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Proclamación de Felipe VI

Un Rey sentado en el palco

La Razón
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Cuando los padres de Don Felipe eran aún Príncipes de España, y también después, en los primeros años de su reinado, Doña Sofía era una habitual del Teatro Real, que entonces no era un teatro de ópera, sino una sala de conciertos, una de las mejores de Europa en cuanto a condiciones acústicas. Los fines de semana daban ahí su temporada de conciertos la Orquesta Nacional y la de Radiotelevisión Española y, entre semana, organizaba también ahí sus conciertos de Ibermúsica Alfonso Aijón, con las grandes orquestas del mundo y sus directores de renombre. Para los melómanos españoles, ver a la Princesa, después Reina, asistir una y otra vez a aquellos conciertos representaba una sorpresa muy agradable, porque veníamos de unos años en los que las altas autoridades del Estado no mostraban interés por el arte musical. Doña Sofía no ocupaba el Palco Real, sino uno de los palcos del proscenio, muy laterales, encima mismo de la orquesta. Pronto, en cuanto cumplió ocho o nueve años, el joven Príncipe Don Felipe empezó a acompañar a su madre en esas tardes. Nos impresionaba mucho aquel niñito rubio y guapo que no se movía de la silla durante las fugas de Bach ni durante las grandes sinfonías románticas. Algo habría de autocontrol y buena educación en esa conducta, pero también de sensibilidad musical, porque la urbanidad sola no mantiene quieto a un niño de esa edad durante hora y pico, mientras Bruckner se toma minutos y minutos en decidirse a modular al siguiente tono. No me cabe duda de que Don Felipe tiene, desde la infancia, el oído predispuesto hacia la música. La bonita estampa de aquel niño en el palco del Real y otras muchas imágenes que tenemos todos en la memoria de Don Felipe asistiendo a conciertos –la última, hace unas semanas en la ópera, junto a Doña Letizia– no son sólo anécdotas, porque se traducen en impulso a nuestra vida musical. En ese sentido, creo que la permanente atención que la Reina Doña Sofía ha prestado a la música ha sido un factor muy importante en el espectacular avance que ha experimentado España en este terreno durante su reinado.

A partir de ahora, vamos a tener un Rey culto, de formación sólida y muy capaz. Ha dado muestras de que sabe apreciar todo tipo de música, incluida la clásica, y también de que comparte los gustos de los españoles de su generación. Es un signo de normalidad que le facilita el contacto con sus compatriotas y que, al mismo tiempo, juega a favor de la integración natural de la música de tradición clásica, cada vez más presente, con la de tradición popular. Estoy convencida de que, siguiendo el ejemplo de su madre, Don Felipe animará durante su reinado con su presencia la vida musical española.

Presidenta de la Fundación Albéniz