Luna oculta

El hallazgo que pone en jaque a los astrónomos: la 'cuasi-luna' que llevaba una década escoltando a la Tierra sin que nadie se diera cuenta

La Tierra tiene un nuevo y diminuto compañero de viaje. Se trata de 2025 PN7, el octavo cuasi-satélite que se descubre en una órbita sincronizada con la nuestra y que, sin que lo supiéramos, nos acompaña desde hace décadas

Geólogos y sismólogos desconcertados: la tierra late cada 26 segundos
Geólogos y sismólogos desconcertados: la tierra late cada 26 segundosLa Razón

La exploración espacial tiene objetivos cada vez más audaces, y uno de los más llamativos es la futura misión espacial Tianwen-2 de China. Su destino es un asteroide de nombre casi impronunciable, 469219 Kamoʻoalewa, cuya peculiaridad no reside en su tamaño, sino en su órbita: es uno de los pocos cuasi-satélites conocidos que escoltan a la Tierra en su viaje alrededor del Sol. La sonda china tiene previsto visitarlo, recoger muestras y traerlas de vuelta para su análisis. Este tipo de misiones no solo buscan conocimiento, sino también prepararnos para el futuro, tal como demostró el experimento en el que la NASA desvió un asteroide para probar tecnologías de defensa planetaria.

De hecho, la razón de este viaje es que estos compañeros orbitales despiertan un enorme interés científico. Al encontrarse en una relativa proximidad y mantener órbitas estables durante largos periodos, se convierten en destinos mucho más accesibles que los lejanos asteroides del cinturón principal. Estudiar su composición de cerca podría desvelar pistas fundamentales sobre los orígenes de nuestro propio sistema solar. De hecho, analizar estos materiales primigenios es clave, ya que podrían contener registros de eventos cósmicos de gran magnitud, como la época en que el Sol se convirtió en una bestia ardiente y alteró su entorno.

Pues bien, a esta selecta familia de rocas espaciales se acaba de sumar oficialmente un nuevo integrante, bautizado como 2025 PN7. Con su descubrimiento, el censo de estos acompañantes terrestres asciende a ocho, consolidando la existencia de un nuevo miembro de este club cósmico. Se trata de un cuerpo celeste modesto, con un diámetro estimado de apenas unas decenas de metros, lo que explica en parte por qué ha pasado inadvertido durante tanto tiempo.

Un vecino cósmico que pasó desapercibido

Y es que su identificación encierra una curiosa historia sobre los desafíos de la astronomía moderna. El objeto, cuya naturaleza fue confirmada el mes pasado, era en realidad visible en datos de archivo que se remontaban hasta el año 2014. Sin embargo, su tenue brillo y su particular movimiento impidieron que fuera reconocido hasta ahora, una revelación que, según informa el medio IFLscience, ha requerido un nuevo y minucioso análisis de imágenes antiguas para salir a la luz. Este tipo de descubrimientos tardíos pone de manifiesto la complejidad de rastrear el cosmos, una tarea que también lleva a sorpresas como el hallazgo de un exoplaneta increíblemente extraño a años luz de distancia.

Por otro lado, conviene aclarar que el término "cuasi-satélite" puede llevar a engaño. A diferencia de la Luna, estos cuerpos no orbitan directamente la Tierra, ya que no están atrapados por su gravedad. En realidad, giran de forma independiente alrededor del Sol, pero sus trayectorias han entrado en una resonancia tan precisa con la de nuestro planeta que permanecen en nuestra vecindad, como si ejecutaran una compleja danza cósmica a nuestro lado.

Asimismo, los cálculos orbitales preliminares sugieren que 2025 PN7 no es un visitante fugaz. Todo apunta a que lleva décadas en esta peculiar relación orbital con nuestro planeta y permanecerá durante varias décadas más. Esta estabilidad lo convierte en un objeto de gran valor para futuras observaciones, que buscarán definir con mayor precisión tanto su trayectoria como su composición.