Arte, Cultura y Espectáculos

Aquí viven fantasmas

“Yo no tengo mamá”: ¿la psicofonía que vuelve locos a los expertos es real?
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No hace falta viajar a la América profunda o las criptas de los templarios para darse un garbeo por lo sobrenatural. En realidad, el misterio nos cerca. Y es a gente como usted y como yo a quienes, de repente, sin venir a cuento, les sobreviene la visita de un fantasma (o lo que quiera que sea). Lo sabe bien Clara Tahoces, autora de “El gran libro de las casas encantadas” (Editorial Luciérnaga). Su primer encuentro con lo incognoscible fue en la niñez. “Esta vivencia marcó un antes y un después en mi vida. Y sigo atendiendo con la misma curiosidad a todo aquel que se acerca a mí para contarme con temor -a veces con vergüenza- su experiencia”. Fruto de esa pasión por entender qué se esconde al otro lado nace este libro, donde recoge numerosos fenómenos de casa encantada -no confundir con “poltergeist” (más virulento pero menos persistente y ligado más a una persona que a un recinto)- en lugares muy cercanos a los que nosotros mismos habitamos. Muchos de ellos, son edificios bien conocidos y, probablemente, hayan pasado al lado o entrado en más de uno de ellos sin saber que, ¡cuidado!, allí viven fantasmas.

Reina Sofía: féretros bajo Picasso

Hoy es el mayor centro de arte contemporáneo del país, pero el Museo Reina Sofía se asienta sobre el antiguo Hospital San Carlos, edificado a su vez sobre un albergue de indigentes. En el siglo XVII, muchos pacientes murieron por epidemias y, añade Tahoces, fue “hospital psiquiátrico, casa cuna y hospital de sangre durante la guerra civil, cuando, por cierto, también se ejerció la tortura”. En 1986, se abre el Museo y e el 91 salta la noticia: el Reina Sofía está encantado. Voces, pasos, golpes, ascensores funcionando solos, extrañas procesiones... La plantilla residente advirtió de fenómenos inexplicables, pero antes habían realizado una sesión de “ouija”, donde se manifestó un tal Ataúlfo. Llamados por el propio centro, los investigadores del Grupo Hepta entraron con su equipamiento al edificio. Descubrieron tres féretros y realizaron una sesión de mediumnidad en el que se manifestaron diversos personajes vinculados al edificio. El informe de Hepta se filtró a “Diario 16” y, tras la polémica, se hizo el silencio en torno a este asunto sin que, a día de hoy, se conozca la verdad de lo que sucedió (y quizás sucede) en el interior del edificio que alberga los Picasso, Dalí o Miró.

La Casa de las Siete Chimeneas: Elena en el tejado

Un clásico como Pedro de Répide ya habla en su “Las calles de Madrid” sobre el conglomerado de mito e historia que se da cita en torno a esta casa que, a día de hoy, es titularidad del Ministerio de Cultura: “Su historia es larga y accidentada, con su parte de misteriosa, en la que entra también la maravilla de un fantasma, bella y melancólica aparición”. Es el espectro de Elena, supuesta esposa de un montero de Felipe II muerto en Flandes, que, según algunas versiones, se consumió de pena sola en este gran edificio y, según otras, fue asesinada. De antiguo datan los “avisstamientos” de Elena en el tejado de la casa. “Era una esbelta figura de mujer, vestida de blanco, con la cabellera flotante al viento y una antorcha en la mano. Se arrodillaba mirando hacia Oriente, como si eligiese la dirección del Alcázar, y se santiguaba y daba golpes en el pecho”, escribe Répide. La leyenda cobró vida al encontrarse una osamenta femenina cuando, en 1880, se hicieron obras para ubicar en su interior el Banco de Castilla. En cualquier caso, tras la muerte de Elena, numerosos fueron los propietarios de la casa caídos en desgracia o muertos en extrañas circunstancias. Uno de sus más célebres inquilinos, el ministro Esquilache, tuvo que huir de ella en 1766 para evitar el linchamiento popular.

