Reforma sanitaria

La reforma sanitaria de Trump, en el aire por falta de apoyos en su partido

La inesperada baja por enfermedad del republicano McCain impide aprobar el texto en el Senado

El presidente Trump se prueba un sombrero de vaquero durante una exhibición de productos americanos en la Casa Blanca, ayer
El presidente Trump se prueba un sombrero de vaquero durante una exhibición de productos americanos en la Casa Blanca, ayerlarazon

Ante la imposibilidad de sacar adelante su propuesta para sustituir la reforma sanitaria impulsada por Barack Obama, los republicanos se han visto abocados a optar por tratar de revocarla’ para a continuación sacar adelante un nuevo proyecto.

La reforma sanitaria de los republicanos vuelve a verse empantanada en el Senado. Este proyecto de ley impulsado para acabar con el denominado Obamacare –que proporciona atención sanitaria por primera vez a 20 millones de estadounidenses– sigue sin contar con los apoyos necesarios dentro del propio Partido Republicano. Y cuanto más tiempo se retrase la votación, más peligro corre la anunciada sanitaria del presidente Trump de fracasar.

Ante la imposibilidad de sacar adelante su propuesta, los republicanos se han visto abocados a optar por tratar de revocar primero el conocido como ‘Obamacare’ para a continuación sacar adelante un nuevo proyecto sanitario para el país. Así lo ha anunciado el líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, el lunes por la noche, después de que dos senadores republicanos expresaran su intención de no respaldar la propuesta republicana para sustituir el controvertido ‘Obamacare’.

Según ha explicado, la intención ahora es repetir lo que «una mayoría del Senado ya apoyó en 2015 y que fue vetado por el entonces presidente Obama: una derogación de ‘Obamacare’ con una demora de dos años para dar tiempo para un periodo estable de transición». Con ello, los republicanos tratarán de repetir la votación que en 2015 optó por derogar la reforma sanitaria por 52 votos a 47, dándose un margen de dos años para poner en marcha un sistema sustitutorio antes de las elecciones de 2018. Para poder revocar el ‘Obamacare’, McConnell tendrá que lograr el respaldo de al menos 50 senadores y luego podría necesitar 60 votos, lo que incluiría el respaldo de algunos demócratas, para sacar adelante la nueva reforma sanitaria. Por ahora no hay fecha para la votación, pero el Senado suspenderá sus sesiones el 11 de agosto para su receso estival hasta septiembre.

Con su anuncio, McConnell parece seguir las directrices del presidente, Donald Trump. «Los republicanos deben derogar el fracasado ‘Obamacare’ y trabajar por un nuevo plan sanitario que arranque desde cero. `Los demócratas se unirán!», ha señalado, en un mensaje publicado en su cuenta en la red social Twitter.

Previamente, los senadores republicanos Jerry Moran y Mike Lee habían anunciado que no respaldarían la propuesta de su partido, dejando a la formación a falta de dos votos para iniciar un debate sobre el proyecto. De esta forma, Moran y Lee se suman a los senadores republicanos Rand Paul y Susan Collins, quien ya anunciaron previamente que no apoyarían el proyecto de su partido.

Contratiempo de última hora

El líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, se había visto obligado a posponer la votación por un contratiempo de última hora. El senador John McCain ha sido intervenido de una craneotomía para retirarle un coágulo de sangre encima de su ojo izquierdo. Actualmente se encuentra convaleciente en Arizona y no puede asistir a la votación. Los republicanos están tan ajustados de apoyos que sin McCain el proyecto sanitario es serguro que no podría salir adelante.

Es una mera cuestión de aritmética: con el «no» en firme de los senadores conservadores Rand Paul y Susan Collins, McConell había conseguido asegurar 50 votos de la cámara. Pero no los tiene cien por cien seguros. Y ahora, con la baja de McCain, se quedarían con 49 votos favorables en el mejor de los casos. Los demócratas van a votar en contra. La suma es sencilla, y no sale. No son suficientes para aprobar la ley en la Cámara Alta, compuesta por cien senadores, de los cuales 52 son republicanos, 46 demócratas y dos independientes.

Los republicanos de la Cámara de Representantes aprobaron el texto en mayo. Y los del Senado no pierden las esperanzas. Incluso, el presidente Donald Trump bromeó sobre el asunto cuando admitió que «lo único que hay más difícil que la sanidad es la paz entre Israel y los palestinos».

Se desconoce cuándo McCain podrá volver a Washington, debido a que su intervención puede ser más complicada de lo que en un principio podía parecer. En el Capitolio, por los pasillos, los senadores, que prefieren que no se les cite cuando tratan este asunto, hablan de que quizá necesite para recuperarse dos semanas. De momento, sólo se sabe que le han operado de un coágulo y, según su oficina, se recupera estos días en su casa. El senador, veterano de guerra de Vietnam, de 80 años, está «animado» y se encuentra «muy bien» después de su operación. Sin embargo, sus médicos han declinado dar más detalles del estado de salud.

El paso de los días puede hacer que se acrecienten las dudas de los senadores y gobernadores, que sopesan cuidadosamente cómo les podría afectar esta medida de cara a sus votantes, ya que muchos ciudadanos perderían su acceso más bien asequible a los servicios médicos. Por ello, desde la Casa Blanca se les ataca por todos los flancos posibles. El vicepresidente Mike Pence se desplazó el pasado fin de semana a la reunión de la Asociación Nacional de Gobernadores para intentar que presionasen a los senadores de sus respectivos estados. El gobernador de Nevada, Brian Sandoval, y otros como los de Arizona, Arkansas y Ohio no están convencidos de la reforma.

La pasada semana, los republicanos del Senado introdujeron modificaciones para suavizar los recortes inicialmente previstos en la ley y ganarse así el apoyo de los moderados; sin embargo, los retoques no lograron convencer a los dudosos. Dentro del partido, este proyecto de ley suscita rechazo tanto entre los radicales –que quieren una reforma más dura que elimine cualquier poso del Obamacare– como entre los moderados, que consideran que los recortes que conlleva la aplicación del texto podrían perjudicar la situación de muchos de sus votantes en sus respectivos estados, al perder derechos adquiridos en los últimos años en materia sanitaria.