Ely del Valle

Equilibrio

La Razón
La RazónLa Razón

No está de más que España se implique y busque apoyos a la hora de determinar qué se hace ante la avalancha de personas que llegan a Europa huyendo de los suyos. El nuestro ha sido un país abandonado a su suerte en el tema de la inmigración ilegal por gran parte de los países de la UE que durante años nos consideraron artífices de un efecto llamada fruto de una política a medio camino entre el «buenismo» y la demagogia. Ahora que el problema se ha extendido hasta las puertas de quienes no se sentían afectados, urge poner soluciones que no se conviertan en un problema mayor. Y puestos a hacer piña, mejor con Alemania, que, nos guste o no, suele conseguir que la balanza se incline hacia donde ella señala. Puro pragmatismo. Por un lado, nos conviene encontrar aliados para fijar algunos criterios sobre el reparto de refugiados más allá de los de población o riqueza económica –nuestra tasa de paro nos obliga a ser menos generosos de lo que quisiéramos–, y por otro, la suspensión del espacio Schengen, como país de entrada que somos, tampoco nos favorecería, y Merkel ya ha dejado claro que intentará evitarlo. La visita de Rajoy a la canciller alemana, más allá de que estuviera pensada para otras cuestiones e independientemente de su rédito electoral –unos la usan para promocionarse,y los otros para promocionarse criticándola– nos viene bien para intentar buscar acuerdos previos a la súper cumbre de mediados de septiembre que, seamos realistas, dará paso a otras muchas– los líderes políticos son como los alpinistas: nunca se conforman con una sola– antes de que se llegue a ese difícil equilibrio que consiste en ser solidarios sin poner en peligro nuestro Estado del Bienestar y sin que sufra nuestra cultura judeo-cristiana tan dada a la culpabilidad.