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Taxismo, el nuevo ludismo

Taxismo, el nuevo ludismo
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Por Carlos Navarro Ahicart

Algunos, los que creemos en el progreso, la tecnología y el mercado, creíamos que habíamos superado, como sociedad, ciertas etapas y movimientos del pasado que no hacían más que tratar de anclar a la humanidad en un terrible estancamiento que no conllevaba más que pobreza y un atraso abismal en el modelo de desarrollo. Pero, ¡sorpresa! No es así. Ayer mismo, veíamos cómo los taxistas se ponían en huelga y se manifestaban para bramar contra compañías como Cabify o Uber, que han logrado introducirse en el mercado del transporte urbano con un éxito considerable. Cosa que, como no podía ser de otra forma en un país cuya prédica es la envidia, no ha gustado nada de nada a ese gremio ultraproteccionista e inmovilista que es el taxi español.

Resulta curioso que, mientras estos taxistas se manifestaban para mostrar su descontento con la aparición de este tipo de empresas, la única opción que les quedaba a los usuarios (aparte del transporte público) era, precisamente, hacer uso de alguna de estas empresas para moverse por sus ciudades. Un diez en cuanto a estrategia, queridos taxistas: regalásteis el día a quienes consideráis enemigos. Se trata, además, de opciones generalmente más económicas que el taxi, por lo que experimentaron una rápida popularización entre los consumidores de este tipo de servicios.

En nuestro país, se da una autorización para “vehículos de alquiler con conductor” por cada 30 licencias de taxi que se conceden. Algo por lo que los taxistas llevaban luchando mucho tiempo con el objetivo de evitar que sus competidores no pudiesen crecer demasiado. Pero cometieron el gran error de pasar por alto que cuanto más escaso sea una oferta, más demanda relativa tendrá y, por tanto, resultará más rentable. Otro punto para Cabify y Uber regalado por los genios del transporte urbano.

Uno no puede, con patetismos como estos, evitar acordarse de los ludistas que, muchos años atrás, se dedicaron a sabotear las máquinas introducidas en las empresas durante la revolución industrial porque, según ellos, “perjudicaban a los trabajadores”. Parece ser que les encantaba que los obreros a los que decían defender se dedicasen a realizar trabajos sumamente peligrosos y pesados que las máquinas podían realizar de una manera mucho más rápida y sin riesgo humano alguno.

La revolución tecnológica y el avance son imparables. Tanto taxistas como estibadores, que están muy de moda últimamente, deberían entenderlo. La época de los gremios y el proteccionismo se ha acabado y evolucionamos (menos mal) hacia una economía abierta que permite, cada vez más, la entrada de nuevas iniciativas y modelos de negocio. Y, no nos equivoquemos: esto beneficia al consumidor. Así que cuando vuelvan a oír eso de que la innovación en estos sectores es negativa para los actuales profesionales del mismo, tengan cuidado: lo que quieren es seguir viviendo a costa de que usted se gaste más dinero del que podría gastarse con estas nuevas compañías.