Cultura
¿Qué pequeño pueblo medieval seduce por su arco, murallas y su castillo convertido en cementerio?
Está considerado como uno de los municipios más bonitos de España y está considerado como Conjunto Histórico Artístico desde 1964
Muchos son los pueblos que cuentan con una gran riqueza patrimonial en España. Muchos son los municipios que atraen cada vez a un mayor número de turistas por los atractivos que ofrece. Pero pocas son las villas que en su pequeña urbe reúnan tantos tesoros arquitectónicos como la que existe en una de la provincia de Soria, a menos de dos horas de Madrid.
Esta localidad está considerada como uno de los pueblos más bonitos de España, y fue declarado Conjunto Histórico Artístico en el año 1964. Además recibe el sobrenombre de "La ciudad del cielo" por su particular localización: está a 1.092 metros de altitud.
Este pueblo es Medinaceli, y es reconocido en todo el mundo por sus monumentos romanos. Pero cuenta con muchos más atractivos, que le convierten en un lugar ideal para pasar un fin de semana en familia. La villa fue un enclave estratégico de primera magnitud durante siglos gracias a su ubicación en lo alto de un cerro entre el valle del Jalón y el valle del Arbujuelo. Su origen se remonta en la antigua Occilis, "ciudad de los belos y municipio post-romano". Desde el tiempo de la ocupación romana, sobre un cerro al este del que ocupó la Occilis celtíbera. Durante la dominación romana de Hispania, se empezaron a explotar las salinas en el valle y se construyó en la villa el arco romano y la fuente de la Canal, cuya excelente agua proviene de las mismas canalizaciones y depósitos de decantación que construyeron los romanos.
Medinaceli fue frontera divisoria entre cristianos y musulmanes. A su alcazaba árabe parece que vino a morir, según algunos autores, el caudillo Almanzor en 1002, presuntamente en ruta de retirada de la batalla de Calatañazor. Igualmente, durante la Guerra de la Independencia, el Empecinado se hizo fuerte en la plaza, ante el ataque de las tropas napoleónicas. Hacia 1129, el rey de Aragón, Alfonso I El Batallador, conquista definitivamente los territorios del alto Jalón, con Medinaceli y el enclave de Molina. Poco tiempo después pasaría a manos castellanas.
A la caída del Antiguo Régimen la localidad se constituye en municipio constitucional en la región de Castilla la Vieja, que en el censo de 1842 contaba con 398 hogares y 1600 vecinos. A mediados del siglo XIX disminuye el término del municipio porque independiza a Salinas de Medinaceli. A finales del siglo XX crece el término del municipio porque incorpora a Beltéjar, Benamira, Blocona, Esteras de Medinaceli, Fuencaliente de Medinaceli y Salinas de Medinaceli. Fuencaliente incorpora a Azcamellas y a Torralba del Moral.
Declarado Conjunto Histórico Artístico en 1964 y ganador del Premio Municipio Turístico de la Provincia de Soria en dos ocasiones, cuenta con unas calles empedradas y tan estrechas que el visitante puede rozar con los dedos de ambas manos sin apenas estirar los brazos. Este paseo en el tiempo es un paseo por la historia, que nos llevará por murallas, arco romano, mosaicos, palacios, iglesias, conventos, etc.
Entre sus atractivos monumentales destacan:
- El Arco Romano: Construido como arco del triunfo en el siglo I, se trata del único en España con tres vanos. El monumento sigue el modelo del arco de Trajano, con una decoración simple pero eficaz. Es el emblema de la Villa medinense y el modelo utilizado en toda la señalización de nuestro país para indicar monumentos nacionales.
El Arco se encuentra aceptablemente conservado salvo por su decoración, desgastada, fruto del emplazamiento en que se erigió, como entrada monumental a la ciudad. Dicha ubicación no es casual, sino que se escogió para que fuera visible como símbolo romano desde gran distancia. Además de su función conmemorativa, algunos historiadores afirman que el Arco señalaba el límite entre los conventos jurídicos de Caesaraugusta y Clunia.
