Al portador
Contra el cambio de hora y a favor del horario de invierno
El gran asunto es cuál es el horario más conveniente y cuál es el que debería utilizarse en España por su posición geográfica
Albert Einstein (1879-1955), el de la Teoría de la Relatividad, también decía que «el tiempo es una ilusión» y que «el tiempo y el espacio son modos en que pensamos». Esta noche, como tantas otras de otoño desde hace más de medio siglo, el tiempo se contraerá y convertirá en real la ilusión de que a las 3:00 de la madrugada serán otra vez las 2:00. Eso también debe ser relatividad, con permiso del gran genio de la física. Pedro Sánchez, hábil donde los haya, mago de la ilusión y capaz de relativizar hasta lo imposible, colocó al principio de la semana el debate sobre el cambio de hora encima de la mesa. Añadió también que en su opinión ya no existen razones para ese ir y venir horario dos veces al año. En esta ocasión, más allá del oportunismo político para desviar la atención de otros asuntos más incómodos, el presidente tiene razón, mucha razón. El cambio de hora, en teoría para lograr ahorros energéticos, es inútil, absurdo y contraproducente. La mayoría de expertos avalan su desaparición, aunque siempre habrá alguno que diga lo contrario. El debate, sin embargo, no termina aquí, se modifique o no la fórmula actual de adelantar el reloj en primavera y retrasarlo en otoño.
El gran asunto es cuál es el horario más conveniente y cuál es el que debería utilizarse en España por su posición geográfica. Un respeto mínimo al fluir de todo lo natural indica que entre el horario de invierno y el de verano, el de invierno es el más natural y lógico, por muchos defensores que tenga –que los hay– el de verano. Ayer, 24 de octubre, en una mañana nublada, en Madrid amaneció alrededor de las nueve menos cuarto de la mañana. En Galicia, pasadas las nueve. En un país, agraciado por la geografía con cuatro estaciones y días con luz y sol, no parece lo más adecuado, ni lo más conveniente. Los partidarios del horario de verano, defensores de que se prolongue el día por la tarde/noche son legión, pero no hay ventajas científicas –ni económicas– de que en agosto anochezca a las diez. Los que quieren alargar el día tienen la opción de iniciarlo antes y para los que prefieren la noche, nada impide que comiencen a disfrutarla también antes. El ahorro energético para una familia con el enredo actual está calculado en ¡cuatro euros al año! España, además, debería cambiar de huso horario. Le corresponde el británico del meridiano de Greenwich, pero desde 1940, por decisión de Franco, utiliza el mismo que Alemania. Eso hace que España viva entre dos y tres horas adelantada a su verdadero tiempo natural, en una «ilusión», como decía Einstein.