Carlos Rodríguez Braun

Se acaba el hielo, oiga

La Razón
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Eso de que la gran mayoría de los científicos avala las predicciones más alarmistas sobre el calentamiento de la tierra es un camelo. No hay tal consenso, y nunca lo hubo. De hecho, hasta los ecologistas han dejado de hablar obsesivamente del «calentamiento de la Tierra». Dado que ese calentamiento no se ha acentuado en las últimas dos décadas, ahora se ha impuesto el «cambio climático», que no quiere decir que el clima cambie, cosa que ha hecho siempre: quiere decir que el clima cambia de forma inminente, creciente y catastrófica por culpa de la acción libre de los humanos, por lo que urge recortarles aún más su libertad y sus bienes. Y eso no es verdad.

El consenso supuestamente científico del apocalipsis climático forma parte del catecismo de la corrección política, como denuncia el científico Richard Lindzen, experto en clima del MIT. Como los Estados tienen casi el monopolio de la investigación sobre el clima, esto guarda alguna relación con la tendencia a sugerir que efectivamente es un problema gravísimo. «Ciertamente, oponerse a esta idea sería suicida para la carrera de un joven académico». Sin embargo, la pretensión de que cualquier calentamiento (o incremento del CO2) es malo y anuncia la catástrofe es simplemente «ridícula».

Concluye Lindzen: «Los alarmistas climáticos responden que algunos de los años más cálidos registrados han ocurrido durante la última década. Dado que estamos en un período relativamente cálido, esto no es sorprendente, pero no dice nada sobre las tendencias... Es fundamental evitar la propensión ecologista a considerar cualquier cosa que sea mala en grandes cantidades como algo a evitar en cualquier nivel, por pequeño que sea. De hecho, un pequeño calentamiento probablemente sea en muchos aspectos algo beneficioso».

Dentro de la tendencia a ser lo más alarmista posible está el aumento del nivel de los mares, algo que por cierto se produce desde hace miles de años. No hay ninguna señal de que sea ahora motivo de alarma. Ironiza así el profesor Lindzen: el hecho de que Al Gore y Susan Solomon , que estaba en el IPCC, «hayan invertido mucho dinero en propiedades junto al océano avala la idea de que todo es más propaganda que ciencia».

Para aterrorizarnos con el final de los osos polares nos dijeron que disminuía el hielo en los polos. Lo cierto era que disminuía en el Ártico, donde viven esos osos, en el verano, pero aumentaba en la Antártida. En años recientes el fenómeno se ha estabilizado. Sin embargo, se realizaron extrapolaciones temerarias que concluyeron que el Polo Norte se iba a quedar sin hielo y los osos polares sin hábitat. Y nos juraban que esos bellos animales iban a desaparecer. Era y es, como siempre, mentira.