Turismo
Aquelarres y brujería en un pequeño pueblo soriano
La localidad fue considerada un importante foco que aparece recogido en el Tribunal de la Inquisición de 1527-1530
Se trata de una pequeña localidad en una de las provincias más despobladas de España. Apenas 130 habitantes pero que en su día fue considerada un importante foco de brujería. Estamos hablando de Barahona, un municipio al límite de con Guadalajara, rodeado de lagunas que atraen a multitud de aves. En su cerro se hallaba hace tiempo un antiguo castillo-fortaleza, de la que actualmente solo se conserva su torre, de construcción defensiva, y que comunica con numerosas atalayas distribuidas por los campos y pueblos de alrededores.
También en lo alto del pueblo se encuentra la iglesia de San Miguel, que según la leyenda cuenta con un complejo entramados de pasadizos subterráneos procedentes de la antigua fortaleza.
Pero la historia de Barahona nos traslada a hace cinco siglos, cuando fue considerada un importante foco de brujería como viene reflejado en los diarios e la Santa Inquisición. De aquí ya surge mucha literatura y demasiadas leyendas. En dicho diario se recoge que varias penitenciadas habían ido a bailar allí, en el Campo de las Brujas.
Y es que hoy aún se mantiene el monolito de piedra conocido como "El Mojón de las Brujas" o "El Confesionario de las Brujas", donde se realizaban los aquelarres y donde se confesaban. Un lugar que era un punto de reunión. Cuentan que Quiteria Morillas venía volando con sus compañeras desde pueblos próximos para participar en estos aquelarres.
La piedra caliza cuenta en su centro con un orificio de 15 centímetros de diámetro y lleva esculpida la B de las brujas. Y es que todo el entorno de la localidad hace referencia a este mundo de brujería como los Pozos Airones, que dicen las malas lenguas que el origen de estos sumideros, capaces de tragar grandes cantidades de agua, se debe a las brujas que cavaban machacando la tierra con el culo.
Ya en el siglo XVII Diego Torres de Villarroel situaba en este paraje un relato fantástico que luego serviría de inspiración a Goya para la ejecución de su cuadro de su famoso cuadro "El Aquelarre".
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