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Gus Unger Hamilton: «Mola mucho ser los raros»

El grupo presenta en gira por España «Relaxer», otro álbum encajado en su infrecuente estilo, con sello «arty» e impredecible, en el que han involucrado a un centenar de instrumentos

Gus Unger Hamilton: «Mola mucho ser los raros» larazon

El grupo presenta en gira por España «Relaxer», otro álbum encajado en su infrecuente estilo, con sello «arty» e impredecible, en el que han involucrado a un centenar de instrumentos.

Son la antibanda de rock. Como se puede ver en la foto, Alt-J parece un grupo de empollones que se ponen a hacer música y no pueden evitar darse a sí mismos un nombre de grupo «nerd». Aunque muy poca gente les reconozca por la calle y aunque seguro que no hay un solo adolescente en el mundo que tenga un póster de ellos (¿esas cosas se siguen haciendo?) en su habitación, el suyo es el éxito más impredecible del milenio. «An Awesome Wave» fue, como el título indica, una ola increíble que en 2012 coleccionó premios y ventas. Tras él, llegó el irregular «This is All Yours», que no obtuvo la repercusión soñada, y a continuación se tomaron un año de descanso para pensar en «Relaxer», el disco que presentan el 8 de enero en Barcelona (Sant Jordi Club) y el 9 en Madrid (Wizink Center, formato Ring). Por cierto, si en un ordenador Apple pulsan Alt y después J, sale la letra griega delta, que se usa para indicar variación de magnitud en un estudio científico. Un signo que, como metáfora, viene al pelo para contar la historia del grupo, pero no es la decisión más rock & roll de todos los tiempos sino que recuerda más bien un chiste malo de «The Big Bang Theory». La banda nos responde como si fuesen una sola persona.

–«Relaxer» parece contar un viaje o una historia –y eso sugiere también la portada, en la que aparece un coche del futuro en una autopista–, pero ignoro si había algún plan o guión preconcebido para el disco.

–Realmente no existe un narración, aunque yo sí veo el álbum como una especie de videojuego, en el que cada pista podría parecerse a una pantalla o misión de la aventura, un mundo diferente aunque claramente dibujado al que puedes acceder y en el que perderte explorándolo.

–Su música es dífil de definir o describir. ¿Cuál era el objetivo en términos de sonido para este trabajo, tenían alguna manera de verbalizarlo?

–No establecimos nada específicamente cuando lo escribimos o lo grabamos, aunque sí que teníamos claras varias cosas: una de las ideas prefijadas era utilizar un buen número de instrumentos de cuerda y una orquestación grande para conseguir un «sonido cinematográfico».

–Algunas revistas inglesas les definen como «la banda más extraña de Gran Bretaña» ¿Les gusta este piropo? ¿Están de acuerdo con él calificativo?

–Yo creo que mola mucho ser los raros. Y es cierto, si te hablo sinceramente, pienso que nuestra música es inusual, si quieres llamarla así. Pero está hecha por gente de lo más normal.

–Bromas aparte –también han escrito de ustedes que son la «banda más molona de Gran Bretaña»–, su música tiene un toque vanguardista que les convierte en únicos. ¿Cómo es su proceso creativo? ¿Ha cambiado para este último disco?

–Lo cierto es que nos gusta reunirnos en el local y enseñar a los demás lo que hemos desarrollado cada uno por separado. Disfrutamos de esas dos fases, la individual y la colectiva, y trabajamos sobre esas ideas si nos gustan a todos. Dicha metodología no ha cambiado para este álbum y, de hecho, hemos realizado un esfuerzo para asegurarnos de mantener los procesos estables, porque es la forma que funciona para nosotros.

–Son un grupo poco convencional con una enorme base de aficionados y bastante éxito en muchos países. ¿Por qué diría que ha sucedido?

–¡No tengo ni idea! Quizá es porque nuestras canciones son bastante diferentes unas de otras y a lo mejor eso provoca que haya «algo para todo el mundo» en cada uno de nuestros discos.

–¿Cuántos instrumentos, grosso modo, están involucrados en el disco? ¿Es más experimental que los anteriores?

–Pues hemos utilizado algunos bastante curiosos, como el dulcémele, que es un instrumento de cuerda punteada muy antiguo y que aparece en muchas tradiciones, pero que revivió en los Apalaches, en Estados Unidos. Después, nos ayudamos de una orquesta de 30 miembros, un grupo de guitarras clásicas de más de 20 integrantes (para la versión de «The House of The Rising Sun»), seis metales, uncoro de 12 chicos para otro tema... así que diría que hay más de 100 diferentes. Es, desde luego, un trabajo muy experimental, quizá te diría que el más atrevido nuestro hasta la fecha.

–En ese sentido, ¿les gusta o les molesta la etiqueta de «art rock» que se les suele aplicar?

–Pues la verdad es que me gusta bastante, aunque no creo que sea un adjetivo muy claro.

–Hacen un homenaje a «The House of Thje Rising Sun», ¿por qué?

–Se trata de un tema con el que hemos improvisado durante años en las pruebas de sonido de los conciertos, o en el local de ensayo, y que decidimos grabar. No es que haya un homenaje a la canción «original» de los Animals, porque en realidad es un tema folk que ha estado en la tradición durante siglos. De hecho, para escribir nuestra letra siempre teníamos en mente la versión de Woody Guthrie como punto básico de partida.