Artistas

La tragedia que ocultó el genio

Ni Prince ni Mayte García superaron la muerte, al poco tiempo de nacer, de su hijo Boy Gregory. Tampoco el aborto que sufrió García después y del que nada se comentó

Mayte García y Prince
Mayte García y Princelarazon

Ni Prince ni Mayte García superaron la muerte, al poco tiempo de nacer, de su hijo Boy Gregory. Tampoco el aborto que sufrió García después y del que nada se comentó

«No puedo expresar con palabras lo que siento. Él era todo para mí, fuimos una familia. Siento una profunda tristeza». Son las palabras de una desolada Mayte García, ex mujer del legendario Prince, a la revista «People» tras conocer la noticia de su muerte. Veinte años después del día de su boda, la joven que enamoró con la danza del vientre al icono pop asegura que nunca le olvidará: «Lo amé entonces, lo amo ahora y lo amaré eternamente. Ahora está con nuestro hijo».

Prince Rogers Nelson y Mayte Jannell García se casaron el 14 de febrero de 1996, cuando ella tenía 22 años y él, 37. Su matrimonio, a pesar de lo idílico que parecía, no fue ningún cuento de hadas. A los dos meses de casados, la bailarina se quedó embarazada de un bebé, Boy Gregory, que nació el 16 de octubre de 1996, pero falleció a las dos semanas debido al síndrome de Pfeiffer, un defecto en el cráneo y en los huesos de las manos y de los pies. La pareja no pudo superar la pérdida, ni tampoco la de un segundo embarazo que no llegó a término y del que no se dio ninguna información en su momento. «Perder dos bebés es algo aterrador. Tardé al menos quince años en superarlo y, todavía hoy, echo de menos a mi hijo», confesó. De hecho, pocos días después de la muerte del pequeño Boy, la pareja acudió invitada al «show» de Oprah Winfrey y fingió que seguía vivo. «Simplemente no éramos capaces de asumir su muerte», asegura. «Hemos tenido que mostrar a la gente que éramos fuertes, que teníamos fe. Pero cada día era una lucha». La pareja se separó en 1998, su matrimonio fue anulado en 1999, y se divorciaron formalmente en 2000.

Ahora, tras la muerte del genio de Minnesotta, ella ha concedido su primera entrevista en nueve años al diario británico «The Mirror», dando una visión fascinante de una de las estrellas del pop más excéntricas del planeta. «Yo era virgen cuando nos conocimos. Fue mi primer amor y no comenzó a tomarme en serio hasta que cumplí los 18. Siempre fue muy respetuoso». Una relación de dos años que «arruinó mi vida, no tanto por la excentricidad del estilo de vida de Prince, sino por el hecho de comparar a mis siguientes parejas con él. Ninguno le ha podido hacer sombra», asegura. «Recuerdo que nuestro primer beso fue extraño y abrumador. El tiempo que compartimos fue surrealista e increíble», rememora. «La última vez que hablé con él fue hace cinco años. Fue mi marido y el padre de mi hijo. No ha existido nunca ni odio ni rencor. Lo amaré siempre».

García asegura que en sus años de relación nunca se dirigió a él llamándole Prince, «yo estaba casada con la persona y no con el símbolo, a pesar de que nuestra casa estaba llena de ellos». Recuerda, además, su gran sentido del humor, su deseo de ser más alto –«para poder jugar al baloncesto. Era un gran jugador»– y su carisma y energía. «Nuestra rutina diaria era un mundo al revés. Con un estudio de música y una discoteca en casa, era difícil acostarse antes de las seis de la mañana. Cuando se está permanentemente creando, viajando y viviendo el mejor momento de tu vida, lo último en lo que piensas es en dormir. No existían los teléfonos móviles y él nunca llevaba relojes, así que no nos preocupábamos por el tiempo». Se conocieron en 1990, cuando la madre de García le presentó una cinta de vídeo de baile de su hija. Se enamoró al instante de ella y la contrató como cantante de coros en inglés y en español y como bailarina para su gira «Diamond and Pearls». Se convirtió en el centro de su carrera. Fue su musa y a ella está dedicada uno de sus grandes éxitos, «The most beautiful Girl in the World» (1994) y el álbum «Child of the Sun» (1995).

- Regalo de boda

Como regalo de boda para su «princesa», Mayte García, el ídolo compró una mansión, casi un palacio, en lo que él consideraba el paraíso: la Costa del Sol. Tras su concierto en Marbella, en 1990, quedó prendado de los encantos de la zona y localizó una parcela en una zona llamada El Paraíso. La mansión, que tras su divorcio se quedó Mayte, sigue en venta por 5.250.000 euros, en una agencia de Guadalmina. La propiedad tiene casi 6.000 metros cuadrados y una superficie habitable de 890. Once habitaciones con baño propio, piscina exterior, jacuzzi, gimnasio y pista de tenis junto a un enorme jardín. El precio incluye, además, la venta de un coche rosa.

Tras la muerte de su hijo, el cantante vivió una crisis creativa por presión de las discográficas, pero logró resurgir cuando conoció a la que sería su segunda esposa, Manuela Testolini. Actualmente, García se dedica al rescate de mascotas que han sufrido abandono y mantiene una relación con el rockero Tommy Lee de Mötley Crüe y tienen una hija adoptiva, Gia. Testolini se casó con un músico, Eric Benet, en 2011 y tuvo una hija, Amoura, en 2015. Él no volvió a casarse, pero mantuvo relaciones con otros mitos eróticos y musicales como Kim Basinger, Madonna, Vanity, la modelo Carmen Electra, Sheila E. Lee Hoffs, fundadora de The Bangles, Anna Fantastic, Susan Soonsie y su protegida, Bria Valente.

Las otras mujeres del ídolo

- Manuela Testolini

Tras la muerte del pequeño Boy Gregory, y separado de Mayte García, Prince encontró la estabilidad con una fan canadiense que trabajaba en la fundación de beneficencia del cantante. Pronto se convirtió en su asistente personal y posteriormente en su esposa. Se casaron el 31 de diciembre de 2001 y se divorciaron cinco años después.

- Denisse «Vanity» Matthews

Se conocieron en 1980, en los American Music Awards. La cantante, actriz y modelo Denise Matthews se convirtió en la amante y protegida del músico durante la siguiente década. La artista, que cambió los excesos del rock por el evangelismo, falleció en febrero a los 57 años, en California, debido a los efectos del crack en su cuerpo.