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Un reality show creado bajo la tragedia de Diana Quer
Ana Rubio Jordán.
La Guardia Civil se ha empeñado a fondo durante 500 días en resolver la desaparición de la joven madrileña Diana Quer. Ahora que se ha resuelto el misterio de su desaparición, es también una buena ocasión para reflexionar sobre el tratamiento informativo que se le ha dado al caso. En las primeras semanas se publicaron especulaciones sobre una posible fuga y se emitieron juicios sobre la personalidad o el comportamiento de la joven, algo lamentablemente habitual cuando se trata de violencia contra las mujeres.
La desaparición de Diana dio lugar a que sus seres cercanos se viesen envueltos en una especie de reality show en el que destapar los trapos sucios familiares. El foco de atención fue la madre de la joven y la supuesta relación “idílica” con la hija que trató de vender a los agentes que le interrogaron, cuando la realidad es que les había ocultado en un principio que Diana ya se había fugado en otras ocasiones por discusiones parecidas a las que mantuvieron aquella noche. A esto hay que añadir la retirada de la custodia de la hija menor, Valeria, lo que parecía cuestionar la capacidad de Diana López como madre.
De las continuadas escapadas de casa de Diana se pasó a hablar de sus traumas adolescentes, de su falta de autoestima, de su sueño de convertirse en modelo, de su anorexia, de las peleas con su hermana, de su deseo de vivir con su padre puesto que no soportaba a su madre, de la mala relación entre sus progenitores, etc. Todas las cadenas, tanto públicas como privadas, decidieron remover en el fango en busca de basura con la que dar carnaza a los programas televisivos de turno, aquellos que saben muy bien cómo la audiencia se dispara ante temas de gran impacto social.
El caso dio lugar a toda una colección de noticias morbosas publicadas bajo la excusa de la tragedia, siendo la mayor parte de ellas totalmente innecesarias. Durante 500 días el suceso ha dado lugar a cuatro grandes acontecimientos: que Diana desapareció un 22 de agosto de 2016, que su móvil fue encontrado dos meses después, que en abril del pasado año el juez archiva el caso ante la falta de pruebas y que, tras un año y cuatro meses de la desaparición, la Guardia Civil detiene al principal sospechoso junto al hallazgo del cuerpo de la joven.
El tratamiento informativo de todo lo relacionado con el caso Diana Quer y con la detención de su supuesto asesino, El Chicle, ha sido en su mayoría contrario a la ética y al rigor periodístico. No han sido pocos los medios que han dado un enfoque sensacionalista y provocador a las informaciones sobre el caso, lo que ha desencadenado el enfado en las redes sociales de una gran parte de la audiencia que se pregunta cómo puede haber tanta falta de sensibilidad ante determinados temas y ante la difusión de determinadas imágenes.
Sin duda los medios de comunicación tenemos una gran responsabilidad al respecto, más preocupados en ocasiones por la dichosa guerra de las audiencias que por informar con el rigor necesario. Toca ahora hacer ejercicio de concienciación, y parar a pensar en la sociedad que queremos formar. Con motivo del juicio a “la manada” (y ahora el “caso Arandina”) se han escrito numerosos artículos hablando sobre violencia de género que ponen en duda el tratamiento informativo dado a este problema, lo que ha generado reacciones entre algunos colectivos feministas, quehan denunciado el lenguaje utilizado en diferentes campañas contra las agresiones machistas.
Pero, ¿cuál es entonces la manera adecuada de informar acerca de esta lacra que es la violencia machista y que tanto nos afecta en nuestro país? El diario Lamarea.com y la ONG Oxfam Intermón han creado un Taller de comunicación y género que da una serie de pautas a seguir sobre el tema y cuya consulta resulta de utilidad para estudiantes y futuros profesionales de la información. Destacamos, principalmente, cinco aspectos a tener en cuenta cuando nos enfrentemos a la redacción de una noticia que versa sobre violencia de género:
- Huir del sensacionalismo y de las informaciones que aporten detalles macabros y escabrosos, especialmente, cuando se relata la forma y el modo en el que sucedieron los hechos.
- Tratar con respeto a la víctima. Es conveniente evitar dar detalles que puedan perjudicar a la persona fallecida y a sus familiares y amigos, como puede ser el difundir imágenes de su domicilio o aportar datos personales que puedan comprometer su privacidad.
- A la hora de informar, evitar el uso de “atenuantes circunstanciales” para quitar responsabilidad al agresor, como dar detalles de la vestimenta de la víctima o de su aspecto físico en general.
- No tratar las informaciones que abordan el tema de la violencia machista como un suceso más, ya que de esa forma se pone a la altura de un asesinato o cualquier otra clase de violencia, cuando responde a motivos muy específicos, como es el machismo.
- Conseguir cambiar el foco en las campañas para visibilizar al que perpetra la agresión más que a la que la sufre ayuda a comprender quién es el verdadero culpable. Desde algunos círculos feministas siguen echando en falta campañas que insten a los hombres a no cometer agresiones sexuales más que depositar en las mujeres toda la responsabilidad.
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