Lima

Jorge Lorenzo: El hombre que controla cada gramo

Piloto de Moto GP. En competición, sobre la moto, el peso corporal es determinante: para ser campeón hay que cuidarse.

Jorge Lorenzo: El hombre que controla cada gramo
Jorge Lorenzo: El hombre que controla cada gramolarazon

Piloto de Moto GP.En competición, sobre la moto, el peso corporal es determinante: para ser campeón hay que cuidarse.

Su Selfierreceta: Mojitos sin alcohol

Mucho hielo, mucha hierbabuena, miel de caña, melaza o jarabe de arce para endulzar y limas. En un vaso de batidor bien grande se pone primero varias cucharadas generosas del condimento dulce escogido, un buen ramillete de hierbabuena y el zumo de una lima, se exprime bien hasta disolver el dulce y haber machacado un poco las hojas de lima y se completa con el resto de zumo de limas y mucho hielo.

Jorge Lorenzo mide 1,71 cm y pesa 66 kilos. Ser cuatro veces campeón del mundo de motos le exige una cabeza bien amueblada y cuidar su cuerpo por ser la máquina más perfecta. Controla tanto su alimentación que hasta los mojitos los toma sin alcohol. Además de campeón de motos también diseña camisetas que vende on-line. «Encima de la moto sólo pienso en la siguiente curva, pero cuando me bajo diseño con filosofía “fashion motera” porque me sirve para expresar la libertad, la rebeldía y esa personalidad fuerte que siempre he tenido», asegura. Mantiene a millones de seguidores en las redes sociales informados de todas sus cuitas profesionales, sin embargo, cómo se cuida, más allá de los cientos de abdominales que hace, no les cuenta lo que ahora vamos a descubrir en LA RAZÓN: «Me encanta comer y cocinar se lo dejo a otros. Yo sólo hago lo básico, pasta, pechuga de pollo y ensaladas. Esos básicos sí que sé cocinarlos. Me gusta todo y casi como de todo, pero mis comidas favoritas son el sushi, el jamón ibérico y la paella», enumera. Se pasa la vida recorriendo el mundo porque el calendario del campeonato es su vida: «Cambiamos mucho de países durante la competición, pero la dieta se mantiene la misma y tengo mucho control con todo. Como varias veces al día y los de competición como más pasta, hidratos, porque lo necesito para la carrera y como soy alérgico a los lácteos, los tengo prohibidos». Lorenzo es un número uno mundial y él no está para las cosas de la intendencia, «no tengo mi propio cocinero, pero en mi equipo Yamaha hay un “hospitality” que es como un restaurante en el circuito donde nos dan de comer y tenemos varios cocineros muy buenos. A veces hay sushi o cocina mejicana, aunque normalmente comemos tipo buffet».

Cocinar lo básico

En esas vueltas que le da al mundo cada temporada no duda en experimentar con nuevos sabores. «Sí, lo más raro que he comido quizá ha sido carne de cocodrilo en Australia y me supo como a conejo o a pollo. Yo sabía que era cocodrilo y lo comí porque me gusta probar las cosas de los lugares que visito». Tampoco en casa visita mucho su cocina, con lo básico se apaña y también, porque tiene la suerte de tener a alguien que le guisa y le hace la compra. «En mi casa, cuando tengo invitados, me gusta que haya sushi. Normalmente no cocino y me apaño con lo básico que se pueda hacer a la plancha. No hago nunca la compra –revela–, pero mi frigorífico siempre está lleno. Mi padre a veces vive conmigo y él se encarga de las provisiones. Normalmente la despensa y el frigorífico están bastante llenos, gracias a él, aunque todo de dieta». Un milímetro o un gramo de más en su categoría de competición se convierten en lastre. «Dentro del campeonato, tengo cosas prohibidas, como las bebidas con gas, las salsas, las comidas con mucha grasa, excepto un día a la semana, que puedo comer de todo». Esa tremenda disciplina potencia sus recuerdos de sabores: «Las lentejas de mi padre, que llevaban chorizo y verduras. Mis padres cocinan muy bien, tengo la suerte de haber disfrutado de una infancia muy buena en ese aspecto. Echo de menos mi isla, Mallorca, la ciudad, las playas y gastronómicamente, la sobrasada y el “pan olí” que es pan con aceite y tomate”.

Mi restaurante favorito

«Cualquier chiringuito al borde de una playa de Mallorca y tomarme un buen pescado, una caldereta con unas rebanadas de pan y alioli»