Fabricado por completo en sillería, se reforzaron sus juntas con cantos y mortero. Su tamaño es de 13,20 metros de longitud por 8,10 metros de altura y 2,10 metros de grosor. El vano central servía para el acceso de carruajes y animales, mientras que los pequeños vanos laterales eran para ciudadanos y viajeros a pie. Existen marcas que indican la presencia en ambos flancos de letras en bronce, ya perdidas, que indicaban qué conmemoraba exactamente el Arco.
Desde él, las vistas del entorno de la Villa son espectaculares. A más de 1200 metros de altura, se domina todo el entorno: el cerro de la villa vieja (Occilis), los valles de Arbuxuelo y el Jalón y las salinas.
-Puerta Árabe: También conocida como Puerta de la Villa, es la entrada más occidental a la ciudad y una de los accesos originales del primer asentamiento romano. Pese a su origen imperial, debió ser reconstruida y ligeramente variada en su posición en la época árabe, y de ahí su nombre. Las numerosas reformas que ha sufrido a lo largo de los siglos han variado ligeramente su construcción original. En el siglo XII, cuando Alfonso I “El batallador” conquista de nuevo estas tierras, de nuevo se reformó el aspecto de la puerta. En 1370, cuando Medinaceli pierde su condición de Concejo independiente y pasa a pertenecer a Bernal de Bearne, la ciudad vuelve a amurallarse, y es probable que fuera entonces cuando la puerta adquiere su aspecto ojival. La última de las reformas data de 1969. Junto a ella, se establecían frecuentemente mercados, dada la escasez de grandes espacios en la ciudad.
- Muralla: Recinto amurallado que, desde tiempos romanos, protegió la ciudad y recorre los límites del cerro sobre el que se asienta Medinaceli. Se conservan numerosos tramos dispersos y son más reconocibles desde el exterior que desde el interior. Por su situación estratégica junto a la calzada que unía Zaragoza con Toledo, los romanos utilizaron este emplazamiento primero como campamento y luego como núcleo urbano. Es complicado fechar los restos que se aprecian en la actualidad pues las murallas se enriquecieron de las aportaciones de los habitantes durante más de diez siglos, desde la época de los romanos.
La muralla de Medinaceli llegó a medir 2.400 metros de longitud con grosores que iban desde los 1,40 a los 1,80 metros.
- Castillo: El castillo de Medinaceli, situado en el extremo occidental de la muralla romana y casi completamente reconstruido sobre la primitiva alcazaba árabe, está separado de las edificaciones por el llamado Campillo del Castillo. Fechado en el siglo X, cuya misión era dar aviso por medio de señales visuales a la guarnición de Medinaceli de cualquier avistamiento en los valles cercanos. Escasos son los restos que han llegado hasta nuestros tiempos de un castillo de suma importancia en el medievo.
Una vez conquistada por Alfonso VI el Batallador en 1370, Medinaceli se convirtió en Señorío, y un sucesor de Alfonso VI, Alfonso VIII, creó el Condado de Medinaceli y lo otorgó al Conde de Foix casado con doña Isabel de la Cerda. Un siglo más tarde los Reyes Católicos le otorgaron el título de Ducado. A partir de ese momento se abrió una nueva etapa en su historia, configurándose el trazado urbano que ha llegado hasta nuestros días. Entre los restos que han llegado a nuestros días se encuentran los cimientos de un torreón, sobre una eminencia rocosa, así como dos aljibes de buenas dimensiones, restos de habitaciones y escaleras, excavados todos ellos en la roca.
Fue reconstruido sobre la alcazaba árabe, de la que solo han llegado las caballerizas subterráneas. Construido en sillería, de planta cuadrada, torre del homenaje rectangular y torreones circulares en tres de sus esquinas. Actualmente es el cementerio de la Villa.
- La Colegiata: La Colegiata de Santa María de la Asunción fue construida sobre la planta de un edificio medieval a comienzos del siglo XVI, y terminada en torno a 1540. Poco antes, a finales del XV, la ciudad de Medinaceli contaba con alrededor de doce parroquias románicas en torno a las cuales se articuló la actividad, una vez superado el período de reconquista. Fue el duque quien solicitó al Vaticano la unificación de todas ellas en una, la de Santa María.
