», explica el doctor, quien explica que en esos apenas treinta días tuvo que acudir al funeral de un niño de dos semanas que falleció aplastado por su madre, drogadicta, que se quedó dormida y cayó sobre él. Pepe atiende a algunos de estos niños en una casa rural, si bien las necesidades logísticas que necesita son muchas.
En su periplo boliviano, también contactó con las Hermanas de la Caridad de Teresa de Calcuta, que residen a catorce quilómetros de Cochabamba, donde acudió a practicar operaciones hasta en cinco ocasiones, porque necesitaban un cirujano plástico para atender a pacientes presos o que viven en la calle, con sida o tuberculosis.
Cruda realidad
Igualmente, Abascal colaboró con la Fundación Creamos, que atiende a niños abandonados, que hasta los once años viven prácticamente de la caridad y en casas de auspicio. Con estos antecedentes, que Alfonso Abascal califica de «muy duro, pero enriquecedor este viaje, porque te das cuenta de que allí hacemos mucha falta», este doctor vallisoletano ya se ha puesto manos a la obra para contar lo vivido, con un objetivo: canalizar ayudas a través de una asociación llamada «Voces para Latinoamérica», con presencia en Valladolid.
«No es de recibo que allí no haya ciertos utensilios, placas de osteosíntesis, por ejemplo en hospitales, o medicación, cuando lo que aquí cuesta diez, allí cuesta uno.
Su objetivo es recaudar fondos para llevar al Hospital Viezma una pantalla térmica, dado que los menores quemados mantienen su temperatura con estufillas de pie, y en lugar de ser tratados con dermatomos, se les cura con ralladores de lata.
Igualmente, procurará lograr medios económicos para dar recursos a la casa rural que atiende Pepe -con el fin de que su propietario centre su labor en atender a sus pacientes- y también para mejorar las condiciones de vida de las estancias de las Hermanas de la Caridad de Teresa de Calcuta.
«Quiero implicar a todos en mejorar la vida de los pobres»
Alfonso Abascal Zuloaga, médico jubilado de Valladolid, jefe de Cirugía Plástica en el Hospital Clínico Universitario hasta el mes de junio, se ha lanzado a la cooperación con un objetivo: «mejorar la vida de quienes peor lo pasan». Su experiencia en Bolivia la contará en charlas que ha decidido titular «Un mes en Cochabamba» en los colegios mayores, menores, parroquias y centros culturales. Su visita a una zona deprimida de Iberoamérica, no se quedará ahí. Quiere volver con su familia, para que conozcan la vida en aquel país. En aquella ciudad. Pero animando a todos a contribuir a ello.
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