Festival

Miradas Flamenkas: un festival de barrio con visión internacional

Miradas Flamenkas celebra los 50 años de “Nuevo día” con ocho conciertos, una exposición y el legado vivo de Lole y Manuel

Paloma Concejero y Víctor Iniesta, directora y guitarrista del festival Miradas Flamenkas @ Gonzalo Pérez
Paloma Concejero y Víctor Iniesta, directora y guitarrista del festival Miradas Flamenkas @ Gonzalo Pérez Gonzalo Pérez Fotógrafos

La historia del festival está llena de hitos. Uno de los más relevantes es el estreno del primer espectáculo en teatro de Yerai Cortés, cuando aún no había despegado su carrera tuvo aquí su primera oportunidad, cuando nadie apostaba por él.

La Muestra de Flamenco de Vallecas, organizada por la Comunidad de Madrid, celebra este otoño su sexta edición convertida ya en un espacio imprescindible de encuentro entre tradición y vanguardia. Y lo hace mirando hacia una fecha que marcó un antes y un después en la historia del flamenco contemporáneo: los 50 años de “Nuevo día” (1975), el disco de Lole y Manuel que abrió la puerta a lo que más tarde se bautizaría como Nuevo Flamenco. Un álbum que revolucionó los límites del género con un lenguaje de libertad, poesía y espiritualidad que aún hoy late en artistas de varias generaciones.

Hasta el próximo 14 de diciembre, Miradas Flamenkas homenajeará a la pareja sevillana con ocho conciertos, una exposición y un cartel que reúne a bailaores, guitarristas y cantantes que simbolizan ese diálogo intergeneracional que tanto defendieron Lole Montoya y Manuel Molina. Entre ellos, Aitana Rousseau, José Manuel Álvarez, Víctor Iniesta, Luna La Hara, Lucas Bun y Blanca La Almendrita. El broche final llegará con la propia Lole Montoya, que cerrará la programación en un concierto íntimo y celebratorio. Su hija, Alba Molina, interpretará temas fundamentales del dúo andaluz, recuperando ese “punto de toque” que impulsó el productor Ricardo Pachón en los años setenta y que convirtió “Nuevo día” en una obra irrepetible.

Su directora, Paloma Concejero, defiende a LA RAZÓN que esta edición resume la identidad misma del festival: la búsqueda constante de nuevos caminos para un arte que no deja de transformarse. “Avanza en el legado de Lole y Manuel en el sentido de aunar tradición y vanguardia. Siempre hay nuevos caminos para el género, lo único imprescindible es generar emoción”, explica Concejero, que lleva años impulsando este festival desde Vallecas y que ha hecho de la diversidad artística su mayor bandera.

Para Concejero, dedicar esta edición a Lole y Manuel no es solo un homenaje histórico; es, sobre todo, un acto de justicia poética con los creadores que redefinieron el flamenco desde la libertad. “Cerrar la Muestra con Lole Montoya es un sueño”, confiesa. “Y otro es dedicarle este trabajo al poeta inmenso que fue Manuel Molina, al que tuve la suerte de conocer y añoro cada día. También, cada noche estará Ricardo Pachón en mi corazón”.

La exposición dedicada a “Nuevo día” y las propuestas escénicas que recorren su universo servirán no solo de homenaje, sino también de puente hacia la escena actual del flamenco madrileño, un ecosistema en ebullición. “Hay un potencial inmenso y una cantera de artistas como nunca antes. El problema es que siempre se programa a los mismos y no se arriesga. Aquí apostamos por los emergentes”, reivindica Concejero.

Entre los estrenos absolutos del festival destaca “De claveles y de rosas”, el concierto que Víctor Iniesta (fundador del grupo Elbicho) presentará mañana 23 de noviembre. El título está tomado de un verso de Lole incluido en “Pasajes del alma”, y en él confluyen la estética poética de los sevillanos y la propia trayectoria de Iniesta. Para el guitarrista, Lole y Manuel representan una dimensión emocional única: “Como músico representan la búsqueda de nuevas formas musicales, y por medio del flamenco transmitir un universo que solo ellos alcanzan. Tocan lo divino, cantándole a las rosas y los claveles… su poesía me emociona y cómo llevaba Manuel la guitarra es sublime”, afirma. Su proyecto conjuga flamenco con ritmos africanos, rock y cadencias bretonas, una mezcla que él mismo resume como un viaje por “el disco de su vida”. “Hay ritmos tribales traídos del folk, de Irlanda al rock, o de Marruecos en Tormenta de arena. Y también bulerías en Solo andar o Capricho”, explica. Esa búsqueda de nuevas sonoridades la ha acompañado desde la época de Elbicho: “De esa etapa queda el intentar hacer algo novedoso, que no repita patrones, y buscar sonoridades nuevas”, señala. Su nuevo repertorio incluye flauta, violín, armónica, gaita o marimba: “Hemos intentado llegar a un universo donde convivan el flamenco con el rock, ritmos afro y bretones”. Iniesta reconoce la importancia de su colaborador Tino di Geraldo, productor del proyecto, y también la de artistas actuales con los que sigue trabajando: “Con Soleá y Diego sigo colaborando, y su aportación al disco ha sido un lujo”.

