
Los Ángeles
Papel de liar

El órdago suicida de Keith Richards, «Yo no tengo problemas con las drogas, sólo los tengo con la Policía», no le valió a John Belushi, seguidor de una dieta rica en cocaína, camellos, «speedball» y relajantes al uso para procurarse los necesarios bajones en sucios «afters» de Los Ángeles. A los treinta y tres años cayó fulminado, gordo, repugnantemente rico, tarado e hipnotizado por el lado bestia de la vida. El puntillista diario final de aquellos días frenéticos de principios de los ochenta, los que van desde el rodaje de «Granujas a todo ritmo» (con el director de la película abroncando al representante de Belushi: «No podrás sacar dinero a un cadáver») hasta la publicación de su obituario, ha llegado con un cuarto de siglo de retraso a las librerías de España. Habrá que echarle la culpa al servicio de paquetería transoceánico o a la miopía general. A quienes no les sienten bien las letras de imprenta metidas en ácido sulfúrico, mejor que se alejen de «Como una moto», el libro de Bob Woodward; para los que piensen que en el periodismo hay vida más allá de la política, incluso después de haberse colgado la estrella de sheriff por haber tumbado a Nixon con el escándalo del Watergate, la lectura de esta bomba de relojería prima.La narración es más que el esfuerzo abismal de un comediante esnifándose los años ferozmente: es un fresco descarnado y brutal de las candilejas de Hollywood y sus famosos y bien retribuidos monos de feria. La escritura de Woodward es atlética, demoledora y descreída. «Hubo un tiempo en que Jack Nicholson solía tener dos tipos de cocaína en su mansión: la de abajo, para visitantes y conocidos, y la de arriba, para mujeres y amigos», cuenta como de pasada. Tratándose del material periodístico del que hablamos, la editorial nos obligará a indagar si se trata de una tapadera: Papel de Liar.
✕
Accede a tu cuenta para comentar