Senegal
Cluzet, la vida tras «Intocable»
Hay tantas diferencias entre hablar con François Cluzet y hacerlo con cualquier otro joven con éxito rápido. Ha dedicado más de treinta años a la profesión de actor y el éxito le llegó hace nada con «Intocable» (2011): «Cuando tienes la suerte de hacer una buena película que además tiene más de 50 millones de espectadores, todo resulta más sencillo. Lo sé porque durante 30 años he rodado filmes que no han funcionado. Antes los productores decían "no"a las películas si yo no participaba, ahora dicen "sí"aunque la idea sea mala si estoy en el casting». Eso no le ha hecho, sin embargo, levantar los pies del suelo: «Espero que dure. Es lo que puedo decir. Trato de entender cada vez más mi oficio de intérprete. Intento mantener la humildad y recordar que los actores intervienen cuando el 95% de la película está lista. Si quieres hacer filmes tienes que saber trabajar en equipo», añade. Ahora, para el filme de Christophe Offenstein, ha cambiado radicalmente de papel. De aquel tetrapléjico millonario a un marino que trata de vencer en la vuelta al mundo en velero en solitario. El día 13, frente a las costas de Senegal, descubre que hay un polizón adolescente a bordo: «La solución más sencilla es tirarle por la borda, pues si descubren que está acompañado, queda descalificado; pero la conciencia puede más», añade. Protagonizan no pocos desencuentros y muchos malentendidos. A pesar de las circunstancias el actor subraya que «no es una película política. Yo tampoco me dedico a eso y la historia de la inmigración es tan compleja que no será un actor el que dé las soluciones, aunque diré que lo que vivimos en Lampedusa significa que todos los europeos que tenemos una responsabilidad. Transmitimos por televisión una cultura del derroche de la que otros quieren participar». Aunque la mayor parte del diálogo es suyo, asegura que «la verdad de tu papel siempre está en la mirada de tus compañeros: en "Intocable"me podía mover, me levantaba en cuanto decían "corten", pero me sentía discapacitado a través de los ojos de Omar –su compañero–, pues transmitía compasión y gran humanidad».
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