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Pablo López: «Trato de vivir con objetividad en un mundo de locos»

Pablo López: «Trato de vivir con objetividad en un mundo de locos»
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Confiesa que es tímido, pero lo disimula muy bien. Entre risas, contesta todas las preguntas con naturalidad. Desde principios del mes, Pablo López está recorriendo el país para promocionar su nuevo álbum, «El mundo y los amantes inocentes», del que dice que «la niña de papá» es la canción «Lo saben mis zapatos». En octubre comienza su gira por España, con la que confirmará cuál de sus nuevos temas prefiere el público. «El mundo y los amantes inocentes» es un trabajo muy internacional: lo grabó entre España, Miami y Los Ángeles, en el mismo estudio donde Michael Jackson creó «Thriller».

–Con su disco debut, «Once historias y un piano», consiguió una nominación a los premios Grammy latinos, donde además se presentó. Con éste... ¿busca llevarse la estatuilla?

–Es apuntar muy alto, porque la primera nominación fue una auténtica sorpresa, así que, aunque uno se dedique a soñar e intentar vivir el sueño, parece que esas palabras se nos quedan grandes. Pero, ¿por qué no? Como mínimo espero volver a asistir y tocar, que fue lo que más me llenó.

–En todo caso empezó muy bien: «El mundo», su primer single, fue número uno en la lista de ventas en España cuando salió en mayo...

–La verdad es que no sólo he conseguido, una vez más, el respeto absoluto de los medios y los compañeros, lo cual me abruma, sino también el cariño del público, que es lo más importante. Y sobre todo ha sido positivo sentir que he dado la talla después del éxito del primer álbum. Me entró un poco de miedo cuando tuve que producir éste, porque suponía el vértigo de estar a la altura de todo lo bueno que había recibido con el primero. Eso me hizo buscar la excelencia, darlo todo de mí. Y ya veo una respuesta, tanto en el puesto que ocupa el trabajo en las listas como en la reacción que he sentido de la gente en estos diez días en que he estado promocionando el disco.

–¿Qué ha cambiado entre el primero y éste?

–Tengo una sensación de madurez después de haber superado aquél: siento que he avanzado artísticamente. No quiero adelantarme, pero está claro que ha habido una evolución, como persona y como artista. Ya la gente juzgará, aunque lo que se respira desde que salió el disco es muy positivo, porque el público está en sintonía con esa evolución.

–En «Tu enemigo» canta con Juanes «Que tus manos son mi bandera, que tengo de frontera una canción». ¿Cómo surgió el tema?

–Empezó como una quedada de colegas. Un amigo en común nos presentó, pero ante la humildad apabullante con la que me encontré y por el respeto y la admiración musical que le tengo a Juanes, no pude evitar proponerle que cantara un tema conmigo. Ante la sorpresa de que aceptara tuve que escribirla. Quise que tuviera un mensaje implícito porque sabía que seguramente sería una canción muy escuchada. Y él lo ha hecho antes: Juanes no canta cosas banales o temas clásicos, como el amor o el desamor.

–¿Comparte con él su activismo político?

–Son palabras mayores. Yo soy un músico que cuenta historias personales. Como trato de vivir con objetividad en un mundo de locos e intento contarlo, algunas veces hablo de cosas que tienen ese regusto social y político. Pero si yo quisiera ayudar de verdad tendría que remangarme y trabajar duro para aportar algo a la sociedad. Hago música y cumplo conmigo mismo, eso no quiere decir que vaya a arreglar el mundo con mis canciones.

–Entonces, ¿el arte no puede cambiar el mundo?

–Puede ayudar a que exista un mundo mejor, puede poner la belleza al alcance de las manos. Y cuanta más belleza haya, más amamos. Ésos son valores que pueden estar implícitos en nuestra naturaleza, pero cada vez los explotamos menos; parece que con el tiempo queremos y empatizamos menos. El arte nunca va a restar, siempre sumará.

–Parte del disco se realizó en los estudios East West de Los Ángeles, ¿cómo fue grabar en un lugar tan mítico?

–Lo extraño de la experiencia es la inspiración que me dio. Un estudio de grabación es siempre igual: hay cacharros y micrófonos que pueden ser los mismos allí o en Granada o Barcelona. Pero no, quedan impregnadas cosas de esas grandes producciones anteriores. Además, cuando uno sale de su círculo de confort y comparte experiencias con personas de otros países y otras culturas y ve que nos une tanto la música, eso es un gran motor de inspiración.

–Hablando de grandes de la música, ¿cuáles son sus ídolos musicales?

–Paul McCartney y Roger Hodgson, de Supertramp.

–¿Y un ídolo no musical?

–Mandela.

–¿«Operación Triunfo» fue una bendición o todo lo contrario?

–Ni una cosa ni la otra. Fue una experiencia, pero no más importante que cualquier otra. Uno aprende de todo en la vida y ahí, evidentemente, puedes aprovechar la formación que te ofrecen. Los que me ficharon ni siquiera sabían que había estado en «Operación Triunfo», así que no hubo prejuicios.

–Ha dicho que es excesivamente tímido, pero eligió una profesión que conlleva ser el centro de atención. ¿Es un hombre de muchas contradicciones?

–Sí, lo soy. Te lo digo de corazón. Sufro de vergüenza propia y ajena. Pero es curioso lo íntimo que puede llegar a ser para mí cantar en un escenario. Aunque sea frente a mucha gente, es un espacio mío.

–Queda claro que la música, para usted, es un refugio. Y para quienes lo escuchan, ¿qué quisiera que fuera?

–Emoción, refugio también, e inspiración. Inspiración no sólo en el arte, sino en la vida, aquella que te lleva a tomar decisiones, a decir algo a alguien que antes no te atrevías a decir. Si una canción mía te ayuda a eso, fantástico.