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Presupuestos para cambiar el modelo ZP

Presupuestos para cambiar el modelo ZP
Presupuestos para cambiar el modelo ZPlarazon

El estruendo que algunos protagonistas de la política española provocan con sus declaraciones solo persigue que no se escuchen los argumentos, la lógica y la razón. Cuanto más ruido, menos capacidad auditiva tienen los ciudadanos y contra eso luchamos desde el PP donde la responsabilidad es siempre una guía de actuación en los grandes retos y problemas de nuestro país.

Es la financiación autonómica, sin duda, uno de esos pilares del funcionamiento territorial que debemos mejorar. Los valencianos sabemos mucho de ello, por desgracia. Mal financiados estamos desde que José Luis Rodríguez Zapatero optó por implementar el actual modelo que nos aleja de la media estatal de percepción de fondos. Lo defendimos durante años en solitario y padecimos con crudeza la infrafinanciación cuando gobernábamos en la Comunidad Valenciana en plena crisis económica.

Los mismos socialistas que se pusieron entonces de perfil para no desgastar a su entonces secretario general claman ahora contra Mariano Rajoy. Es el caso de Ximo Puig quien, ahora al frente de la Generalitat Valenciana, contribuye a ese estruendo para tapar su ineptitud para gestionar nuestra Autonomía y para complacer a sus socios de Gobierno, los nacionalistas de Compromís.

Nadie niega que los valencianos estamos mal financiados, de hecho fuimos los primeros en denunciarlo, pero sí que hay que analizar las circunstancias y eliminar el ruido para que se puedan interpretar bien las pruebas. A nadie escapa –ni siquiera a los expertos que han ayudado al Gobierno valenciano a fijar su posición en este tema– que es necesario inyectar entre 13.000 y 15.000 millones de euros más en el sistema para mejorar la financiación autonómica. ¿Es posible abordar esta iniciativa sin tener aprobados los Presupuestos Generales del Estado? Obviamente, no.

Cuando pedimos a Ximo Puig altura de miras para que el PSOE apoye las cuentas estatales no lo hacemos por cálculos electoralistas, sino porque sin esos presupuestos no se podrá mejorar estructuralmente el actual modelo. Sí hacen Puig y la vicepresidenta, Mónica Oltra, proyecciones de desgaste en clave partidista cuando califican de chantaje esta petición, aunque lo que deberían reconocer es que es la única forma de cambiar el sistema vigente.

Del mismo modo que el hecho de que Cataluña no tenga un Ejecutivo autonómico conformado condiciona, y mucho, cualquier debate sobre la mejora de la financiación. ¿Cómo se arma un nuevo modelo sin una parte importante del país presente en él? Impensable.

La situación sociopolítica en España se puede considerar excepcional y en ese contexto Puig debería empujar a favor de un consenso que contribuya a estabilizar el país. Y no lo hace, al contrario, azuza la ruptura y eso es altamente irresponsable. El PP sí ha demostrado a lo largo de su trayectoria que es capaz de ofrecer esa estabilidad como cuando apoyó a Patxi López para que pudiera ser Lehendakari y gobernar cuatro años. Ahora le toca al PSOE demostrar esa solvencia democrática.

Lo más preocupante, siendo lo anterior alarmante, es que Puig ya ha demostrado su incapacidad para gestionar. Esa falta de rigor en el Gobierno autonómico la intenta tapar con el lloriqueo constante por la falta de fondos estatales. Su responsabilidad es mejorar la vida de los cinco millones de valencianos y no lo hace porque anda enfrascado en la ayuda a los afines, la creación de chiringuitos y agencias de colocación que detraen de los Presupuestos autonómicos una importante cantidad de dinero que debería ir destinada a cuestiones básicas del bienestar social.

Las dificultades que se presentan en la rapidez y calidad de la atención en la sanidad pública no se solucionan por falta de presupuesto. Y la educación es un caos por los caprichosos decretos que han convertido la competencia lingüística en una guerra en la que el castellano es el enemigo a batir, mientras los barracones son las infraestructuras donde siguen estudiando miles de alumnos.

Frente a estas prioridades Puig ha optado por financiar una Radiotelevisión autonómica llena de presuntas irregularidades en su proceso de reapertura –al servicio del ideal nacionalista de Compromís– y ha abierto un sinfín de agencias para que los “suyos” puedan tener un salario público. Más de 380 millones de euros se nos van por ese sumidero, al tiempo que la ejecución de los presupuestos autonómicos es bajísima y que se consignan partidas de ingresos ficticias.

El discurso victimista funciona si tú has hecho todo lo posible con los fondos que gestionas, y no es así. Puig disfruta de 2.600 millones de euros más de los que tuvo el último Gobierno autonómico sustentado por el PP. Y todo sin mover un dedo, simplemente por la mejora económica impulsada por el Gobierno de España y por la mejora de la afluencia turística. Y también por la contención del gasto que dejó como herencia el PP al rebajar los intereses a pagar por la deuda, con el Fondo de Liquidez Autonómica como principal protagonista.

Toca pues exigir responsabilidades a Puig para que deje de buscar excusas y gestione con coherencia. Compartimos que hay que aunar esfuerzos para mejorar el modelo de financiación de Zapatero que perjudica, entre otros, a los valencianos, pero denunciamos que el presidente autonómico pretende engañar a los ciudadanos para camuflar sus múltiples carencias.