Moda

Rosalía: “La ropa es como un hechizo, puede cambiar cómo será tu día”

En su conversación más íntima hasta ahora, Rosalía habla de creatividad, cuerpo, vulnerabilidad y estilo como lenguaje propio. Una reflexión luminosa sobre cómo se construye una artista cuando apaga el ruido y escucha su centro

Rosalía: “La ropa es un hechizo: puede cambiar cómo será tu día”
Rosalía: “La ropa es un hechizo: puede cambiar cómo será tu día”Youtube Fashion Neurosis

En su paso por Fashion Neurosis, el reconocido podcast de moda conducido por Bella Freud, Rosalía se sienta a conversar sin prisas sobre proceso creativo, música, su relación con su cuerpo y su estilo. El formato -íntimo, casi confesional- busca que la invitada se sienta cómoda y piense en voz alta. Desde la primera pregunta ("¿qué llevas hoy y por qué?"), la charla encuadra la ropa no como tendencia, sino como lenguaje.

Rosalía entra al set con una idea clara: ese día quiere que hablen las palabras, no la ropa. Lleva un cárdigan negro que confiesa haber usado durante años, una prenda que -según dice- le ayuda a "pensar mejor". Para ella, la moda no es un disfraz, tampoco una armadura, sino una especie de conjuro capaz de alterar la energía con la que atraviesa el día. Hay jornadas en las que prefiere que lo que lleva puesto sea un mensaje. Otras, como esta, prefiere desaparecer un poco entre las telas para que surja la voz.

Su teoría es sencilla y profunda: las prendas pueden impedir que algo suceda o abrir la puerta a una conversación, una emoción o un estado mental. Hay zapatos que la han obligado a regresar a casa porque intuía que, en el fondo, ese día no quería salir. Y hay outfits que, sin esfuerzo, la han empujado hacia adelante. Por eso, cada mañana se detiene un segundo a escuchar de verdad qué necesita.

Crear desde el borde del sueño

Cuando habla de escribir, describe una coreografía mínima: tumbada, con el portátil apoyado en el estómago, la cabeza hundida en una almohada hasta rozar ese umbral en el que casi te duermes. Ahí es donde aparecen las ideas. Busca estar presente para convertirse en canal, bajar el ruido y dejar que algo llegue sin forzarlo. No es una pose romántica: dice que el proceso la agota y que, precisamente por eso, le funciona escribir desde una posición que desactiva la exigencia. Su método para no quemarse es prosaico y efectivo: pensar en una sola cosa cada vez -atarse los cordones, mirar a alguien a los ojos, escribir una frase- hasta completar estructuras enormes sin perderse en la escala.

Del pudor a la libertad: el cuerpo como instrumento

Se define, ante todo, como intérprete que usa su cuerpo para comunicar. Durante años entrenó más de la cuenta o menos de lo necesario, ahora intenta tratarse con más cariño. En casa, confiesa que le gusta estar desnuda: lo vive como una forma de libertad y de reconciliación con un oficio que a menudo expone el cuerpo en situaciones frías y muy técnicas. Recuerda que, a los 28, algo empezó a moverse dentro: dejó de pensar tanto en la mirada de los demás y empezó a priorizar cómo se sentía ella. Fue un giro silencioso pero definitivo. Ahora, a los 30, asegura sentirse más dueña de su mundo que nunca.

Ese proceso tiene que ver con las mujeres de su vida. Su madre, siempre pulida, impecable, fue un ejemplo… y, a la vez, una invitación a rebelarse. Su hermana, con minifalda y botas boxer, fue la primera encarnación de lo que era ser "cool" sin pedir permiso. Su abuela, con anillos y uñas largas, le enseñó que la moda también podía ser gesto, actitud y fuerza.

Flamenco, riesgo y cambio

Del flamenco habla con devoción. Para ella es una síntesis de la experiencia humana y, de alguna manera, una educación sentimental que se filtra en su vida amorosa: entrega intensa, deseo de dar y recibir, y el vértigo de mostrarse del todo. También asocia creación con riesgo. Arriesgar, dice, es dejar de controlar el desenlace y rendirse al proceso. La aterraría repetir la misma canción una y otra vez, por eso se obliga a moverse: cada disco cambia porque ella cambia.

Referencias y estética: de Caravaggio a Naomi

Reconoce que muchos de sus gestos nacen del cine, la pintura y la fotografía: del claroscuro de Caravaggio, de la luz de Vermeer. También asegura que estudia a modelos como Naomi Campbell y Kate Moss con la misma seriedad con la que un músico analiza una partitura: le fascina cómo se domina la energía frente a la cámara y fantasea con "aprender a caminar" como Naomi. En su armario conviven la sobriedad de un cárdigan con la exuberancia de un look rockero, porque como muy bien nos lo ha demostrado, puede ser ambas cosas a la vez y no perderse en el camino.

En estilo, su regla es jugar sin repetirse: puede reutilizar piezas, pero evita calcar un outfit. No por capricho, sino para obligarse a responder a una pregunta diaria -¿cómo me siento hoy?- y vestir en consecuencia. Le atrae la honestidad por encima de la corrección: una camiseta "imperfecta" puede resultar magnética si quien la lleva lo hace desde un lugar auténtico y también sucede al revés. Un conjunto impecable pierde fuerza si su portador no está dentro de él.