Vacaciones

Todo en uno en Ribadesella

Mar, montaña, cuevas prehistóricas, dinosaurios... En octubre, la villa asturiana lanza el concurso «Enamorarse de Ribadesella». Tan sólo hay que hacer un vídeo en su rincón favorito. Lo difícil es quedarse sólo con uno

La calles de Ribadesella emergen entre el mar Cantábrico y los Picos de Europa
La calles de Ribadesella emergen entre el mar Cantábrico y los Picos de Europalarazon

Mar, montaña, cuevas prehistóricas, dinosaurios... En octubre, la villa asturiana lanza el concurso «Enamorarse de Ribadesella». Tan sólo hay que hacer un vídeo en su rincón favorito. Lo difícil es quedarse sólo con uno

Lo tiene todo. Ribadesella es de esos destinos que nos sorprenden por regalarnos prácticamente todo lo que imaginamos cuando diseñamos una escapada. Y aunque suene pretencioso, las expectativas se cumplen en esta pequeña villa asturiana que mira con humildad al mar Cantábrico. Aquí hay playa y montaña casi a partes iguales; gastronomía maridada con cultura; historia vestida de arte moderno; tradición fruncida con deporte y aventura... Aunque Ribadesella copa todos los titulares en verano, cuando se realiza el famoso descenso del río Sella, lo cierto es que ahora es una época perfecta para conocer la esencia de la localidad en estado puro.

La primera postal que llama nuestra atención cuando ponemos un pie en Ribadesella es la fusión de colores. El azul del Cantábrico contrasta con el intenso verde de los Picos de Europa, que asoman detrás. Para comprender la idiosincrasia de esta villa y disfrutar al máximo de la panorámica que forma el municipio con su entorno, lo más recomendable es ascender hasta la ermita de la Virgen de la Guía, patrona de los marineros, ya que desde este privilegiado mirador se puede contemplar la amalgama de posibilidades que ofrece la ciudad. Eso sí, sin pasar por alto la peculiaridad de esta pequeña ermita renacentista. Y ya que estamos aquí, merece la pena esperar a que caiga el sol para contemplar cómo los tonos rojizos se apoderan del mar y tornan el puerto pesquero y la playa en una idílica estampa.

Pero mejor que mirar es callejear y empaparse de la esencia marinera y del rico pasado que se respira a ras de suelo. Ribadesella ha crecido al mismo tiempo que lo ha hecho su arte. Los siglos XVI, XVII y XVIII cobran su máximo esplendor en la parte más antigua de la localidad. De hecho, el Ayuntamiento, que fue Palacio de Prieto-Cutre, conserva intactos sus sillares labrados y los escudos de un apellido noble. Y a ello se suman vidrieras y ventanales que recuerdan el Renacimiento que aquí dejó clavada su impronta. La ruta se dilata entre balcones abarrotados de flores con arcos y voladizos, escudos familiares y laberintos de piedra que nos llevan por un casco antiguo que conserva el encanto de antaño.

Desde el puerto deportivo, bordear la ría nos adentra en el paseo marítimo de la playa de Santa Marina, jalonada por los palacetes de indianos de principios del siglo XX y cuyo inicio coincide con la desembocadura del río Sella. La vuelta puede realizarse por el parque del Malecón, una zona que destaca por la marisma y su valor ecológico. Este paseo puede hacerse en cualquier momento del día, ya que con la iluminación nocturna también es muy atractivo.

Otra opción es realizar el paseo de la Grúa, donde nos topamos con seis paneles de cerámica que nos cuentan la historia del puerto de Ribadesella con dibujos de Antonio Mingote que también explican leyendas de xanas, trasgos y cuélebres. Además, también hay montañas por las que adentrarse a través de rutas señalizadas, como la Peña Pagadín o la Cruz de Llames.

En familia

Viajar en familia a Ribadesella es de lo más gratificante cuando los niños sienten que la historia que leen en sus libros puede contemplarse a un palmo. Eso es lo que ocurre en la cueva de Tito Bustillo, declarada Patrimonio de la Unesco y considerada uno de los santuarios preshistóricos más importantes del mundo. De hecho, la cueva está muy bien pensada para visitar con niños, pues cuenta con talleres y actividades específicas para ellos. De otro estilo, aunque tampoco defrauda, es la cuevona de Cueves, una cavidad natural que es la única vía de comunicación con el exterior de un pequeño pueblo situado entre el río y la montaña.

La otra gran visita en familia es por el litoral de Ribadesella, Colunga y Villaviciosa, conocido como la costa de los dinosaurios, ya que los tres municipios esconden algunos de los restos más importantes del jurásico español en forma de huellas.

Durante octubre, la villa propone al viajero participar en el concurso «Enamorarse de Ribadesella» y ganar un fin de semana gratis. Tan sólo hay que hacerse un vídeo en su rincón favorito. Lo difícil será elegir cuál. Más información en la página web www.ribadesella.es.