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El amor

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Voy a escribir, creo, uno de los artículos más difíciles de mi vida, en letra tipo “andále móno” con acento de Cortázar o de Borges. Pocos hombres varones se atreven a escribir sobre el amor, no ya digo escribir sino expresarse fuera de los tópicos románticos del siglo XIX.

A mí no me importa arañar las hojas de la yerba, hacer pozos dentro de mí mismo para encontrar el manantial de Withman.:

“Yo me celebro, / y cuanto hago mío será tuyo también, / porque no hay átomo en mí que no te pertenezca”.

Pero podría hacer un compendio sobre el desamor porque es mi especialidad profesional y parece ser que también vital.

Llevo tanto años en el mundo del conflicto, con el instrumento del derecho de familia como arma, que debería haber dejado de creer en el amor de pareja hace ya mucho tiempo. Y sin embargo aún sigo creyendo, aunque para otros que no para mí, harto ya de espejismos

Escribo sobre el amor y escribo sobre mí mismo porque no hay átomo de mí que no pertenezca a la mujer con la que estoy. No sé lo que piensan sobre el amor las parejas que comienzan su camino, hijos que se casan o padres de esos hijos que coinciden en el tiempo hacia más allá del horizonte. Pero el amor está en el principio de toda aventura, de todo renacimiento, porque sin él no hay nada en el sentido esencial de la negación. Claro puede haber dinero, bienes, personas alrededor, admiración ficticia, vasos comunicantes vacuos, pero eso no es lo que lleva a la plenitud.

El Derecho de familia, es el derecho del amor. Ni Ortega y Gasset ni Julián Marías enfocaron el amor hacia la mujer, que es mi opción personal, como una materia de ciencias sociales. Ni que decir tiene que Fernán Caballero, Zorrilla, Espronceda y Bécquer, pensarían que el mundo ha cambiado demasiado. Ellos son más de las “maripositas en el estómago”, yo no lo soy ni poco ni mucho.

Sin embargo, en la base de todo el derecho de familia está el amor, porque sin él no se construirían las relaciones jurídicas de todo tipo que un hombre y una mujer levantan. No es posible generalizar nada, generalizo por crear literatura nada más, pero sin amor no habría hijos o no se generarían físicamente centros de vida, o discusiones sobre formación religiosa o académica o solidaridades, o gastos extraordinarios o intercambios de patria potestad, o divorcios por colapso del amor, o guardas y custodias compartidas y los chicos a la universidad, ni gestaciones subrogadas ni modificaciones legislativas.

¿Que somos los abogados de Familia?, los abogados del amor y para el amor. Supongo que no siempre hago las cosas de manera coherente con lo que escribo, eso me da más miedo que hacer pozos en mi espíritu. En el conflicto del desamor, hace mucho frio y las grandes pasiones negativas surgen, el amor en negativo, bien por problemas mentales, bien por problemas emocionales, bien por dolor simple y llanamente, y abstraerse como abogado a la dureza de la lucha, una lucha que puede matar o lesionar emocionalmente a una, dos, tres, y más personas, de muchas edades, que integran el mundo familiar montado sobre el amor roto que se explosiona, es muy difícil. Pero el objetivo es el mismo, el trabajo para la restauración del amor, para que la planta generadora de todo vuelva a la yerba, para que no haya ni vencedores ni vencidos. Trabajo para dar una oportunidad a la esperanza, para que el desamor se vaya y para que, ya que el tiempo se me ha terminado a mí, otros puedan hacer el viaje maravilloso del amor con tiempo.

Reflexionaba sobre un concepto de amor que integrase lo que es el derecho de familia. Es decir, el sentimiento convertido en un hecho de consecuencias jurídicas y la esencia de lo que como abogado de familia busco, mi filosofía del derecho de familia. Son dos minutos cincuenta y nueve segundos de los años 70 del siglo XX. El amor son dos minutos y cincuenta y nueve segundos, y eso puede ser toda una vida, pensemos en ser dos minutos y cincuenta y nueve segundos. Así escrito quizá no sea suficiente para captar una luna llena, pero es una canción de Lluís Llach, mejor dicho, cuando Lluís Llach era el, de todos, con su música y no su política.

El amor desde el derecho de familia es soplar las velas del barco que va en viaje a Ítaca cuidado del canto de las sirenas.

Vull estimar el teu cos fins el mai,

Fins cansar-me,

Fer de la teva pell corriols i estimballs,

Jo, vianant d´amor si tu ets el meu viatge,

I addedegar-me del tot si tu ets la meva Font.

Vull tot l´aroma fresc de la teva besada,

Poder sentir els segons pels batecs del teu cor,

Jo mariner expert si tu ets la meva barca,

I amarinar-me amb tu més enlla de l´horitzó.

https://www.viasona.cat/grup/lluis-llach/viatge-a-itaca/fins-el-mai