Tenis
Federer, vaya chasco
Pablo Andújar derrota al suizo en su regreso (6-4, 4-6 y 6-4). «No es un drama. El objetivo es la hierba», dice el ex número uno
Pablo Andujar tiene su propia historia de superación personal. Pasó del mejor momento de su carrera en 2015, con la final del Conde de Godó y su mejor ránking (32 del mundo) al infierno de las lesiones. Hasta cinco operaciones tuvo en el codo derecho en tres años y medio, con parones interminables, mientras por su mente pasaba aquello de: «Una lesión no me va a retirar, lo haré cuando yo quiera». Volvió, ganó el cuarto torneo de su carrera en Marrakech (2018) y está de nuevo en el «top 100» (ahora es el 78) tras haber caído más allá del 600. A sus 35 años, disputaba su primer partido contra Roger Federer. «Me hace ilusión. Quiero decir a mis nietos que me enfrenté a él», había admitido. Lo que les dirá es que jugó contra él y le ganó en Ginebra: 6-4, 4-6 y 6-4. Era el reestreno del mito suizo después de un año y medio casi en blanco, y el tenista español, de Cuenca, en concreto, no pudo ser más respetuoso. Se llevó las manos a la cara, pero tampoco quiso celebrarlo en exceso. Se fue a la red y saludó a un sonriente Federer, que le dio la enhorabuena y encajó bien lo que había sucedido.
Después, al suizo le tocó explicar lo que había sentido, que iba desde la lógica «decepción» hasta el «es lo que es». Roger llegó a ir 4-2 arriba en el tercer set, pero se vino abajo y no ganó ningún juego más, de ahí que su segunda vuelta a las pistas en este 2021 haya sido un pequeño chasco tanto para él como para los aficionados locales, que esperaban ver un poco más a su ídolo.
El ex número uno llegó a semifinales de Australia en 2020 y después se operó de la rodilla derecha. Estalló el coronavirus, el parón por la pandemia, una nueva intervención en la misma zona, la renuncia a jugar ya ese año y en Melbourne en 2021. Regresó el pasado marzo en Doha: un triunfo sufrido ante Basilashvili y derrota a la segunda con Evans. Otro parón y la duda: ¿jugar en tierra o no? Alguno de los últimos años había renunciado a la gira sobre la superficie lenta, pero esta vez decidió que era el momento de volver. «Necesito diez partidos para saber cómo estoy», dijo en la previa Federer. En el primero se ha demostrado que no está. «Esperaba más, porque estaba entrenando bien, pero los partidos son diferentes», reconoció. Va a llegar a Roland Garros sin ritmo, aunque él mismo apunta un poco más lejos, sabe que en el Grand Slam francés tiene muy pocas posibilidades. «Perder no es ningún drama y es parte del proceso por el que tengo que pasar. El objetivo es la hierba», explicó. Halle como preparación y Wimbledon prácticamente como última posibilidad de ganar un «grande» más y seguir en la pelea con Nadal y Djokovic. Es una tarea que parece utópica hasta para un genio como él, a punto de cumplir los 40. En 2017 ya tuvo una reaparición fulgurante tras estar media temporada fuera: volvió en Australia y superó en la final a Nadal. Después, alzó su octavo Wimbledon.
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