Política

Pilar Ferrer

13-E: el derecho a decidir de Mas

13-E: el derecho a decidir de Mas
13-E: el derecho a decidir de Maslarazon

Entre la tozudez de Artur Mas y los nervios de Oriol Junqueras. Así discurre el escenario político catalán, ante la incertidumbre de un posible adelanto electoral. Con posiciones muy encontradas y un fuerte malestar en Convergencia por el ultimátum del líder de Esquerra Republicana que fija en quince días el tope para la decisión del presidente de La Generalitat. Cada día que pasa, la presión de Junqueras va en aumento, muy inquieto por la irrupción de Podemos y la dispersión de voto en sectores de la izquierda. Las conversaciones entre Mas y el máximo dirigente de ERC han sido tensas, hasta el punto de que en el último encuentro hubo de mediar la presidenta de la ANC, Carme Forcadell, partidaria de la lista unitaria defendida por Mas. Según testigos presenciales, ante la rotunda oposición del republicano, el presidente le lanzó un reto: «Si quieres la independencia, sé generoso y plantea menos exigencias».

Fuentes de ambos partidos coinciden en que tras la pseudoconsulta del nueve de noviembre el soberanismo ha entrado en barrena. «Lejos de fortalecernos, estamos a tortas», reconoce un veterano dirigente de CIU. En efecto, Artur Mas insiste en su lista unitaria «de país», porque sabe que le dará mejor rédito electoral. Ello choca frontalmente con la estrategia de Junqueras, empecinado en listas separadas que le benefician y porque no desea cargar con el fantasma de la corrupción que atenaza a las filas convergentes. Enrocados ambos en sus posturas, el presidente no ha desvelado aún sus planes y, según su entorno, se ha fijado el 13 de enero para hacerlo. Ese día, Mas hará balance de la Legislatura y podría ofrecer alguna pista, algo que no hizo en su discurso de Fin de Año y que dejó al líder de ERC «con un palmo de narices», dicen en la sede republicana. Circula por los despachos catalanes una frase que resume la situación y se atribuye al primer secretario del PSC, Miguel Iceta: «Mas y Junqueras mantienen el pulso del caballito». Es decir, el presidente intenta convencer al republicano para que le lleve «a la chepa» camino de la independencia. Pero Junqueras no está dispuesto a cargar sobre sus hombros el escándalo Pujol y los casos de corrupción que se ciernen sobre Convergencia. Además, está nervioso por el hecho de que el proceso soberanista acabe saturando a los ciudadanos, algo que ya empiezan a reflejar las encuestas, y sobre todo por la atracción de Podemos hacia un voto indeciso, no muy convencido de la independencia. «Junqueras tiene prisa y Mas no tanto», advierten los convergentes partidarios de agotar la Legislatura y potenciar el victimismo ante Madrid. En el Palau de La Generalitat y en CIU empiezan a cansar las continuas presiones de Junqueras. «Con el chantaje nada gana», aseguran en el entorno de Mas. Por el contrario, en ERC visualizan también su malestar: «El presidente habla de unidad pero solo quiere hacer su voluntad». Desde Esquerra se ha llegado a amenazar a Mas con su comparecencia ante la Comisión de Investigación del Parlamento catalán, dónde ya están citados Jordi Pujol y su esposa. En un principio, Esquerra se opuso, pero podría ahora revitalizar el asunto. Algo que en Convergencia califican como «un golpe bajo». Por otro lado, el frenazo a los Presupuestos no es un obstáculo insalvable para Mas, dado que el PSC le ha ofrecido su apoyo y el resto de los grupos pueden abstenerse. Es la tesis que siempre ha mantenido el líder de Unió, Duran Lleida, que no ve factible una lista conjunta y prefiere cumplir los plazos. En su opinión, «Es hora de gobernar y no todavía de votar».

En medio de este tira y afloja, nadie se atreve a confirmar un adelanto electoral, pese a que las «catalinas», Carme Forcadell y Muriel Casals, ahora apoyos del presidente, son también partidarias de convocar los comicios antes de mayo. Artur Mas afronta el nuevo año un futuro judicial incierto. Si las querellas del TSJC prosperan, podría enfrentarse a una inhabilitación que le impediría ser candidato. Es lo que barajan los partidarios de un adelanto electoral, frente a quienes están a favor de acudir a las municipales de mayo y mantener el calendario. En cuanto al resto de partidos, el PSC, el PP y Ciudadanos defienden agotar la Legislatura. «Obsesionado con la ruta soberanista se olvida del bienestar de los catalanes», afirma el dirigente del PP catalán Enric Milló. Las fuerzas de izquierda, ICV y la CUP sí plantean elecciones plebiscitarias, pero mucho más urgidos por el avance de Podemos que por la independencia en sí misma.

En medios económicos y empresariales mantienen el mensaje de dialogar con Madrid y buscar acuerdos en materia de financiación y fiscalidad. Así se lo han hecho llegar una y otra vez al presidente, si bien éste todavía no ha concretado sus intenciones. A estas alturas, obstinado en la lista única, solo le quedan dos opciones: consumarla con el respaldo de la ANC y Omnium Cultural, sin Esquerra, y adelantar los comicios. O prorrogar los Presupuestos, agotar el calendario y esperar tiempos mejores. Ahora mismo, las posturas en CIU están divididas entre quienes abogan por convocar en febrero, y los que prefieren pasar el filtro de las municipales de mayo, dónde las encuestas dan un ligero repunte a CIU, y aguantar hasta las generales. De momento, Mas deshoja la margarita y sólo él tiene la última palabra. Aunque a veces, «ni él mismo lo sabe».