Consumo
Informe CNMC ¿salud VS consumo?
Una economía abierta y competitiva como es la española debe disponer de una Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia que vele por el buen funcionamiento del mercado. Creo que en esto todos estamos de acuerdo.
Resulta también fundamental que sus decisiones sean independientes. La defensa de intereses de parte no es lo aconsejable en un Estado de Derecho.
No está probado que las recomendaciones que propone en su informe este órgano mejoren la eficiencia económica de la prestación farmacéutica y que ni mucho menos eleven los niveles de protección de salud pública. Más bien cabría esperar lo contrario.
Es previsible que la venta de medicamentos sin receta en supermercados o la venta de fármacos en internet induzcan al consumo, lo contrario que debe hacerse con el medicamento, que precisa de consejo profesional; de una receta o de un sistema que evite el fraude por falsificación.
Confundimos a menudo la red asistencial farmacéutica de las más extensas de Europa, con «propuestas» de gran consumo donde lo que prevalece es la cuenta de resultados. La diferencia entre medicamento y cualquier bien de consumo es obvia.
El sistema de farmacia regulado y planificado asegura un nivel de capilaridad fundamental en la asistencia a la población con un alto grado de protección de la salud, como reconocen los propios ciudadanos.
De la salud de las personas no cabe el beneficio lucrativo de las empresas. Cabe la profesionalización, el consejo, la información y las políticas de salud en materia de prevención y promoción que, en la mayoría de las ocasiones, son contrarias al interés del gran capital.
La farmacia está preparada para afrontar el reto de una sociedad cada vez más envejecida, dependiente y polimedicada desde una óptica de independencia profesional, sin seguir al dictado de intereses de las grandes cadenas de la distribución. Los objetivos y estrategias en ambos casos son tremendamente equidistantes.
Buscamos prestar el mejor servicio a la población. Si buscásemos su vertiente mercantil posiblemente seríamos los primeros en solicitar su liberalización, entendiendo con ello el fin de la intervención de los precios y de los márgenes de los medicamentos, así como de sus descuentos, cuyos ingresos recaudados hoy retornan al SNS.
Esto sí sería una competencia real y no «a la española» como parece desprenderse del mencionado informe. No obstante, no lo recomiendo.
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