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Biblioteca Harley-Davidson

Simplificaciones

El problema comunicativo actual reside en que, para seducir a los votantes, los líderes políticos trabajan con simplificaciones

Por muy inquietante que sea, no podemos negar lo que vemos: estos días pasados, Francia se encontró por sorpresa sin gobierno y, curiosamente, a pesar de ello la bolsa francesa subió estupendamente. En España pasa algo parecido: en todos los temas las contradictorias parálisis del Gobierno son constantes y evidentes, a pesar de lo cual la macroeconomía muestra mejores expectativas que nunca. Es inevitable que todo ese panorama incongruente lleve algún día al electorado a preguntarse: ¿para qué necesitamos entonces a los políticos, si sin ellos las cosas siguen funcionando?

Si las instituciones y los mercados que hemos conseguido construir funcionan por sí solos, ¿no sería más práctico simplificar las cosas y embarcar a toda la clase política mundial en un cohete espacial de Elon Musk para que dieran la lata a los alienígenas y librarnos de ambos géneros para siempre?

Por supuesto, estoy bromeando. La vida colectiva es, desde luego, mucho más compleja, pero el problema comunicativo actual reside en que, para seducir a los votantes, los líderes políticos trabajan con simplificaciones. Esas simplificaciones permiten que la clase política se esté convirtiendo en una clase social por sí sola con sus propias prerrogativas. Una especie de burguesía de Estado que atiende más a su propia supervivencia que a aquel fin original para el que fue creada.

Ahora les propondré una prueba. Respondan de memoria y sin mirar internet: ¿Quién es el presidente de Suiza? Seguro que no se acuerdan. Consulten a continuación internet en su móvil, esta vez sí, y pregúntenle cuánto cobra un parlamentario suizo.

Todos esos datos les servirán para comprobar que otro panorama es verdaderamente posible; no son utopías irrealizables. Me objetarán que lo que digo solo tiene un punto débil más que evidente. Que en España no hay suizos, sino españoles. No diré que no. Pero eso no invalida la premisa fundamental de que otro paisaje es realmente factible.