Feria de San Isidro

Galán, Puerta Grande contra los elementos

El rejoneador manchego salió a hombros en una tarde tormentosa bajo el efecto de la Champions.

Sergio Galán colocando banderillas cortas en las Ventas
Sergio Galán colocando banderillas cortas en las Ventaslarazon

El rejoneador manchego salió a hombros en una tarde tormentosa bajo el efecto de la Champions.

Las Ventas (Madrid). Vigésimo segunda de San Isidro. Se lidiaron toros, reglamentariamente despuntados para rejones, de Benítez Cubero y Pallarés (5º), desiguales de presentación. El 1º, bueno y con codicia; el 2º, manejable pero a menos; 3º y 6º, con movilidad y exigentes; el 4º, con bondad; el 5º, buen toro, noble y con transmisión. Media entrada.

Rui Fernandes, rejón muy trasero y caído (saludos); rejonazo, pie a tierra, descabello (silencio).

Sergio Galán, buen rejón (oreja); buen rejón (oreja).

Joao Moura, pinchazo, rejón caído (saludos); rejón trasero, tres descabellos (silencio).

Cemento, mucho cemento. Demasiado para estar en San Isidro. Hasta poco si tenemos en cuenta el contexto. Tarde tormentosa y ese huracán futbolístico de una ciudad colvulsa en plena final de la Champions. Siendo Madrid el epicentro de semejante tsunami entre las dos aficiones de la ciudad quizás, sólo quizás, hubiera convenido adelantar clarines y timbales. Por aquello de no tirar piedras contra nuestro propio tejado. Si hasta Granada, a cientos de kilómetros, se cubrió las espaldas... Incomprensible sin sentido. Pese a ello, la media entrada, siendo condescendientes, de fieles que ocuparon su localidad en la piedra pudieron disfrutar con la tercera Puerta Grande de Sergio Galán en otros tantos San Isidro. De vacío se había ido Sergio Galán hace justo una semana. No quiso repetir balance siete días más tarde. Una oreja paseó del segundo, justo de fuerzas, con el que demostró la profundidad de su cuadra con «Descarado» y el bayo «Trópico». Pero fueron las piruetas de «Titán»y, sobre todo, con «Óleo» un poderoso carrusel de cortas en un palmo, muy reunido, las que acercaron el trofeo. El rejón de muerte, en todo lo alto. De efecto fulminante. Rubricó su enorme tarde con los aceros con otro gran rejón al buen quinto. Lo enceló en una baldosa con «Amuleto». Luego, templó con «Ojeda» toreando a dos pistas. Auténticos muletazos en los cambios de pista. «Apolo» pisó terrenos muy complicados, con torería, y se lo dejó llegar muy cerca. El carrusel de cortas con «Óleo» fue la guinda. Oreja de ley.

Joao Moura y «Perera» fueron protagonistas en el tercero. El luso toreó muy templado de costado y llevó templada la embestida de un animal exigente y con fijeza al que quebró muy ajustados en banderillas. Arriesgó en los embroques, pero un pinchazo en la suerte suprema hizo que cualquier opción de triunfo se desvaneciera. Cuando asomó el sexto, poco más de un millar de valientes quedaba en el tendido. Aguacero puro. Torrente de valentía de Moura, en esas condiciones, una quimera, rejonear. El ruedo, un barrizal ya. Brilló sobre «Xeque-Mate» con los garapullos. Esfuerzo sin premio por el acero.

Otro portugués, Rui Fernandes, esperó al que rompió plaza, que salió con muchos pies y tuvo codiciosa emoción, en la boca de chiqueros sobre «Canario». Emocionantes arrancadas, que luego refrendó en banderillas con «Cervantes». Ahí, llegó lo más destacado. Buena doma y técnica refinada, sin estridencias. Clasicismo. Luego, el filo del rejón viajó muy trasero y en los blandos, razón por la que el presidente se mantuvo firme pese a la mayoritaria petición. Nada que ver con el noble cuarto -para entonces la desbandada ya había comenzado- al que quebró de salida en los medios con el primer rejón de castigo y que posibilitó buenas banderillas a lomos de «Estoque». Sin embargo, marró en uno de los ramos y enterró el de muerte en los blandos. Silenciado. La tarde era de Galán. Puerta Grande en San Isidro, la Champions del toreo.