Terrorismo

El Estado Islámico diseña una cadena de atentados en Europa

Tras los ataques en Francia y Alemania, España e Italia estarían en el punto de mira del EI. Sus acciones terroristas siguen una cadencia constante para mantener un pánico permanente.

Policías investigan el lugar de la explosión registrada ayer en la ciudad de Ansbach (Alemania)
Policías investigan el lugar de la explosión registrada ayer en la ciudad de Ansbach (Alemania)larazon

Tras los ataques en Francia y Alemania, España e Italia estarían en el punto de mira del EI. Sus acciones terroristas siguen una cadencia constante para mantener un pánico permanente.

El Daesh, el Estado Islámico, continúa con su metódico plan para desestabilizar las democracias occidentales mediante la implantación de un ambiente de terror ante un atentado que puede sorprender a cualquiera en todo momento; y con una sibilina transferencia de responsabilidades, según la cual los culpables de la situación no son los que cometen los crímenes sino los que no los combaten con eficacia.

Esta táctica ha tenido unos efectos demoledores en Francia, donde se ha pasado de un apoyo ciego al Gobierno en enero del año pasado a silbarle y abuchearle hace pocas semanas en Niza. Algo parecido se produjo en Bélgica, cuando el Ejecutivo y las Fuerzas de Seguridad fueron puestas en la picota.

Está por ver lo que va a ocurrir en Alemania con dos atentados yihadistas separados por una semana, en un país que acogió a un millón largo de refugiados sólo en 2015. Y queda la incógnita de lo que los terroristas tienen previsto para España, con un Gobierno en funciones desde hace meses, e Italia.

El Daesh planifica con detalle su estrategia para lograr estos fines, y combina los crímenes cometidos por células con los perpetrados por «actores solitarios» (mal llamados «lobos»). Los atentados cometidos por estos últimos son presentados como fruto de una decisión personal en un momento concreto. Sin embargo, si se analiza lo ocurrido en los dos últimos años, se observa una extraña cadencia en las acciones criminales. En el caso de Francia, según destacan expertos consultados por LA RAZÓN, es bastante llamativo y no se puede descartar la existencia de coordinadores o dinamizadores que, bien mediante claves previamente establecidas o visitas personales, sean los encargados de poner en marcha al «suicida-asesino».

Tras los atentados perpetrados, en marzo de 2012 por Mohamed Mhera en Toulouse (siete personas asesinadas antes de ser abatido por la Policía); o el apuñalamiento, un año después, en marzo de 2013, de un soldado en París; comienza una cadena de atentados perpetrados por «actores solitarios». El 20 de diciembre de 2014, en la localidad de Joué-lès-Tours, un ciudadano francés de origen burundés ataca una comisaría de Policía con un cuchillo al grito de «Allahu Akbar» («Alá es grande»). Hirió a tres agentes antes de ser abatido a tiros.

No había pasado mes y medio, cuando el 3 de febrero, en Niza, tres militares que estaban de guardia frente a un centro de la comunidad judía fueron agredidos con un cuchillo. Mes y medio después, el 19 de abril, en Saint-Quentin-Fallavier, un individuo llamado Yassin Salhi mató y decapitó a su jefe Hervé Cornara antes de intentar volar la fábrica Air Products de Saint-Quentin-Fallavier. Fue detenido y se le vinculó con el Estado Islámico.

Los atentados de los «actores solitarios» ocurrieron en el primer semestre del año (con una cadencia de un mes y medio) en el que Francia vivió los atentados contra revista «Charlie Hebdo», en enero; un policía y una agente municipal y un supermercado judío, con un balance de doce personas asesinadas. Once meses después, Francia sufrió un nuevo ataque yihadista con un balance de 120 personas asesinadas y 300 heridos. En ambos casos, se trataba de células de varios individuos que actuaban de forma coordinada, no eran «actores solitarios».

Este tipo de terroristas no vuelven a cometer atentados en suelo galo hasta el 13 de junio de este año. Larossi Abballa asesina a un policía y su pareja, administrativa en una comisaría en Magnanville, a unos 50 kilómetros de París. Era un «soldado» del Estado Islámico y fue abatido por la Policía. El siguiente atentado, se produce un mes después, el 14 de julio en Niza. Mohamed Lahouaiej Bouhlel asesinó a 84 personas cuando embistió con un camión a una multitud que contemplaba los fuegos artificiales el día de la Fiesta Nacional.

A estos se suma el ataque de hoy a una iglesia en Normandía que se ha saldado con el asesinato del cura de la parroquía y tres heridos, entre los feligreses que asistían a misa. Los dos atacantes han sido abatidos por la policía.

Resulta llamativo, según las citadas fuentes, que en 2015 fuera elegido el primer semestre por los «actores solitarios» que, según se hace creer a la opinión pública, son los deciden el día y la hora del atentado; y, en cambio, en 2016, sea, al menos de momento, el segundo semestre. «En terrorismo no hay casualidades, eso lo sabe cualquiera que haya combatido este fenómeno delictivo, los hechos responden casi siempre a unos planes previos», añaden.