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Al portador

Esto va demasiado revuelto, ahora con Sánchez viudo

Ayer viajó a Egipto para estar en la foto, aunque sea en la de «la paz de Trump». Está dispuesto a ser «el muerto en el entierro», que cantaba la inolvidable Cecilia

Camilo José Cela (1916-2002), en «Madera de boj», pone en boca de un personaje innominado la pregunta: «¿Esto no va demasiado revuelto?». Pedro Sánchez, viudo de Begoña Gómez, el domingo en el Palacio Real, dio la «espantá». Es dudoso que la consorte del presidente haya delinquido. Sin embargo, «lo que ha hecho es feo», cree el exministro Jordi Sevilla. «Si fuera mi mujer, se lo habría dicho». Al dejar viudo a su marido, unas horas eludió preguntas incómodas. Teme la exposición pública. Poco después, Morante de la Puebla se cortó la coleta en Las Ventas. La televisión del Gobierno, antes, silenció los pitidos al presidente. Son un clásico, innecesario y muchas veces orquestado, pero existen. En otros tiempos, el protocolo dictaba que nadie debía abandonar un acto regio hasta que el Rey se marchara. Abascal, para no ser menos, dio la nota y también plantó a Felipe VI y a su familia en la recepción del Día de la Hispanidad. Hay una extrema derecha que nunca tragó a don Juan Carlos. Tampoco parece entusiasta de su hijo. El líder de Vox y los Iglesias, Montero, Belarra, además de los «indepes», quizá coinciden en esto. Los extremos se tocan. Núñez Feijóo, institucional, espera su momento, pero el mito de Sísifo inquieta en el PP. El rey de Corinto fue castigado a empujar una piedra hasta lo alto de una montaña. Cuando estaba a punto de lograrlo, la roca caía de nuevo y así una y otra vez. José Luis Ábalos y Koldo García acaso estén a las puertas de la cárcel. En el PSOE insisten en que el asunto empieza a estar amortizado. El otoño judicial y de revelaciones será duro. En La Moncloa, tras Gaza, juegan la baza del aborto. Los populares se han enredado demasiadas veces en ese asunto. El inquilino de La Moncloa huyó de la prensa en el Palacio Real, pero hoy va a la radio amiga, la SER. Allí no pasa apuros, sino que sale jaleado. Ayer viajó a Egipto para estar en la foto, aunque sea en la de «la paz de Trump». Está dispuesto a ser «el muerto en el entierro», que cantaba la inolvidable Cecilia (1948-1976). España, digan lo que digan en La Moncloa, pinta poco en el concierto internacional. El conflicto palestino-israelí no ha concluido. Lo advierte Shlomo Ben Ami, primer embajador de Israel en España, crítico con Netanyahu. También alerta sobre el antisemitismo progresista. María Jesús Montero no deja de hablar, pero no de los presupuestos. Y si faltaba alguien, Tezanos da quince puntos de ventaja al PSOE sobre el PP. Ahí es nada. Hay que crear ambiente. «¿Esto no va demasiado revuelto?». «¡Como la vida misma!», responde otro personaje de Cela.