Tour de Francia
El coraje de Landa, sin premio en el Tour
Su ataque antológico en el Tourmalet, a 100 kilómetros de la meta, fue sofocado por Roglic y Dumoulin en el Aubisque. El esloveno gana la etapa y saca a Froome del podio
El ataque antológico de Landa en el Tourmalet, a 100 kilómetros de la meta, fue sofocado por Roglic y Dumoulin en el Aubisque. El esloveno gana la etapa y saca a Froome del podio
Y al fin Mikel Landa voló libre. Sin cadenas ni grilletes. Sin anclas ni frenos. A lo grande, a lo heroico, solo como un ciclista como él es capaz de firmar. Buscando la gesta. Como los ciclistas de sangre caliente y corazón desbocado que es él. Un ataque de los de antes, solo así se podía levantar este Tour. Solo un corredor como él era capaz de hacerlo. A 100 kilómetros de la meta y subiendo el Tourmalet, con el Aspin , el Loucroup y el Capvern les Bains en las piernas y con el Borderes, el Soulor y el Aubisque por delante lo hizo. Mikel se dice a sí mismo que ya basta. Ya vale de aburrimiento y de ciclismo moderno. Ya es suficiente con este ciclismo controlado. Que es la hora de un ataque loco. Que hay que hacerlo. Que ha llegado su momento. Despliega sus alas otrora encadenadas y vuela alto y libre Mikel.
A su estela se animan Ilnur Zakarin y también el valiente Romain Bardet, probándolo a cada metro que su cuerpo maltrecho se lo permite. Landa, lleno de rabia no mira atrás. Bajo sus gafas se esconde la mirada de la ambición. La sabiduría de que allá arriba, en la cima más mítica de los Pirineos le espera su gente, que ya se vuelve loca sabiendo de su ataque. Enajenados. Amigos, familiares, aficionados. La marea vasca es ahora la marea de Mikel. Por ellos corre el alavés. «Por los seguidores». Es lo que más le motiva, el cariño de la gente. Cada latido es de toda esa entrega. Y en ella se encuentra a Andrey Amador, que había probado antes a marcharse en fuga y con él corona el Tourmalet. Y Mikel, de repente, se encuentra con que está a un minuto del liderato de Geraint Thomas.
Pero el Sky no entra en pánico. Deja hacer. Los 100 kilómetros que restan con sus tres puertos harán el resto. Eso y las colaboraciones de otros equipos. Una vez que Zakarin no pudo aguantar su ritmo, –ya solo estaban con el alavés Majka y Bardet–, el Katusha se puso a tirar. «He soñado con la etapa y con el podio, pero siempre salen intereses por ahí. La escapada se nos ha chafado bastante con el trabajo del Katusha para defender un décimo puesto y el Lotto también ha hecho el trabajo al Sky. Siempre aparece alguno que nos amarga la fiesta, sabía que era muy difícil, pero tenía que pelear hasta el último momento». decía después de cruzar la meta.
Kruijswijk lanzó la avanzadilla para poner rojo a Froome en el Aubisque y su intento terminó por ahogar el sueño de Landa. A dos kilómetros de la cima del último puerto de este Tour lo cazaron. Ya solo quedaba encomendarse a un sprint imposible frente a Thomas, Roglic y Majka. Ahí delante ya no viajaba el dorsal 1. Deshecho, Froome no pudo seguir el ritmo de los mejores.
Este Tour no será suyo. Ayer, casi se dejó el podio. Gracias al resplandeciente Egan Bernal salvó los muebles. Se enganchó a la rueda del colombiano para superar los últimos kilómetros de ascensión al Aubisque y tuvo tiempo de recuperarse un poco en la bajada.
Vio de lejos Froome a Roglic arrancar en el descenso, confundiéndose con la niebla pirenaica que envolvió el Aubisque camino de Laruns. Entre ella se esfumó para plantarse solo en la meta y echar a Froome del podio. «Ha cogido unos metros y me he quedado fuera de la disputa de la etapa», se lamentaba Mikel. El esloveno ya es tercero, por 13 segundos de diferencia con el keniano y con una crono, la de hoy, que le favorece. Landa, por su parte escala hasta la sexta posición el día que su gesta más grande nos dejó a todos con las ganas.
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