Salud

Trombos y gestación

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Un el décimo quinto aniversario de este exitosísimo A TU SALUD, en cuyas páginas me honro en colaborar, vamos a tratar acerca del trombo-embolismo venoso, que es un término utilizado para describir los coágulos sanguíneos que se desarrollan en las venas principalmente de las piernas asociado a un coágulo que ha viajado a los pulmones: la conocida como embolia pulmonar.. El embarazo aumenta las posibilidades de desarrollarlo entre cuatro y cinco veces más. Esta tendencia a formar coágulos de sangre probablemente ha evolucionado para proteger a las mujeres de hemorragias en el momento de un aborto espontáneo o del parto. Las posibilidades de trombo-embolismo son aún mayores en las primeras 6 semanas después del parto, en que aumentan de 20 a 80 veces, respecto a una mujer que no está embarazada y no ha dado a luz recientemente. Sin embargo, para las que los han que lo han tenido en el pasado, el embarazo generalmente requiere algún tipo de anticoagulante de forma preventiva. En estos casos un embarazo es de alto riesgo, por lo que la planificación familiar es especialmente importante. Una mujer y su pareja deben decidir si quieren tener hijos y si es así, cuándo, dado que su riesgo aumenta seriamente durante la gestación. El uso de heparina y de heparinas de bajo peso molecular se considera de elección para tratar a mujeres embarazadas, con antecedentes o cuadros agudos de trombo-embolismo sin mayor riesgo de defectos de nacimiento o problemas de sangrado en sus bebés. Además su uso es seguro porque no cruza la placenta ni entra en la circulación del bebé en el útero. Debido a que la heparina puede aumentar el riesgo de complicaciones hemorrágicas si se encuentra en el sistema de la madre en el momento de un posible aborto espontáneo o del parto, se deben tomar precauciones para reducir riesgos. Los anestesistas generalmente esperan para colocar un anestésico epidural hasta que la paciente haya estado sin heparina durante más de seis horas y si se necesita alivio del dolor durante el trabajo de parto se pueden pautar analgésicos opioides en lugar de una epidural. Si se requiere un parto por cesárea y existe heparina en el organismo, se puede aplicar anestesia general en lugar de anestesia espinal.

Las mujeres que requieren anticoagulación a largo plazo y están amamantando pueden cambiarse a anticoagulantes orales tipo la warfarina una a dos semanas después del parto, cuando el riesgo de hemorragia mayor ha disminuido y es seguro tomar anticoagulantes superpuestos. La warfarina no ofrece complicaciones durante la lactancia. Existen múltiples opciones para la planificación familiar y la anticoncepción dependiendo de si una mujer y su pareja desean tener hijos o no. Si deciden no tener hijos, la esterilización es una opción. La femenina se logra mediante la interrupción de las trompas de Falopio (ligadura de trompas). La masculina, o vasectomía, se realiza bajo anestesia local; es más seguro, más efectivo y menos costoso que la ligadura de trompas laparoscópica femenina. Si la opción es la de tener hijos, la mujer debe elegir un método anticonceptivo reversible de acción prolongada, como un dispositivo intrauterino (DIU) o un implante subcutáneo. Pero hablemos ahora de los riesgos con los métodos hormonales de control de la natalidad, o sea, las píldoras anticonceptivas que son el método más popular en occidente. Contienen la hormona estrógeno y/o la hormona progesterona sintética. Desafortunadamente, las píldoras anticonceptivas que contienen estrógeno y derivados de progesterona sintética aumentan el riesgo de trombosis venosa de dos a seis veces. Los parches y anillos hormonales, que también contienen estrógeno y derivados de progesterona aumentan aún más el riesgo, probablemente porque las hormonas se absorben continuamente. La mayoría de los anticonceptivos de solo derivados de progesterona no aumentan el riesgo de posibles trombos, con lo cual el facultativo debe valorar si es la mejor opción en pacientes con este tipo de problemas.