Novela

Tuitnovela: ¿Es la literatura del futuro? Seguramente, no

El dibujante y escritor Manuel Bartual ha puesto sobre la mesa algo que lleva años cocinándose en otros fogones: lo ha hecho Spotify con la música, Netflix con el cine y las series... Solo faltaba que alguien comenzara a sacar la literatura fuera del ámbito de los libros

Tuitnovela: ¿Es la literatura del futuro? Seguramente, no
Tuitnovela: ¿Es la literatura del futuro? Seguramente, nolarazon

El dibujante y escritor Manuel Bartual ha puesto sobre la mesa algo que lleva años cocinándose en otros fogones: lo ha hecho Spotify con la música, Netflix con el cine y las series... Solo faltaba que alguien comenzara a sacar la literatura fuera del mbito de los libros.

Seis días. Menos de una semana fue suficiente para que Manuel Bartual multiplicara por 20 el número de sus seguidores, pasando de unos nada despreciables 16.000 a más de 370.000. Dibujante, humorista y escritor valenciano, en un santiamén, pasó de ser Bartual, a Virtual y luego muy Real con páginas en Wikipedia en varios idiomas, y todo por un viaje a Mallorca y una red social.

«Ando de vacaciones desde hace un par de días, en un hotel cerca de la playa. Iba todo bien hasta que han comenzado a suceder cosas raras». Así comienza el aproximadamente centenar de tweets en los que Bartual relata una historia cíclica y de «doppelganger»: un doble lo sigue en su viaje. Hay quienes la han bautizado literatura transmedia pero se trata de un concepto simplificador y erróneo. Si bien es cierto que no tiene que estar en papel para convertirse en literatura, muchos han etiquetado de fugaz al relato de Bartual, ya que su ciclo de vida ha terminado. Y eso no es cierto. Pudo haber terminado su difusión, pero ya está en internet, en resúmenes y traducciones a varios idiomas (inglés, francés, japonés, por nombrar algunos). Y allí se quedará para siempre. Sobrevivirá al papel.

Así, lo que de verdad estamos presenciando es el nacimiento de la metaliteratura: una literatura que va más allá de la escritura, una forma de relato que recurre a la palabra, pero también a las imágenes. Y, en este contexto, Twitter e Instagram se erigen como plataformas fundacionales. Proponen una literatura súbita, fragmentada, instantánea y de difusión máxima en el tiempo y en el espacio.

Belardes, el precursor

Pero no nos engañemos. Pese a lo original que pudo haber sido la irrupción de Bartual, él mismo ha reconocido influencias de, entre otros, Orson Welles, quien en 1939 narró en forma de noticiario «La guerra de los mundos» y atemorizó a gran parte del público. Igual que Bartual, que recibió muchos mensajes de preocupación. Y también hay que tener en cuenta que no es el primero. El «honor» probablemente sea de Nick Belardes, un escritor que, entre 2008 y 2010, publicó una obra en Twitter cuando la red social apenas llevaba dos años de vida. Quienes quieran buscarla, lo pueden hacer bajo el título de «Small Pieces».

Pero lo que Bartual ha hecho es aprovecharse de los recursos de Twitter (su red social preferida) para llevarla a la mencionada metaliteratura. Las fotografías y los gifs que enriquecen su relato le dan un aire de verosimilitud que ha hecho que su historia sea creíble. Aunque sepamos que no era cierta. Eso permite que nos identifiquemos con él y con su situación rápidamente.

La otra gran ventaja que ha sabido aprovechar perfectamente Bartual es la conexión con los lectores. La tecnología ha sido el medio para que el escritor supiera al instante no solo qué pensaban sus lectores, sino también ver quiénes eran, de dónde, recibir sus sugerencias, sus críticas y, quizás, éste sea el factor más determinante en esta nueva literatura, que los lectores puedan interactuar con la obra. En directo y en ambos sentidos.

Manuel Bartual escribía sus textos y a los pocos segundos, ya miles de personas lo habían leído. En cuestión de minutos tenía ante sus ojos la impresión que sus palabras habían provocado en sus lectores. Ésta es otra de las características de la metaliteratura: la impresión ya no está vinculada al gesto editorial sino al impacto en el lector. Ejemplos de obras que convocan a la complicidad con éste hay muchos. Pero todas ellas invitan, proponen. En las redes sociales, el relato (y hasta el autor nos atreveríamos a decir) cambia cuando el lector acepta esta propuesta de cambio. Y la manifiesta. Personajes muy reconocidos como Iker Casillas, Ana Pastor, José Coronado, Clara Lago y hasta instituciones como la Guardia Civil y la Policía Nacional han dejado mensajes en sus muros para Bartual. Gerard Piqué, por ejemplo, fotografió la tarjeta de su hotel, mientras que Berto Romero cambió su foto de perfil y su nombre por el de Manuel Bartual.

La gran ventaja de este valenciano a la hora de conseguir que su relato se viralizara del modo en el que lo hizo fue construir su historia en el mismo lenguaje que cualquier timeline de Twitter: descuidado (sin ofender a nadie), directo, con palabras que todos usamos a diario y que cualquiera entendiera y, principalmente, con las que pudiera sentirse identificado. No había edición, solo inmediatez, que no es lo mismo que fugacidad. Bartual conoce perfectamente los tiempos de Twitter, tanto en cuanto a ritmo como a difusión: las horas de la mañana, la comida y por la noche. Y se servía de ello para publicar en esos momentos. Siempre dejando la miel en la boca y la inquietud de que otra cosa más estaba por suceder. Algo en lo que el lector debía participar de algún modo.

¿Qué recorrido tiene ahora? Más allá de que Bartual admite que ha comenzado a barajar la idea de hacer una película con su relato, la literatura en Twitter o Instagram (las dos redes sociales con más potencial para este tipo de piezas), tiene la posibilidad de cambiar muchas reglas de juego. Desde 2012, a nivel mundial y con la ayuda de Twitter, cada año se celebra el Twitter Fiction Festival, un concurso de relatos de ficción publicados en esta red social. En el mismo participan importantes nombres del mundo literario y hasta hay revistas, como «Nanoism», especializadas en este tipo de literatura.

Metaescritores

Pero hay más. Los que hoy conocemos como «influencers» mañana serán metaescritores, autores que van y ven más allá de las letras y cuyas historias no se cuentan solo con palabras. Son como cuentacuentos o juglares que, al no poder recurrir a la teatralidad de sus gestos, crean el ambiente con una escenografía bidimensional en la cual, por ahora, solo ha aparecido la imagen, pero que en breve también aportará sonidos y música. Todo esto modificará sin duda los conceptos de pago en las redes sociales.

No será extraño que quienes quieran continuar leyendo un relato deban ver un vídeo de determinado anunciante o deban tener una cuenta Twitter Premium de pago. Tampoco veremos como bizarro que grupos musicales busquen hacer la música para ciertos cuentos y destinados a determinados momentos de la historia. O viceversa: que autores reconocidos sean buscados para llevar la literatura a piezas musicales reconocidas. ¿Un ejemplo? Stephen King escribiendo un relatos específico para «Danza Macabra», de Camille Saint-Saëns. Bartual, con la historia de sus seis días de vacaciones, muestra hacia dónde se dirige, también, la literatura. Habrá que saber leer bien los signos para estar alertas a esta tendencia.