Imagen de la portada del libro «La Guerra Civil española»

La historia dibujada

Proliferan los cómics y libros ilustrados centrados en episodios muy concretos de la historia

Están proliferando los cómics y libros ilustrados centrados en episodios muy concretos de la historia, son obras muy recomendables y más allá de su valor visual o narrativo, se erigen en un preciado trabajo de acercamiento histórico, cuando no en inmejorable y documentado reportaje de gran alcance. Entre los que recurren a la memoria familiar para, a partir de ahí, construir un relato, se encuentra el excelente «Heimat. Lejos de mi hogar», en el que su autora, la alemana Nora Krug, muestra cómo vivieron sus antepasados el nazismo. Considerado uno de los mejores libros del año por «The New York Times», recuerda a otro magnífico trabajo, «Rediscovering Pape», corto documental de la andaluza María Royo, que realizó un aproximación similar sobre la figura de su bisabuelo y su conexión con la Alemania nazi.

«Naftalina», de la argentina Sole Otero, comienza en 2001 en su país, poco antes del «corralito», pero después supone una mirada retrospectiva a los orígenes italianos de su familia, protagonista de tragedias y duros sacrificios, encarnados en la figura de la abuela. Frente a los colores vivos de «Naftalina», «Alois Nebel» se presenta en un expresivo blanco y negro, idóneo para contar una historia con toques de pesadilla que tiene lugar en Checoslovaquia durante la dictadura comunista y que vivió un ferroviario con problemas mentales. Éste era el abuelo de Jaroslav Rudis, autor junto a Jaromír 99 de este cómic, publicado inicialmente en tres volúmenes y que ahora aparece reunido en uno. Iniciativa análoga es la que ha llevado a publicar juntos dos de los títulos más premiados del italiano Igort, los imprescindibles «Cuadernos ucranianos» y «Cuadernos rusos»; en el primero denuncia el horror del «Holodomor», la terrible hambruna que derivó en genocidio del pueblo ucraniano bajo el mandato de Stalin en los años 30. Tan estremecedor como éste es el dedicado a Rusia, que rescata del olvido los crímenes de la guerra en Chechenia y en particular el asesinato de la periodista Anna Politkovskaya. Aunque tenga el sello Marvel y derroche acción y violencia, «El castigador soviético, de Garth Ennis y Jacen Burrows, supone otro regreso al pasado, no precisamente esplendoroso, de la Unión Soviética, cuando ésta invadió Afganistán. En cuanto a nuestro pasado, es altamente recomendable «Estampas 1936», del dibujante Miguel Navia y el guionista Felipe Hernández Cava, autor de un soberbio epílogo, que sigue la estela de Manuel Chaves Nogales. Éste y otras destacadas figuras como Clara Campoamor, Arturo Barea, Julián Besteiro o Juan Ramón Jiménez están presentes a través de unas citas que acompañan muchas de estas 36 estampas sobre los inicios de la Guerra Civil y las consecuencias de los sectarismos de ambos extremos. Perfecto complemento a este libro es el gran trabajo, no sólo como dibujante sino también como guionista, que el malagueño José Pablo García ha realizado a partir de «La Guerra Civil española», de Paul Preston. «Apenas» hay que retroceder unos años para llegar hasta otro episodio importante de nuestra historia, relatado en «Numancia, hijos de las cenizas», con el que Raúl Balen y Pedro Segade pueden conectar con una generación ignorante, por desgracia, de lo que supuso esta gesta.

Imagen de la obra «Estampas 1936»
Imagen de la obra «Estampas 1936»La Razón

La publicación de una obra de Joe Sacco es siempre una buena noticia. Tras sus magníficos trabajos sobre Palestina y la antigua Yugoslavia, nos presenta ahora «Tributo a la tierra», brillante crónica periodística en la que pone su mirada en los pueblos indígenas del norte de Canadá, asolados por el desarraigo cultural y educativo, el alcohol y la explotación económica de sus recursos naturales.

@miguel_olid