Se trata de un edificio de estilo gótico tardío erigido en el lugar de una iglesia románica dedicada a Santa María, de la que solo queda la cripta bajo el altar mayor. Se accede a través de sus dos puertas; la primera, del siglo XIX, da al sur, y está cobijada por un pórtico de tres arcos de medio punto. La otra, llamada Puerta del Carmen, es más sencilla y da al norte. Un cuerpo adelantado sobre el plano del muro abre la puerta norte, llamada también del Carmen. Un arco mural doblemente engolado cobijando el óculo completa la ornamentación de la portada consiste en un arco mural doblemente engolado y varias pilastras con remate de pirámides y bolas, típicas del gótico tardío. En su interior, destacan la Rejería gótica (1634), que sirve para cerrar el Coro y la Capilla Mayor, y que guarda también la hermosísima talla en madera del Santísimo Cristo de Medinaceli, donada en el siglo XVI por los duques. La Colegiata está, actualmente, culminando una obra de restauración e impermeabilización del tejado, y próximamente volverá a abrir sus puertas a fieles y visitantes.
- La Alhóndiga: Este pequeño edificio del siglo XVI reconocible por su fachada de doble galería con cuatro arcadas en cada una y por el escudo ducal que preside su entrada. Nació como casa pública destinada al comercio de cereal; la planta superior se convirtió en Casa del Concejo y la parte trasera fue la cárcel del partido judicial.
En su fachada, podemos encontrar placas conmemorativas tanto al Cid como al poeta Gerardo Diego. Se trata, probablemente, de la construcción más antigua de la plaza, y su construcción llama la atención desde un primer momento, siendo aún hoy el edificio más fotografiado por viajeros y turistas.
- El Convento: De los conventos que tuvo la Villa de Medinaceli, el único que se mantiene aún física y espiritualmente es el de Santa Isabel. Conjunto hermano en orden y tiempo de construcción del de San Francisco. Sobre él apenas existen estudios, y los documentos que existen son fundamentalmente de rentas y contabilidad, sin olvidar los libros de profesiones y tomas de hábito. Se carece de una adecuada documentación de carácter histórico y arquitectónico.
A mediados del siglo XVI se produjo un incendio que provocó la desaparición del coro y del archivo, siendo rehabilitados de nuevo bajo los auspicios económicos de su fundadora. La Comunidad de clarisas tuvo a lo largo de los primeros años de su historia diferentes enfrentamientos con el cabildo de la colegial, producidos fundamentalmente por los estipendios de enterramientos de los difuntos que se inhumaban en el nuevo convento. El problema quedó resuelto mediante un acuerdo, en mayo de 1569, entre el abad del cabildo y la madre abadesa. Se estableció que los únicos enterramientos que se realizarían en el convento serían el de los duques o familiares.
Con la invasión francesa, las monjas tuvieron que dejar el convento en noviembre de 1808 e iniciar una vida errante, acogidas por vecinos de loa pueblos cercanos y algunos familiares, y hasta 1814 no se regularizó su situación. El convento fue expoliado de los objetos de altar más valiosos.
En la segunda mitad del siglo XX y lo que llevamos del XXI, la comunidad ha tenido diferentes altibajos, similar al resto de comunidades, notándose la disminución de vocaciones femeninas, y la alta edad de las religiosas conventuales. El mantenimiento del edificio cuenta con la colaboración del Ayuntamiento, y actualmente subsisten gracias a la venta de dulces de reconocida calidad. Están adscritas en su vida religiosa al Convento madre de Soria, y cuentan en estos momentos con 10 religiosas.
- El Palacio Ducal: El primitivo palacio se construyó hacia 1430-1435. Era de planta cuadrangular, una sola altura y con idénticas dimensiones al actual. Estaba organizado en torno a un patio de columnas, mediante salas alargadas con cámaras en los extremos. En la fachada que daba a la plaza mayor, se abrían escasas ventanas, algunas con balcones, y una sola torre hacia la calle de la Azotea.
