El Estado Islámico utiliza a niños para decapitar a rehenes

El Estado Islámico está siempre dispuesto a superarse en salvajismo y atrocidades, incluso con la utilización de niños. En uno de los últimos vídeos que han difundido incluyen la decapitación con cuchillo de cuatro “prisioneros”, con su correspondiente mono naranja, por parte de cuatro niños y adolescentes, uno de los cuales aparenta no llegar a los diez años.

Las escenas, grabadas con toda su crudeza, desde el comienzo del asesinato hasta que el niño-adolescente se aleja del lugar con la decapitada en la mano, son de las más duras que se han visto.

En todos los casos, se observa en primer lugar al “ejecutor”, que con un puñal militar, tipo “Rambo”, pronuncia unas palabras en árabe sobre las razones por las que se va a dar muerte a la víctima, todos ellos adultos.

Los niños-adolescentes siguen el mismo ritual que sus “maestros” y, para dar mayor “veracidad” al vídeo, se incluyen sus nombres: Abu Bakr Al Turkmani; Qatada al Farisi; Omar Al Faruk al Turki y Khattab ar Rusi.

El vídeo comienza con una referencia a que los protagonistas ya han salido “de sus camas”, por lo que se pueden incorporar al combate, y concluye con una alocución de su “jefe” Abo Az Zber At Turky, que aparece con los niños-adolescentes, todos menos de 18 años, y unos yihadistas adultos detrás de ellos. Como “lección” final, asesina a otro “prisionero”, esta vez con un kalashnikov, mediante varias ráfagas absolutamente innecesarias porque la víctima está muerta, como si quisiera que sus “alumnos” aprendieran del odio que lleva dentro.

Tal y como se ha publicado en este blog, existen otros videos en los que niños hacen de suicidas para conducir coches bomba contra objetivos elegidos por el Estado Islámico. En uno de ellos, titulado “Mi padre me dijo” se proclama que los niños son el futuro del califato y, a la vista de lo grabado, del terrorismo más salvaje. De hecho, aparece un grupo de menores que asesina con pistolas a varios rehénes en un edificio en ruinas. Uno de ellos llora después de matar a la victima. Seguro, que en la próxima ocasión no le permitieron expresar esos sentimientos.