Ciencia

La NASA desvió un asteroide, pero las consecuencias imprevistas son aterradoras

La misión de defensa planetaria de la NASA contra el asteroide Dimorphos tuvo un éxito inicial, pero ahora revelan un efecto secundario de calado que cambia la estrategia futura

YR4 se convierte en el asteroide con mayor riesgo de impacto contra la Tierra jamás registrado.
YR4 se convierte en el asteroide con mayor riesgo de impacto contra la Tierra jamás registrado.Alfredo Biurrun / Grok.

La misión de Prueba de Redirección de Doble Asteroide (DART por sus siglas en inglés) de la NASA, ejecutada a finales de 2022, fue celebrada como un logro sin precedentes en la defensa planetaria. El objetivo de esta iniciativa pionera era demostrar la viabilidad de desviar un objeto espacial de su trayectoria mediante el impacto directo de una nave, una capacidad crucial ante la hipotética amenaza de un asteroide rumbo a la Tierra.

La pequeña sonda impactó contra Dimorphos, el satélite del asteroide Didymos, a una velocidad de unos 22.500 kilómetros por hora. La colisión consiguió notablemente modificar la órbita de Dimorphos alrededor de su cuerpo mayor, lo que supuso un éxito técnico y científico según los parámetros iniciales de la misión.

Sin embargo, tres años después del impacto, un nuevo estudio realizado por un equipo liderado por la Universidad de Maryland y publicado la semana pasada en la revista Planetary Science Journal, ha desvelado consecuencias imprevistas de aquella colisión, especialmente en lo referente a la eyección de material del asteroide.

Las rocas eyectadas, un factor clave

Investigadores liderados por la Universidad de Maryland han detallado en un estudio reciente los efectos a largo plazo del impacto. Según sus hallazgos, la colisión de DART, además de desviar la órbita de Dimorphos, provocó la expulsión masiva de cantos rodados que aportaron una "patada" adicional de energía al asteroide, según apuntan desde Futurism.

Este equipo científico subraya que, si bien el impacto principal de la sonda fue determinante para el cambio orbital, la energía liberada por parte de los escombros eyectados fue casi tan grande como la del propio vehículo. Algunos de estos fragmentos rocosos transportaban individualmente más de tres veces la energía del impacto inicial de DART.

Las observaciones realizadas por la pequeña sonda LICIACube, desarrollada por la Agencia Espacial Italiana y que permaneció en la zona tras la colisión, permitieron rastrear un total de 104 cantos rodados. Estos fragmentos variaban notablemente de tamaño, con radios que iban desde los 0,18 hasta los 3,6 metros.

Lo que llamó especialmente la atención de los investigadores fue la distribución espacial de estos escombros. Observaron que las rocas no se dispersaron al azar, sino que se agruparon en dos conjuntos distintos, dejando zonas notablemente vacías. Este patrón sugiere la intervención de un mecanismo aún no completamente comprendido.

La hipótesis principal que maneja el equipo es que los paneles solares de la sonda DART impactaron contra dos grandes rocas en la superficie del asteroide, llamadas Atabaque y Bodhran, justo antes de que el cuerpo principal del vehículo colisionara. La superficie rocosa y llena de grandes cantos habría generado patrones de eyección caóticos.

Este hallazgo añade una capa de complejidad a la planificación de futuras misiones de desviación de asteroides. Los científicos advierten que ignorar el efecto de la eyección de material sería como jugar al billar cósmico sin tener en cuenta todas las variables, pudiendo alterar sustancialmente el resultado esperado de la deflexión.

La Agencia Espacial Europea enviará su misión Hera el próximo año para reunirse con el sistema Didymos-Dimorphos y realizar una nueva evaluación directa de las secuelas del impacto. Los investigadores esperan que los datos de Hera ayuden a refinar los modelos y a tomar decisiones mejor informadas en futuras operaciones de defensa planetaria.