Estados Unidos

Maduro juega con los tiempos en negociación en Barbados

Reacción del chavismo al bloqueo de Estados Unidos

Nicolás Maduro participó ayer, junto a su esposa, Cilia Flores, en un acto de Gobierno en el centro de Caracas/Efe
Nicolás Maduro participó ayer, junto a su esposa, Cilia Flores, en un acto de Gobierno en el centro de Caracas/Efelarazon

Reacción del chavismo al bloqueo de Estados Unidos

La delegación opositora se quedó esperando en Barbados la llegada de los enviados de Nicolás Maduro. Desde el miércoles en la noche, los representantes del presidente de la Asamblea Nacional, reconocido por más de 50 países como líder legítimo del país, Juan Guaidó estaban instalados en la isla caribeña preparando su participación en las jornadas de discusión planteadas para el jueves y el viernes.

Pero pasadas las 9 de la noche, hora local en Caracas, comunicado oficial divulgaba en redes sociales que “a pesar de que la delegación de la oposición designada por el diputado Juan Guaidó se encuentra ya en Barbados para la ronda de conversaciones previstas para esta semana (...) Nicolás Maduro ha decidido no enviar a la delegación venezolana en esta oportunidad”.

La misiva señala que la razón principal es la “grave agresión perpetrada de manera continuada y artera por parte de la administración Trump” contra Venezuela “que incluye el bloqueo ilegal de nuestras actividades económicas, comerciales y financieras”. Además, afirma que revisarán los mecanismos para que continúe de manera “realmente efectiva”.

Apenas minutos más tarde, el propio Nicolás Maduro hablaba vía telefónica por el canal de televisión del Estado para afirmar que “la reunión se iba a realizar el día de mañana, pero estas nuevas agresiones han desviado el curso de la negociación”. Anunció también que su gobierno prepara una “contraofensiva”. En esa línea, el ministro de la Defensa pidió “justicia” y castigo para quienes han “pedido” sanciones.

Más temprano, el gobernante había participado de un acto público en rechazo a las sanciones pero fue horas después cuando anunció la decisión. Algo cambió en cuestión de horas. También quedó evidenciado por la declaración que había dado su canciller Jorge Arreaza, integrante de la delegación chavista, un día antes: “ni mil Trumps, ni cuatrocientos Boltons, ni trescientos Pompeos, ni trescientos Guaidós, van a lograr que nos levantemos de la mesa de diálogo”.

La reacción opositora fue comedida. El único que reaccionó fue el jefe de la misión de Guaidó, el diputado Stalin González: “Llevan días diciendo que creen en la paz y en el mecanismo de Oslo y a las primeras de cambio le temen a la posibilidad de un verdadero cambio político en el país”, expresó el también segundo vicepresidente del parlamento.

El politólogo Luis Salamanca cree que quedó demostrado el poco peso de Arreaza en la cúpula gobernante. “El cerco internacional puede producir efectos en la camarilla gobernante”, obligándolos a buscar alternativas políticas. José Antonio Gil Yépez, presidente del think thank Centro Democracia, cree que Maduro “lo que está haciendo es aprovechando para darle largas a esas negociaciones, no renunciando a ellas”.

El jueves, los enviados de la oposición sostuvieron reuniones con el equipo dispuesto por el gobierno de Noruega, aunque las sillas para el chavismo quedaron vacías. El punto a discutir hubiese sido el que quedó pendiente del último encuentro: la permanencia o no de Nicolás Maduro al frente del país hasta que se produzcan unas elecciones presidenciales o generales.

Curiosamente, el boletín número 165 del partido oficial, el PSUV, asegura que el proceso de diálogo facilitado por Noruega es un triunfo de Nicolás Maduro para garantizar la paz, “cuando los interlocutores de las distintas fracciones opositoras están fragmentados y fisurados”. El documento interno del partido considera incluso que la oposición está debilitada y que es la “agresión internacional” es su principal antagonista.

Eso sí, el madurismo está confiado en que los militares le son leales, a pesar de todo. “Se puede afirmar que los intentos de dividir o quebrar al alto mando militar han chocado contra el muro granítico de lealtad de los oficiales de la institucionalidad armada. Las pocas deserciones que lograron obtener, lejos de ser unos trofeos, han terminado siendo repudiados por los sectores leales. Estas traiciones no han debilitado el tejido orgánico de la Fuerza Armada Nacional, más bien se evidencia ahora que la salida de elementos débiles y traidores fortalece de conjunto la hermandad castrense”.