Tribuna

Detrás de las luces de Navidad

Tras la ornamentación, “hay capital humano, familias con las que las compañías del ámbito de la iluminación decorativa hemos crecido”

Empleados del Grupo Ximenez con las labores para la iluminación
Empleados del Grupo Ximenez con las labores para la iluminaciónServicio Ilustrado (Automático)GRUPO XIMENEZ

Entre los cientos de miles de imágenes que nos ha dejado Filomena se ha colado entre tanto blanco la todavía instalada iluminación navideña, aun a la espera de su vuelta a casa si el temporal y las limitaciones de la pandemia –y cualquier otra sorpresa que nos pueda tener preparada 2021- lo permiten.

En el equipo las vemos y se escapan las sonrisas. Las luces de Navidad son siempre nuestro trabajo más especial e importante en todo el año, pero nunca imaginamos que un día se convertirían en nuestro “salvavidas”. Han sido la única vía para superar un año también en blanco, marcado en nuestra actividad por la cancelación de ferias y fiestas en primavera y verano. Y tras esa travesía, desde el sector hemos afrontado igualmente una campaña navideña en el foco de los cuestionamientos surgidos durante estas raras fiestas. Respetando todas las opiniones, desde Ximenez nos hemos hecho en ese tiempo muchas preguntas, pero sobre todo una: ¿conocemos (conocen) las implicaciones de negar el trabajo de una industria entera?

Hace poco recordaba con uno de nuestros montadores los trabajos artesanales de antes: bocetos con témperas en cartulinas, escalados de las estructuras a tiza, soldaduras de infinitas piezas en el suelo… En nuestro caso, estamos hablando de un trabajo con 75 años de solera, que se esfuerza por modernizarse, que lucha por competir en el extranjero sin dejar de devolver a su entorno lo que este le da, que persevera para aportar valor y vanguardia a las ciudades, para que las luces de Navidad sean un estímulo para ellas.

¿Qué pasaría si no se instalaran?

Detrás de las luces de Navidad hay capital humano, familias con las que las compañías del ámbito de la iluminación decorativa hemos crecido. Hay personas, negocios, ciudades por las que - apelando siempre a la responsabilidad frente a la situación sanitaria- debemos reivindicar el impacto positivo de nuestro trabajo y abrirlo ante quienes sólo ven unas cuantas bombillas colgadas.

La Navidad es eterna para nosotros. Trabajamos durante todo el año para que, durante unas semanas que son el respiro de otros negocios, esas bombillas luzcan colgadas. Las mismas que ahora acompañan al manto de nieve en buena parte de España están siendo desmontadas y transportadas por los equipos que con el mismo cariño las montaron, serán recibidas por personas encargadas de cuidarlas y almacenarlas, darán la bienvenida a otras piezas ideadas por diseñadores e ingenieros que estudian durante meses… Y otros muchos trabajarán desde sus mesas para que esta industria movida por las emociones no pare nunca.

Se presenta un nuevo año lleno también de incertidumbre y seguimos luchando para que ‘las nieves’ de la situación de nuestro sector no nos arrasen, para resbalar menos que el año pasado, para no enfriarnos, para superar cualquier temporal que se presente bien arropados por la ilusión que despertamos en las personas, algo que también es capital de este sector.

Las luces de Navidad no se apagan en enero, siguen brillando todo el año gracias a las personas que están detrás de ellas. Y también a las que resisten como consecuencia de su existencia. Recordémoslas cuando disfrutemos de su destello en nuestros ojos con total normalidad, pero también cuando ‘los temporales’, las crisis, no nos dejen ver más allá del caos y la incertidumbre.