Premios Princesa de Asturias

Keven Mealamu y Jordie Barret: «Sorprende que se nos vea como una leyenda»

Dos miembros de la selección neozelandesa de rugby se muestran entusiasmados con el Premio Princesa de Asturias del Deporte .

Keven Mealamu y Jordie Barret: «Sorprende que se nos vea como una leyenda»
Keven Mealamu y Jordie Barret: «Sorprende que se nos vea como una leyenda»larazon

Dos miembros de la selección neozelandesa de rugby se muestran entusiasmados con el Premio Princesa de Asturias del Deporte .

Se han nombrado tantos «equipos del pueblo» como gestas se han logrado en la historia del deporte. Un conjunto de nivel medio-bajo que por ganas, suerte, justicia, azares de la vida, o vaya usted a saber, se impone a los todopoderosos para regocijo de la algarabía. Los grandes suelen dar más pereza: son guapos, ricos y, si nada se sale del guión, ganan. Como los All Blacks. Pero estos neozelandeses son diferentes. Caen bien. Nadie tiene más victorias que ellos y, aun así, son ese «equipo del pueblo». Lejos de rivalidades con australianos, por razones geográficas, estos aguerridos jugadores gustan, y mucho. Culpa de ese cóctel que componen con la integración y la convivencia de varias culturas y nacionalidades y la «humildad, el respeto y la implicación con la comunidad». Son todos estos los valores por los que el jurado del Princesa de Asturias del Deporte decidió concederles hoy el premio y aquí, en Oviedo, se ha presentado una comitiva entre las que destacan dos nombres: el ex jugador y leyenda Keven Mealamu (Tokoroa, 1979) y un recién llegado al equipo, Jordie Barrett (Nueva Plymouth, 1997). Leyenda y futuro de un rugby de muchos quilates. Con el hueco ya listo en la maleta para el recuerdo oportuno antes de volverse a Nueva Zelanda, con lo que deberán tener cuidado es con los kilos gastronómicos que involuntariamente se adhieran a su ser:

–Keaven Mealamu: Anoche –por el miércoles– nos tomamos unas judías...

–¿Un pote?

–K.M.: Sí (se relame). Muy muy rico, pero hemos tenido que ir al gimnasio a quemar todos los excesos.

Con uno de los deberes hechos por estas tierras, lo otro que tienen en mente es el partido que su selección juega mañana contra Australia. El tercero de la Bledisloe Cup. Ya la han ganado –es al mejor de tres partidos y se han hecho con los dos primeros para sumar su 15º trofeo seguido–, pero eso no importa. Barrett, con su cara de chaval a cuestas y mirando a Mealamu como ese héroe que aclamó en su día por televisión, tiene claro que con sus vecinos no hay concesiones: «No importa que haya algo o no en juego, siempre quedará el orgullo y, por ello, estamos volcados para ganar». «Son los que tenemos más cerca y ya sabes cómo es esto...», deja caer el mito. Se lo perderán –para disfrute de los Princesa– por lesión y «jubilación», así que les toca ponerse delante del televisor.

–¿Ya tienen lugar para verlo?

–Jordie Barrett: Pues hemos estado preguntando, porque nuestra idea era verlo en el hotel, pero creo que no es fácil encontrarlo en España.

–K.M.: Tendremos que buscar otro lugar.

–Que apunten los bares de la zona...

–K.M.: No nos importa en absoluto verlo rodeados de gente.

Donde sí se dieron un buen baño de masas esta semana fue en el Campus Small Blacks, que se preparó para la ocasión y en el que los protagonistas llevaron su deporte a los más jóvenes. Cerca de 800 niños y niñas disfrutaron, muchos por primera vez, de un deporte que les sorprendió y que, como cuenta Barrett, a más de uno ya ha enganchado: «Sabemos que hay mucha gente en España que elige el rugby frente al fútbol porque se sienten más identificados con los valores éticos de este deporte. Vemos mucho potencial. Sabemos de la gran pasión de España por los deportes», apunta el que se confiesa «admirador» de Nadal «por cómo ha vuelto a ganar». Si el de Manacor llevaba en los genes la competitividad deportiva de su tío Miguel Ángel, Jordie Barrett no le anda lejos. Es el tercero –de cinco– de los hijos de Kevin «Smiley» Barrett que debuta en los All Blacks. Él jugó al rugby hasta 1999 y, entonces, se propuso «criar», dijo, futuros miembros del quince negro. Y parece que no se le ha dado mal. El benjamín suma ya dos apariciones.

–¿Qué se siente al ponerse esa camiseta por primera vez?

–J.B.: Es el sueño que tienes desde pequeño, la aspiración de todo niño neozelandés. Pero no es sólo el orgullo de saltar al campo con la camiseta, sino el compromiso de mantener el nivel y el legado mostrado durante tantos años.

–¿Usted (Maelamu) saltaría al campo como si fuera «un día más en la oficina»?

–K.M.: (Risas) No es tanto una presión como la responsabilidad de liderar. No hay descanso. No debes relajarte porque dentro del equipo hay mucha competencia y siempre quieres ser el mejor. Si no es así, es imposible ser el líder de la comunidad.

–Viniendo de una referencia mundial habrá que hacerle caso.

–K.M.: Sorprende mucho cuando salgo de Nueva Zelanda que se me vea como una leyenda porque allí somos uno más: vamos por la calle, compramos la leche, el pan y nadie nos para.

–Cuesta verlo en un futbolista.

–K.M.: Somos personas totalmente normales.

Por esto caen tan bien...Y por la Haka, la danza maorí que exportan en cada partido y que tiene ese poder hipnótico en el resto, aunque no esperen verla estos días. «Como mucho en un grupo que viene de Londres», adelanta Barrett antes de que Mealamu lo zanje: «Cuando se hace delante de mucha gente pierde su carácter especial. Sólo la hacemos para nuestro oponente».