Pactos electorales
El PSC prioriza el tripartito con ERC y rechaza apoyar a Puigdemont: "No daremos apoyo a su investidura"
"La ciudadanía ha hablado claro y el independentismo en este momento no tiene una mayoría legítima como para reclamar este Govern", ha dicho Núria Parlon
La portavoz del PSC, Núria Parlon, ha afirmado este lunes que la prioridad de los socialistas es liderar un Govern tripartito con ERC y los comunes y ha rechazado rotundamente investir al candidato de JxCat, Carles Puigdemont, a pesar de sus "amenazas de bloqueo" al Gobierno de España.
En una rueda de prensa posterior a la reunión de la dirección del partido, Parlon ha explicado que ya han formado su equipo negociador, encabezado por la número dos del PSC, Lluïsa Moret, que empezará a hablar con todos los partidos, excepto Vox y Aliança Catalana.
"No daremos apoyo a la investidura de Puigdemont, la ciudadanía ha hablado claro y el independentismo en este momento no tiene una mayoría legítima como para reclamar este Govern encabezado por Carles Puigdemont. Esto le tiene que quedar muy claro a Puigdemont, aunque nos amenace con bloquear la gobernabilidad en España".
El PSC-PSOE logró ayer una nueva victoria electoral en Cataluña con 42 escaños, un crecimiento de nueve diputados. Esta victoria no es lo suficientemente amplia como para que el candidato socialista Salvador Illa pueda optar a un gobierno en solitario estable, pero sí con un acuerdo con ERC y los comunes. No hay mayoría independentista, que habría capitaneado esta vez, a diferencia de las últimas autonómicas, Carles Puigdemont. El PP multiplica por cinco sus escaños y supera notablemente sus expectativas. ERC –aunque Pere Aragonès enfrió ayer el tripartito– tiene la llave del nuevo gobierno de Illa, pero es una decisión muy difícil después de su debacle y que le abrirá grietas internas, aunque la alternativa de ir a unos nuevos comicios es una política suicida.
En este sentido, los resultados en Cataluña suponen un aval a la política de distensión de Sánchez. Los socialistas consiguen los tres objetivos con los que comparecían a las urnas. El primero, ser la fuerza más votada: Salvador Illa ha ganado las elecciones. El segundo, hacerlo con solvencia, por encima del horizonte de los 40 escaños –logran 42– y con una distancia suficiente respecto del segundo, Junts. Y el último, y quizá más importante, que el independentismo no sume mayoría. Con un Carles Puigdemont sin opciones de ser presidente, lo único que ensombrece este buen resultado es las réplicas que pueda tener en Madrid, si Junts deja de sentirse interpelado para sostener la gobernabilidad del Estado.
Con este saldo electoral, los socialistas creen que los catalanes han lanzado el mensaje de que quieren «pasar página» y poner fin a una «década pérdida» monopolizada por el soberanismo. La única alternativa para la gobernabilidad pasa por un pacto de izquierdas, entre PSC, ERC y los Comunes, todavía por diseñar si se conformará como un nuevo tripartito, o estaremos abocados a una repetición electoral, en la que los republicanos sufrirían por la polarización entre Illa y Puigdemont. La resolución de la ecuación de la gobernabilidad en Cataluña, de la que Junts quedaría descolgado, puede tener un impacto directo en Madrid.
Fuentes gubernamentales sostienen que el independentismo no tiene incentivos para dejar caer a Sánchez. Que su apuesta por apuntalar al Ejecutivo central es estratégica. Ambos partidos dependen de la aplicación de la ley de amnistía que, pese a tener un recorrido parlamentario ya tasado y próximo a su culminación, tendrá una implantación más complicada debido a los recursos y cuestiones prejudiciales que tendrá que sortear. En este contexto de judicialización, los socialistas creen que el soberanismo no se arriesgará a propiciar un ejecutivo de la derecha. Lo que sí asumen las citadas fuentes es que si ERC y Junts no precipitan el fin de la legislatura, sí elevarán considerablemente el precio de mantenerla viva.
El PSC culmina así una estrategia exitosa. «Un resultado histórico», señalaban desde Ferraz, donde se felicitaban de que la estrategia de distensión, que les ha llevado a un desgaste en toda España con decisiones como los indultos y, en última instancia, la amnistía, ha tenido su aval en Cataluña. Salvador Illa ha desplegado un perfil de «atrapalotodo», con una transversalidad capaz de aglutinar el voto progresista, pero también el de un nacionalismo hastiado por la «década perdida» del «procés». Prueba de ello son los fichajes de Josep Lluís Trapero o las adhesiones de Manuel Castells, Santi Vila o Miquel Sàmper.
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