Música
Vuelve Mucho Muchacho: "Me alejé de la música huyendo de la fama, me parece inhumana"
Fue el rey del rap en español con 7 Notas 7 Colores y desapareció durante casi dos décadas. Ahora vive en Madrid y tiene un nuevo proyecto
Su desgarbada figura fue legendaria en los noventa. Su estilo desafiante y en apariencia desganado voló la cabeza de una generación que estaba descubriendo el rap en las canciones de 7 Notas 7 Colores, una de las formaciones decisivas del rap en español. Oliver Gallego Sarmiento (El Prat de Llobregat, 1976) estaba allí cuando el rap era un descampado y las rimas de Mucho Muchacho sonaron como un escupitajo en el fondo de un cubo. Tras el legendario «Hecho, es simple» (1997) llegaron dos trabajos más con Dive Dibosso y Dj Neas y ya en el siglo XXI su carrera se fue diluyendo poco a poco hasta desvanecerse. Por el mismo tiempo, en Ibiza apareció Skinny Banana Cap, un pinchadiscos de ritmos latinos con el mismo aspecto larguirucho. Después de dos décadas viviendo en Ibiza, Mucho Muchacho ha vuelto. Ahora vive en Madrid y sigue detestando las entrevistas.
«Vine a Madrid en enero –dice en una conversación que tiene lugar en la galería de arte Veta, en Carabanchel–. Aquí se dieron las sinergias de manera natural. Yo quería hacerle un homenaje a Jotamayúscula en Más Graves y todo lo demás vino rodado», cuenta en referencia al productor fallecido en 2020, una de las grandes figuras del rap en España. Mucho Muchacho no entra en detalles sobre las razones de la mudanza. «Vine porque Madrid está en el medio y así viajo menos. Se podría decir más cosas, pero con esta creo que es suficiente», dice en unos primeros compases de la charla en los que se muestra esquivo. «No voy a entrar en un discurso Barcelona /Madrid, pero como ciudadano creo que ahora mismo la cultura está aquí, que es donde está el meollo. La Barcelona olímpica ya pasó y es tiempo de Madrid. También de Ibiza, porque es donde he estado 20 años viviendo. Llega un punto que yo ya no soy de ningún sitio», dice el rapero, que tiene dos proyectos en marcha, ambos, por el momento, inacabados. Se trata de «Cremático» y de «Un verano en Madrid», dos trabajos que se funden en el espectáculo que ahora pone en marcha con una conceptual puesta en escena, rodeado de los reflejos catódicos del Coyote y el Correcaminos saliendo de televisiones de tubo. «El que tuvo, retuvo», bromea Mucho Mu sobre el pasado. Un tiempo, el de los albores del hip hop, que entró en su vida y la transformó. «Yo no tengo el recuerdo de haber entrado en nada, yo siempre he sido –dice como pronunciando un proverbio zen–. Soy de la generación que vio Tocata, donde había un concurso de break dance. Todo el mundo bailaba, yo tenía seis años, simplemente es que yo nunca dejé aquello desde que tengo uso de razón, y eso que a los cinco años empecé a aprender solfeo. Ha sido parte de mi vida, es mi cultura. Es la balsa en la que navegamos porque es lo que da sentido a nuestra existencia».
En los 90, con Dive Dibosso construyeron el alfabeto del hip hop español. «Entonces a lo que aspirabas era a comprar un rack así, pequeñito, que tenía 16 segundos de sampling y con eso desarrollabas toda la creatividad. Ahora la gente tiene 4 horas de sonidos. ¿Un bajo, un violín? Un clic», recuerda el MC sobre los rudimentarios métodos con los que hicieron historia de la música en España. Su primer trabajo le colocó como la primera estrella mediática del rap nacional, aunque sus rendimientos económicos fueran bastante discretos. «El éxito no es nada fácil de digerir y para una persona como yo, tan introvertida, mucho menos. Y eso me ha alejado de la música los últimos 10 años, que me puse de DJ en Ibiza. Ese es el problema de que te guste hacer música, que, al final, la consecuencia puede ser la fama». El entorno, la presión del negocio... «Yo con eso no estoy muy cómodo ni lo voy a estar nunca, porque creo que es algo antinatural para el humano. Luego está el alimento de vanidad. ‘‘Que bueno eres, que bueno eres...’’ Eso no es sano para nadie y menos para un tipo que se lo dice a sí mismo en todas las canciones», sonríe Mucho Mu. «Estoy bastante incómodo haciendo esta entrevista contigo ahora –dice confesando algo que no hace falta que verbalice–. Pero también estoy tranquilo, asumo que es la parte mala del trabajo. La fama es inhumana», cabecea. Por eso se fue, se transformó en DJ. «No me transformé, porque para mí era seguir siendo un músico igual. He estado 20 años haciendo mi carrera y conseguí ganar 2 veces el mejor DJ de música urbana de Ibiza, ser el residente de Pachá, que es como jugar en primera división... Es un juego que me ha gustado jugar y que no me ha hecho dejar el rap, sino que me permite hoy en día producir mis discos íntegramente». Sea como fuere, está de vuelta para quedarse, aunque seguramente no como los demás esperen. «¿Quieren de mí lo típico? Yo nunca he hecho lo típico».
Anclado en los 90
►Mucho Muchacho tiene casi 50 años. "Yo la madurez la llevo bien porque nunca escondo mi edad. Yo a los que tienen 25 les diría que estén tranquilos, que se está mucho mejor a los 50. Ya te digo”. Asegura que no oye a los chicos y chicas de esa edad: "Ahora mismo escucho mi propia colección de discos, que es bastante amplia y extensa como para no tener tiempo para nada más. Ahora hablo un inglés ya casi nativo porque todos mis jefes eran británicos en las discotecas y estoy revisando las canciones que antes no sabía exactamente de qué hablaban o qué decían. Está siendo como redescubrirlo todo otra vez. Estoy un poco anclado en los 90, la verdad, pero creo que ahí está la esencia”. Oliver y Mucho Muchacho se llevan perfectamente. "A Mucho Muchacho está bien tenerlo, porque te arregla el partido muchas veces. La actitud que le falta a uno la tiene el otro, pero esto no es Jekyll y Mister Hyde, o sea, viven en armonía”.