Paloma Concejero y Víctor Iniesta, directora y guitarrista del festival Miradas Flamenkas @ Gonzalo Pérez
Paloma Concejero y Víctor Iniesta, directora y guitarrista del festival Miradas Flamenkas @ Gonzalo Pérez Gonzalo Pérez Fotógrafos

El guitarrista afronta este homenaje desde un lugar de celebración porque, dice, “para mí es un lujo aportar la visión que tengo de la música y lo que debe transmitir. Lo que transmite mi música en concierto es alegría”. Y añade que esa alegría se hace más evidente cuando toca con banda completa, como ocurrirá en Vallecas: “Se ve más reflejada cuando voy con una banda como la que llevaré en ‘De claveles y de rosas’”.

Su respeto por la herencia de los grandes nombres del flamenco convive con una reflexión sobre la exigencia técnica que implica dedicarse a este arte: “He aprendido que la música requiere mucho empeño y dedicación. No vale con tener talento: hay una parte de científico loco y de atleta olímpico a la hora de tocar la guitarra. Componer y emocionar requiere poner el cuerpo y el alma. Mucha constancia y mucho amor”. Ante la pregunta de cómo imagina visualmente este homenaje, Iniesta responde que “sería una imagen con un color muy fuerte que se pareciera al olor de la rosa y el clavel, pero con esas curvas de los pétalos que se parecen a las curvas de la guitarra”.

El espíritu de Vallecas: flamenco para todos

Miradas Flamenkas nació en Vallecas con un propósito claro: llevar el flamenco (con mayúsculas) fuera del circuito elitista y devolverlo a la esencia popular del barrio. Un festival que combina riesgo artístico con precios accesibles, una rareza en el panorama cultural actual. “Oportunidad para los emergentes y generosidad por parte de los consagrados. Esa es la sana bipolaridad que defendemos”, explica Concejero. “Queremos llevar el arte a quien no siempre se lo puede permitir”. Este tipo de decisiones marcan la diferencia en un ecosistema cultural saturado de oferta pero no siempre atento al talento real: “El flamenco dibuja nuestras profundidades. Te abre en canal. No es una moda, aunque haya peligro de superficializarlo con piruetas comerciales”.

La directora se define como una figura “renacentista”, con experiencia en televisión, cine, teatro, poesía y creación de formatos culturales. Todo ese recorrido, afirma, confluye aquí: “Parece que todo lo que he hecho en mi vida profesional me ha traído hasta aquí. En todo subyace una obsesión: dar a conocer lo que tiene valor, impulsar la belleza y no dejar margen al olvido”. Esa mirada multidisciplinar construye un festival en el que conviven la raíz flamenca, la experimentación contemporánea, el cante, la guitarra, el baile y la palabra. Un festival donde, además, los artistas trabajan desde la cercanía, sin jerarquías, con un equipo técnico que repite año tras año porque se sienten parte del proyecto. “La que más me llevo cada año soy yo”, confiesa Concejero en una de las respuestas más emocionantes de la entrevista. “Cuando se apagan las luces y la gente se acerca para dar las gracias, para decirme que jamás olvidará lo que han vivido... generar experiencias vitales en otros a través del arte es ser flamencos”.

El legado de Lole y Manuel

50 años después de “Nuevo día”, las canciones de Lole y Manuel siguen siendo puerta de entrada para nuevas generaciones. Su forma de entender el cante (más íntimo, más lírico, más espiritual) cambió la historia del flamenco y abrió un camino que aún se recorre. La presencia de Lole Montoya y Alba Molina en esta edición no es solo un homenaje familiar: es la constatación de que ese legado sigue vivo, transformado, reimaginado, sentido por públicos jóvenes que se acercan desde nuevas músicas, desde otras periferias y desde la sensibilidad contemporánea.

Artistas como Aitana Rousseau, José Manuel Álvarez, Lucas Bun o Blanca La Almendrita representan ese cruce entre tradición y presente que define esta muestra. La guitarra de Luna La Hara o el mestizaje profundo de Víctor Iniesta completan un cartel que confirma que el flamenco está más vivo que nunca.

Con esta sexta edición, Miradas Flamenkas se consolida como un festival singular dentro de la agenda cultural madrileña: íntimo, valiente, de barrio, pero con visión internacional. Un espacio donde emergentes y consagrados conviven sobre un mismo escenario y donde se celebra, ante todo, la emoción. Porque, como decía Manuel Molina, el flamenco no se explica: se siente.