Palacio de Linares: un “hit” del misterio

1990. Durante semanas, día y noche, los curiosos se agolpan a la puerta del Palacio de Linares, hoy Casa de América. ¿Qué sucede? Días antes se han filtrado unas supuestas psicofonías del interior del edificio. La Prensa ha popularizado la historia. El morbo y el miedo han hecho el resto. Hay teorías para todos los gustos, pero la mayoría apuntan a un indiano que se enamoró de una tal Raimunda de Osorio, de extracción humilde. Pero las sospechas sobre la verdad del asunto estaban presentes entre los especialistas: “Estas psicofonías eran sospechosamente claras y nítidas. Eran voces, en definitiva, tan inteligibles como las de cualquier mortal”, señala Clara Tahoces. La propia autora de este libro pernoctó con un equipo de investigación en la actual Casa de América y aunque las pruebas no dieron, digamos, positivo, sí se registraron un par de anomalías que no lograban explicar. Ya en fechas recientes, el año pasado, Tahoces fue advertida por un trabajador del edificio que aún se siguen escuchando voces y sonidos.

La Diputación de Granada: “La lengua... os arrepentiréis”

La actividad paranormal en este conocido edificio granadino de la calle Mesones se remonta al siglo XVI, cuando la vieja mezquita fue convertida en Iglesia de La Magdalena. Desde entonces, y aun cuando e el XIX fue convertido en almacén, se registran desplazamientos de objetos, sonidos extraños, procesiones de imágenes religiosas, presuntos suicidios... En 1970, una multinacional extranjera rehabilita el edificio y haya restos óseos de niños, supuestamente “abortos encubiertos de monjas”, apunta Tahoces. Pero nadie da parte de aquello para evitar que la obra se paralice. Los restos vuelven a aparecer en 1985, con el inmueble ya propiedad de la Diputación. Junto a ello, se producen extraños fenómenos. Los trabajadores se movilizaron y exigieron la presencia del Grupo Omega de investigadores. Lo que vivieron allí dentro reforzaba la teoría de que algo raro estaba sucediendo: neblinas con rostro humano, figuras oscuras, voces, gritos, desplazamientos de objetos y una inquietante psicofonía: “La lengua... os arrepentiréis”. El informe trascendió públicamente y, concluye Tahoces, “como era de esperar, a partir de entonces se decidió acallar todo el asunto y un manto de silencio lo cubrió todo hasta nuestro días”.

La casa de Marble Arch: dos intrépidos españoles

Aunque sucedió en Londres, un grupo de españoles fue tetigo de este fenómeno de casa encantada a finales de los 60. Juan (hoy en día conocido productor de televisión, quien prefiere mantener el anonimato) y un amigo alquilaron un magnífico apartamento a un precio irrisorio en pleno corazón de la City, a un paso de Hyde Park. Les extrañó encontrar una ganga tal, pero se instalaron, a pesar de un curioso letrero: “Tened cuidado. No hagáis ruido y no despertéis al fantasma”. Desde las primeras noches, se sucedieron gritos espantosos. Los españoles le pidieron a la dueña y a su esposo (que vivían en la plata baja) que cesaran aquel estruendo, sin pensar que podía tratarse de un fenómeno sobrenatural. Poco a poco, aquellos se convirtió en la comidilla del barrio: unos españoles “locos” se habían atrevido a alquilar la casa de Marble Arch. Y los fenómenos se multiplicaron: la maquina de escribir se accionaba sola, un viento gélido se levantaba dentro de la habitación, los gritos se abrían solos, las cortinas se movían sin motivo y las luces del rellano se encendían solas. Tiempo después, el esposo de la dueña, que era médium según se comentaba, falleció en extrañas circunstancias. Los españoles abandonaron el inmueble cuando expiró el contrato estipulado de un año y a pesar de que todos los amigos y familiares les habían aconsejado salir cuanto antes. “La casa de Marble Arch estuvo vacía durante 40 años”, concluye Tahoces.