Medio Ambiente
La segunda vida de las salinas de Bahía de Cádiz
Gracias al desarrollo de la acuicultura, el parque natural gaditano ha ganado en biodiversidad y, de paso, se ha convertido en uno de los principales motores económicos de la zona
Gracias al desarrollo de la acuicultura, el parque natural gaditano ha ganado en biodiversidad y, de paso, se ha convertido en uno de los principales motores económicos de la zona
Nada dura eternamente. Por eso, algunos terrenos que antiguamente eran fértiles, ricos en biodiversidad y con una actividad que impulsaba la economía del entorno, ahora son meros desiertos. Sin embargo, esto puede cambiar con tan solo buscar los puntos fuertes de la zona. Eso es lo que ha pasado en el parque natural de la Bahía de Cádiz, un oasis de naturaleza que limita con las localidades de Puerto Real, El Puerto de Santa María, Rota, San Fernando, Cádiz y Chiclana de la Frontera. Hace unos años, este terreno era prolífico para explotarlo con fines salineros pero, con los ritmos de producción actuales, este método artesanal que se remonta a la antigua Roma ha dejado de ser rentable, tanto que se reduce a pequeñas compañías que concentran sus ventas en pequeños mercadillos en los que sacan partido a su sello ecológico. Pero, en paralelo, la acuicultura ha aparecido en el horizonte como un rayo de esperanza no solo desde el punto de vista económico, sino también en el plano ambiental.
Avances ambientales
Precisamente de eso trata el proyecto “Integrate. Acuicultura integrada: una solución eco-innovadora para la sostenibilidad de la Región Atlántica”, que lidera el Centro Tecnológico de Acuicultura de Andalucía (Ctaqua) y que ha tenido como campo de pruebas el parque natural gaditano. En la Salina Belén, la empresa familiar Estero Natural ha puesto en marcha estos avances a través de un sistema que permite cultivar distintas especies acuícolas de diferentes niveles tróficos en un mismo espacio, lo que multiplica la eficiencia mediambiental y socioeconómica de la actividad.
En este caso se trata de doradas, ostiones (estos moluscos son su prioridad) y algas que crían en embalses distintos pero cuya agua corre por un circuito subterráneo que los conecta. Los resultados ya llevan un tiempo a disposición de los consumidores, aunque de momento solo los pueden disfrutar los que se acerquen a los mercados de la zona.
Uno de los mayores retos fue adaptar lo máximo posible las condiciones a las mareas ya que aseguran que este detalle se nota en el sabor del alimento, en especial del ostión, que Estero Natural trae sobre todo de Francia para su engorde.
Para el cultivo del molusco, los responsables de Estero Natural se valen de unas plataformas que flotan de los embalses y a las que se adhieren los ostiones. Las bases se sumergen y se sacan a la superficie periódicamente para imitar la acción de las mareas, siempre protegidas por unas redes para evitar la incursión de las aves. “La ostra es un producto caprichoso, en el paladar se nota la época del año”, contó uno de los acuicultores en el “wokshop” sobre prácticas ecoeficientes en acuicultura que organizó Ctaqua a principios de mes.
Los que se dedican a la acuicultura y apuestan por introducir los últimos avances en sus instalaciones demandan más apoyo y menos obstáculos de las administraciones. “Pese a que la acuicultura multitrófica integrada está siendo fomentada por las principales políticas de la UE, existen muchos límites sociales, administrativos y legales que no permiten el pleno desarrollo de estos sistemas de producción”, lamentan desde Ctaqua en referencia a la infinidad de permisos necesarios para criar cada especie.
Pero ya se han puesto manos a la obra para erradicar estas trabas: “Un grupo de expertos europeos trabaja desde hace más de dos años en fortalecer las redes de colaboración entre el ámbito científico, la empresa y la Administración con el fin de poner en valor todo el conocimiento adquirido y convertir esta innovadora solución de acuicultura sostenible en una realidad en Europa”.
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