El Futuro de Venezuela

«Si quiere operarse, traiga usted el suero»

Una mujer embarazada aguarda en una camilla sin sábanas en un pasillo del hospital de Maracaibo antes de dar a luz
Una mujer embarazada aguarda en una camilla sin sábanas en un pasillo del hospital de Maracaibo antes de dar a luzlarazon

El desabastecimiento en los hospitales venezolanos obliga a los pacientes a pagar de su bolsillo los medicamentos.

«Si quiere operarse, traiga usted el suero», le pidió su médico a Guadalupe Sosa, una caraqueña de 73 años. Sosa necesita curarse el manguito rotador del hombro izquierdo, pero su cirujano le ha dicho que no la puede operar si no aporta ella misma los materiales. Aunque al acudir a su seguro, éste le dijo que «no les parecía normal», no hicieron nada al respecto. Desesperada, Sosa pasó semanas en busca del suero que necesita: «Sólo he conseguido 15 litros. Ya perdí la cuenta de las farmacias que he recorrido, porque en muchas no hay y en las que sí, sólo me venden dos litros al día».

La absurda situación de esta paciente es resultado de la escasez de médicamentos en Venezuela. Los hospitales sufren un desabastecimiento de materiales básicos del 67% y del 61% de material quirúrgico. Además, las farmacias sólo tienen en inventario el 32% de la lista de 151 medicamentos que la Organización Mundial de la Salud considera esenciales. La ONU denunció recientemente la grave escasez de medicamentos en Venezuela y expresó preocupación por «el deterioro en que se encuentran algunos hospitales y por la falta de personal médico».

Al desabastecimiento y la fuga de doctores –que a falta de salarios dignos y de material de trabajo, eligen emigrar– se suman la violencia e inseguridad de las calles de Caracas. Adriana Gómez-Ruiz visitó recientemente dos clínicas privadas con su hijo Alfredo, de dos años, buscando un médico que le atendiera. El niño se había caído y necesitaba que le suturaran la barbilla, pero en ambas clínicas le dijeron que no había cirujano disponible. «La verdad es que los médicos no se arriesgan a salir a la calle de noche por una cosa así. Llamé incluso a un primo que es cirujano plástico y me dijo que a esa hora no se atrevía a ir hasta su consultorio. Eran apenas las nueve», cuenta Gómez-Ruiz.

El difunto presidente Chávez instauró el control cambiario en 2003, y desde entonces el Gobierno regula el precio de las divisas extranjeras. Cualquier empresa que quiera importar productos debe obtener primero la autorización de las autoridades, que le asignan las divisas requeridas para dicha importación. Esto incluye hospitales, clínicas, farmacias y proveedores nacionales de insumos médicos. Pero la caída del precio del petróleo ha disminuido considerablemente las arcas del Estado, por lo que cada vez es más difícil que los importadores tengan acceso a las divisas que les corresponden. Así, aumenta la deuda con los proveedores extranjeros, quienes han restringido de manera importante las ventas al país, dando pie a la escasez de todo tipo de productos.

Aunque dicha crisis ha agravado la situación, muchos han venido alertando de esta emergencia desde hace años. El doctor Antonio Orlando, presidente de la Asociación Venezolana de Equipos Médicos Odontológicos de Laboratorios y Afines, declaró en enero que «en 2011 denunciamos por primera vez la falta de pago a nuestros proveedores y que no nos asignaban las divisas». La deuda a los proveedores ascendía entonces a 375 millones de dólares. Los médicos también notan la escasez desde hace años. Alexandra Nevett fue residente de medicina interna en el Hospital Periférico de Coche en 2012. Nevett recuerda que ya entonces «llegaban pacientes apuñalados y a veces no teníamos ni siquiera para suturarlos. ¡Ni hablar de los quirófanos! No había anestesia y teníamos que lavarnos las manos con solución salina porque no había agua». Pero más que a la escasez, Nevett culpa a «una combinación de negligencia y corrupción de los directores de los hospitales. Están ahí porque son amigos de alguien, pero ni saben hacer el trabajo, ni les interesa». Theodoro Pérez, residente de medicina interna en el Hospital José María Vargas de Caracas, está de acuerdo con Nevett: «Nos vemos afectados por la falta de medicamentos básicos, como antibióticos, pero el verdadero problema es la falta de un personal de gerencia efectivo. No es cuestión de ser médico o militar, sino de haber estudiado administración en salud». El director del Vargas es actualmente el diputado oficialista y médico Tirso Silva.

Una odisea para las mujeres embarazadas

En un reciente reportaje, el diario argentino «La Nación» narra cómo la escasez también afecta a la hora de dar a luz en Venezuela. Con un embarazo avanzado, Hilda Angarita tuvo que recorrer cinco farmacias en la sofocante ciudad de Maracaibo, en el occidente de Venezuela, para encontrar finalmente los parches que iba a necesitar tras la cesárea. «Mañana voy a parir y estoy en la calle. Quiero llegar a mi casa», dijo esta profesora de 37 años, abanicándose mientras descansaba tras el recorrido, que se volvió rutinario. Durante los últimos nueve meses, Angarita ocupó sus días en buscar vitaminas, pastillas de calcio, pañales y otras medicinas indispensables para su bebé. La escasez se agrava en ciudades como Maracaibo, cerca a la frontera con Colombia, por el contrabando de mercancía, que se revende a mejor precio en el país vecino.

A las 8 de la mañana, más de cien embarazadas esperan en los pasillos de un centro de maternidad. En las paredes cuelgan retratos del fallecido Hugo Chávez y de Simón Bolívar. Los chequeos de todas ellas se hacen en salas donde las temperaturas pueden superar los 35 grados debido a la falta de repuestos para el aire acondicionado. El calor no sólo resulta incómodo, sino que es un caldo de cultivo para las bacterias, advirtieron algunos médicos del hospital, que enseñan cómo pasan consulta sin tener a mano papel higiénico ni hojas para escribir sus indicaciones. Las últimas cifras del Ministerio de Salud muestran un incremento de la mortalidad infantil de 2,35% de enero a octubre del año pasado en comparación con 2013.