Partidos Políticos

A los brazos de la prensa internacional

Puigdemont y Romeva multiplican sus entrevistas en el extranjero aprovechando la recta final del camino al 1 de octubre. Esta actitud contrasta con su habitual indisponibilidad para atender a los medios con sede en Madrid

Puigdemont, durante una entrevista con la CNN
Puigdemont, durante una entrevista con la CNNlarazon

Es extraño decirlo, pero Évole puede sentirse un verdadero privilegiado, ya que su programa es uno de los pocos, poquísimos, de ámbito español que ha tenido la posibilidad de entrevistar a Puigdemont.

«Muchísimas gracias por esta entrevista. Muchísimas gracias por dar la cara incluso en estas circunstancias porque sé que en algún momento de la semana usted dudó de si hacer o no esta entrevista». Jordi Évole despidió con estas palabras el pasado domingo un especial «Salvados» emitido por La Sexta con el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont. Es extraño decirlo, pero Évole puede sentirse un verdadero privilegiado, ya que su programa es uno de los pocos, poquísimos, de ámbito español que ha tenido la posibilidad de entrevistar a Puigdemont. La política comunicativa de la Genera-litat es clara en este sentido: negar el pan y la sal a los medios españoles, a quienes el presidente catalán sólo se asoma cuando se trata de programas de la máxima audiencia.

La indisponibilidad de Puigdemont –y, en general, de los consellers del Govern– para atender a la prensa española contrasta con el entusiasmo con que se lanza a los brazos de los medios internacionales. Ayer, se produjo el último ejemplo. El titular de la Generalitat se desplazó a París para protagonizar una entrevista en Inter France, donde trató de seguir internacionalizando el proceso soberanista catalán.

La Generalitat ha puesto un gran empeño en conseguir por la vía de los medios lo que no ha conseguido por la vía diplomática. Tanto Puigdemont como el conseller de Exteriores, Raül Romeva, han multiplicado en los últimos días sus contactos con medios internacionales para aprovechar el tirón de la recta final del camino del 1 de octubre. El mensaje, machacón, se repite una y otra vez: «Esto no va de independencia, esto va de democracia».

Pero las entrevistas, a veces, avanzan por otros derroteros. Puigdemont, como ayer en la emisora pública de radio «France Inter», donde subrayó que el recurso a la violencia «no ha sido ni será jamás» una opción y reprobó que, a su juicio, «por parte de Madrid se haga apelación a la violencia». «La violencia no es una opción en Cataluña, nunca lo ha sido. Lo hemos mostrado al mundo durante seis años consecutivos de grandes manifestaciones con más de un millón de personas sin ningún incidente», dijo Puigdemont.

Para el presidente de la Generalitat, debe tomarse en cuenta «la legitimidad de los catalanes que se han expresado en las últimas elecciones en favor del derecho a decidir», algo que «en una democracia no deben regular los tribunales sino la política». Insistió en que «todo está en marcha» para el referéndum unilateral convocado el próximo domingo, que, en su opinión, «por supuesto que se celebrará».

estado de excepción

Explicó que entraba en sus planes «una reacción del Estado de ese nivel, aunque esté fuera de la Constitución, porque han reaccionado como si hubiera un estado de excepción». Aunque consideró que «no hay que prejuzgar cuál será el resultado», reconoció al mismo tiempo que «entre quienes declaran que van a ir a votar, una amplia mayoría dicen que van a votar que sí».

Preguntado sobre si celebrar un referéndum declarado ilegal no es anticonstitucional, argumentó que «España ha firmado los tratados internacionales (...) en los que está reconocido el derecho a la autodeterminación de los pueblos», y que en caso de conflicto prevalece el derecho internacional. Descalificó al Constitucional por considerar que este tribunal está «muy politizado y formado por militantes del Partido Popular», por lo que, a su juicio, «siempre va a decir lo que el Gobierno quiere que diga».

Además, consideró que el pacto nacido de 1978 está «acabado», sobre todo a partir de 2010, cuando el Tribunal Constitucional «cortó lo que habíamos aprobado en el Parlamento catalán y en el español y que se votó en referéndum». Tras reiterar que una solución «a la escocesa», con una consulta pactada, es su prioridad, señaló que una eventual declaración unilateral de independencia «no está sobre la mesa», ya que antes «queremos ver cuál es la opinión de los catalanes».