Su capilla era espaciosa y contaba con un cuadro del Greco en su retablo, señalando al respecto que era de “extraña composición” y que representaba la oración de Cristo en el Huerto de los Olivos. En las paredes había otras pinturas de devoción de estilo flamenco.
Desde su construcción y a lo largo de doscientos años se llevaron a cabo numerosas reformas, reparos y adicciones que fueron modificando sustancialmente la estructura original. Incluso se construyó, en 1556, un pasadizo elevado para comunicar el palacio con la Colegiata.
Hacia 1623, Juan Gómez de la Mora le dotó de su fisonomía actual, transformando la fachada, la escalera y el patio, siguiendo el modelo herreriano del palacio de Uceda en Madrid. En la planta sótano se hallaban las cocinas y los almacenes. La planta baja era ocupada por las dependencias de representación y administración de la Casa Ducal. La capilla, así como los dormitorios y salones privados, se encontraban en la planta noble. Las torres albergaban los archivos, y las buhardillas las habitaciones de la servidumbre.
Entre 1726 y 1735 se acometieron reparaciones que afectaron a la fachada, concretamente a las molduras de sus ventanas, y a los tejados, rehaciéndose todas las buhardillas. A finales del siglo XX se reconstruyen las torres laterales, basadas en el proyecto de Gómez de Mora.
Gastronomía
Y para reponer fuerzas después de la visita, en los números establecimientos de la villa se pueden degustar manjares como las alubias y judiones, que se estofan con productos de la matanza o verduras; el cocido castellano, con carne de gallina, garbanzos de la tierra y chacinas varias; o, unas migas acompañadas de torreznos y chorizo.
Los productos obtenidos del cerdo están muy presentes en la cultura gastronómica de este enclave por lo que es recomendable degustar guisos como patatas con costillas o con sangre, además del rabo de toro o el ternasco, al que, para darle un toque diferente se le añade un toque de tomillo y romero en la preparación.
Otro alimento que no falta en la cocina de Medinaceli son las setas, que se recogen en los alrededores durante la temporada de otoño y se preparan de mil maneras distintas, bien a la plancha condimentadas con ajo y perejil hasta en guisos más contundentes con carne y patatas.
En Medinaceli se puede adquirir la mantequilla natural, salada o dulce, poseedora de la Denominación de Origen Protegida (D.O.P. Mantequilla de Soria, originaria de la provincia.
Mejores restaurantes:
- Restaurante el Foro: Esta situado en la Plaza Mayor con vistas al Ayuntamiento. Un excelente restaurante con un trato familiar y acogedor. Cuenta comida casera y de calidad y es un gran especializado en arroces.
- Restaurante Duque: Comida tradicional para todo los públicos, su especialidad son sus sabrosas croquetas, su perfectamente elaborado pastel de cordero o sus generosas manitas de cerdo. Puedes compartir una delicada tarta de queso, un singular pastel de frutas y unos atrayentes bollos con tus amistades y pasar un rato agradable aquí.
La carta de vinos es muy variada, para que todos los clientes encuentren alguno que se ajuste a su gusto. Está situado en la Avenida de Madrid, número 29.
- Restaurante El Aljibe: Este rincón de la gastronomía, situado en la calle Campo de San Nicolás, número 11, tiene capacidad para 50 personas y situado sobre un aljibe romano, te ofrece una cocina tradicional castellana, aderezada con un toque de modernidad.
Calidad, buen precio y un trato extraordinario en un entorno histórico sin comparación, sus especialidades son; las migas y sopa castellanas, los embutidos, quesos y patés de Soria, el cordero asado, el cochinillo frito, y las tartas caseras de chocolate y de queso.
- Restaurante Bavieca: Este establecimiento situado en la Calle Campo de San Nicolás, número 6, ofrece buen producto en un ambiente atractivo, bien atendido por Mario. Migas pastoriles, alubias con perdiz, cochifrito al ajo, son sus especialidades.
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