El primer pensamiento es para el Madrid-Bayern, para la semifinal de la Champions (bueno, mentira, lo primero que piensas es que es festivo y que maldita sea, por qué te has levantado tan pronto). Pero después sí que te preocupa Nacho. Te gustaría acercarte a él y preguntarle (¿le llamarías Nacho o Ignacio? Tú le conoces de siempre, él de nunca) preguntarle cómo se siente, si ha descansado bien y si está listo para frenar a Ribery y conseguir que el Real Madrid llegue a la final de Kiev

Luego haces lo de siempre: repasas toda la prensa deportiva en busca de la última clave, lees con un poco de nostalgia lo que dice James del Madrid y lamentas no haber ido a la compra ayer, porque resulta que no tienes casi nada para desayunar y es puente y todo está cerrado y no sabes si tienes suficiente comida congelada para pasar el día.

Que va pasando. Te pones la camiseta del Madrid de hace dos temporadas para ir a correr un rato, hoy que ha salido el sol y hace fresco, la temperatura perfecta, por tanto. Pero miras un rato Twitter, para ver la última hora, para ver si Lucas Vázquez ha colgado algún tuit donde deje entrever que puede hacerlo bien como defensa. Y se te hace tarde, como siempre que piensas en ir a correr. Demasiado tarde con tanta nada por hacer.

Se te olvida sacar la comida del congelador porque te has pasado el resto de la mañana pensando en lo que tiene que hacer Zidane para ganar al Bayern. Que no eche el equipo hacia atrás, pero que tampoco se vaya hacia delante para no dejar espacios; que tenga el balón, pero que también se lo dé a los alemanes para pillarles a la contra

Que son muy malos atrás y muy lentos lo sabes mejor que nadie. Por lo menos has visto partido y medio del Bayern esta temporada.

Comes pizza, evidentemente.

La siesta acorta la tarde. No has salido a correr, pero tampoco te has quitado la camiseta del Madrid que te pusiste. Empiezas a estar nervioso. Coges aire como Cristiano Ronaldo y te planteas ir a Concha Espina a recibir el autobús. Pero luego no te va a dar tiempo a volver a casa.

Mandas un par de whatsapps a los grupos de madridistas que tienes. Miras Twitter para comprobar cómo va el ambiente, te pasas por las webs de Sport y del Mundo Deportivo, porque siempre es divertido.

No queda nada ya. Los nervios te dan hambre y te das cuenta de que mañana es fiesta otra vez, que no va a haber nada abierto y que vas a tener que comer pizza otra vez. O mejor hamburguesa. Pero entonces sí que sales a correr y a sudar la camiseta.

“Como tenéis que hacer vosotros”, gritas ya a la tele encendida, enfadado, entusiasmado, nervioso, hambriento como sólo se puede estar en una semifinal de Champions.